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"I don't want to belong to any club that will accept people like me as a member." Groucho Marx en Groucho and Me (1959).

sábado, 27 de agosto de 2011

randy newman

Escucho a Randy Newman desde el año 1983, cuando descubrí que en una de las escenas de  Manhattan (que ya había visto en el estreno, se entiende) Woody Allen extrae de una de las bateas de una disquería un disco de Newman, acaso Sail Away (1972), el mismo que estoy escuchando ahora. 
Randy Newman "busca el fantasma de Schubert" (así dice el pie de foto en la página de R.N.) en una sala de Viena, en 2006.

La entrada de Wikipedia sobre el disco dice que Brian Wilson declaró que Sail Away lo afectó muchísimo y que incluso llegó a salvarlo de caer en una depresión profunda. Escucho estas canciones increíbles en la voz de Newman y encuentro que la genialidad de las composiciones, las letras llenas de ironía y sarcasmo, también tienen que ver con esa voz: hay algo niño, risueño en su timbre. Pienso enseguida que no por nada hizo los instant classics de Toy Story (“You’ve got a friend in me”, que Newman compuso en un día) y Bug’s Life: ahí se encuentra la soberana lucidez del adulto con el placer de la sorpresa infantil.
Pienso también (y esto ya sin chequear las reseñas en la web) que Newman, que comenzó su carrera a principios de los 60, fue siempre muy consciente no sólo de los tiempos que le tocaron, sino de lo tardío de su arribo al mundo de la música y las canciones. Por eso en sus temas hay algo siempre extemporáneo, pero cercano; de nuevo: la voz que parece cantar con despreocupación, como si se tratara de un ensayo de lo que será la canción o, mejor, como si fuese un ensayo de lo que esa canción fue.
En “Simon Smith and the amazing dancing bear” dice: “Who needs money when you’re funny” y, más allá de las alusiones políticas que flotan en todas las canciones (sobre todo en “Sail away”, “Burn on” o “Political science”), creo que la línea es casi una declaración de eso a lo que Newman nos asoma: el asunto es que necesitamos dinero y también necesitamos diversión, sobre todo este modo tan delicado y sublime de la diversión que Newman nos trae, el recuerdo de un mundo casi desvanecido que asoma en su voz como una caricatura.
 La tapa de Sail Away (1972).




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