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"I don't want to belong to any club that will accept people like me as a member." Groucho Marx en Groucho and Me (1959).

miércoles, 27 de abril de 2011

sábado a la noche

Ya comentamos sobre este libro, ahora tenemos una fecha de presentación, como lo anunciamos en la impresa de Cruz del Sur. Y, encima, tenemos también una muestra de fotos que nos interesa visitar y reseñar. Todo sucederá en la misma noche del sábado, en dos puntos lejanos del macrocentro rosarino.

Simon says
Maduremos. El rock tiene hijos, nietos y bisnietos, ¿vamos a seguir discutiendo si el Génesis de Gabriel o el de Collins, si el riff de Eddie Van Halen o el de Blackmore? Para aquellos que no están en eso de “escuchar la remera” (para usar la fresecita ricotera) ahora hay un libro de Simon Reynolds que se consigue a un precio razonable y puede leerse en español. Se llama Después del rock (Caja Negra ediciones), reúne varios de sus artículos de los 90 y el 2000, está prologado por Pablo Schanton —y Schanton, lejos de ser una suerte de replicante de Reynolds en Buenos Aires, es un lúcido e irónico lector allá en la última fila del teatro— y lo presentan Andrés Conti y Diego Giordano este sábado —30 de abril— a las 21 en Planeta X, Montevideo 2348 (que es el lugar en el que mejor se pensó el rock y tantas otras cosas en Rosario).
Entre la cosa situacionista de Guy Debord y la cosa francesa de Jacques Derrida, Reynolds —sí, sí, es inglés— escapa en sus análisis a esto de ver en el rock las letras, o las tendencias sociales, o todo el buen decir y el buen pensar con el que suelen envenenarnos los periodistas más recurrentes. Reynolds escribió en las mejores revistas de rock inglesas de los 80 y los 90 —porque ahora casi no hay de eso—, y analizó, en el momento en el que irrumpían en escena, un amplio arco de bandas, desde Radiohead a Arctic Monkeys, sin descuidar crooners, movimientos electrónicos, DJ’s, hip-hoperos y lo que sea que haya tenido que ver con el rock y el pop. Después del rock (comentado ya con elegancia por Franco Ingrassia) es una suerte de summa de ese recorrido. Así, el trabajo de este crítico —cuyos textos pueden leerse a veces como una crónica analítica de una experiencia estética que atañe siempre a una micropolítica del yo— suele ser la más de las veces la inquisición de unos restos magníficos que traen los grupos de rock y pop. En esos restos Reynolds lee los sedimentos de un llamado que está en los orígenes del rock: cambiar la vida. Uno de los artículos de este libro, para ser minimalistas, es indispensable: “Hip Hop”. Leemos ahí: “Con el hip hop estamos ante una extraña especie de unidad: se trata de una comunidad que responde a la opresión no con un sueño de solidaridad y de igualdad, sino con individualismo patológico”. El tipo escribe eso en 1990, cuando el progresismo sólo atinaba a vincular ridículamente a los hip-hoperos negros de entonces con los Panteras Negras u otros movimientos de izquierda.

Flashes en el under
Luis Vignoli muestra al fin las fotos —se tratará seguramente de “algunas” de esas fotos, porque Robbie Kawano me dijo que hay muchas que retratan lo que hacían nuestros actuales funcionarios en la noche de los 90— que sacó de la noche rosarina durante la década de 1990. Será el sábado 30 de abril a las 20:30, bajo el título/descripción Under dance —proyecto Archivo Vignoli—, que podrá verse en el espacio Curando a Alfonsina, de la Biblioteca Popular Alfonsina Storni (Ovidio Lagos 367).
La muestra —dice la gacetilla— está compuesta por una selección de fotos del archivo fotográfico de Luis Vignoli, con escenas registradas en las discos y espacios bailables alternativos, en la ciudad de Rosario durante los años 90.
Leemos también —y deseamos que la hermana de Luis intervenga en algún momento estos textos, al menos para corregir tiempos verbales y esas cosas—: “El objetivo del proyecto es pensar a aquellas imágenes como generadoras de relatos. Ya sea por recuerdos de los mismos protagonistas, que serán convocados para la ocasión, como así también ficciones, imaginadas por quienes no estuvieron, intentando indagar aquella particular época desde la multiplicidad, cuestionando la idea de relato único. Pensar la puesta en valor de los múltiples archivos visuales que muchos fotógrafos van construyendo con su trabajo a través de los años, tanto éste como tantos otros, para que nuestra cultura pueda sobrevivir en la historia”.
La Biblioteca Popular Alfonsina Storni, funciona los lunes, miércoles y viernes por la tarde y los martes y jueves por la mañana.
Anuncian: “El proyecto propone una fiesta de cierre, donde en una performance musical se exhibirán los relatos recopilados (los detalles se comunicarán oportunamente)”.
Luis Vignoli tiene un Hotmail. La Biblioteca tiene Gmail.

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