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"I don't want to belong to any club that will accept people like me as a member." Groucho Marx en Groucho and Me (1959).

lunes, 4 de junio de 2012

"todos somos delincuentes"



Al final, cuando el grabador del teléfono ya está apagado, Beatriz Busaniche, que participó hace tres semanas del Festival de Arte & Tecnología 404, en Rosario, y dio una charla en la Facultad de Humanidades y Artes, habla del primer episodio de la miniserie inglesa Black Mirror (2011, sólo accesible a través de internet), ese en el que secuestran a una princesa británica para obligar a que el primer ministro inglés tenga relaciones con un cerdo frente a las cámaras de televisión. Busaniche ha visto en ese capítulo, cuyo tema central es la transmisión de información a través de las redes sociales e internet, una suerte de narración sesgada de lo que son hoy las comunicaciones y el relato del poder en un mundo en el que internet es algo así como el paisaje natural de la vida moderna, del mismo modo que lo fue la naturaleza en el siglo XIX o la urbe en el XX. Busaniche preside la Fundación Vía Libre y es miembro fundadora de Wikimedia Argentina, además de tener una licenciatura en Comunicación en Rosario, donde nació hace 41 años. (Wikimedia, Vía Libre: organizaciones ligadas a la defensa de los derechos ciudadanos en internet y la libre circulación de la información y la cultura.)
Ese episodio señala una nueva relación de los usuarios con la información y la intimidad, pero culmina con una vuelta a la rutina en la que no cambió lo fundamental: desmantelar los mecanismos que generan la feroz acumulación de capital, el crimen y la injusticia social. “No, claro –dice–, hay una reformulación muy grande en torno a cómo circula la información, pero no hay ningún cuestionamiento más allá de eso. El capital está cambiando de manos, como en toda gran crisis del capitalismo. Mucha gente tiene la ilusión de internet como un medio democratizante. Si mirás el pleito de las leyes SOPA y PIPA (propuestas represivas de Estados Unidos y Europa en pos de las leyes de copyright y las restricciones en el acceso a contenidos de la web), y mirás quiénes eran los jugadores enfrentados ves corporaciones de uno y otro lado: de un lado Disney, Microsoft, las asociaciones de discos y películas, y enfrente estaba Google, Facebook. Además, lo que me llamó mucho la atención fue que viéndolo desde América latina, tenemos una idea de la participación del ciudadano muy distinta de la que tienen en Estados Unidos. Los medios estadounidenses en ningún momento tomaban en cuenta la participación de ciudadanos comunes, que no pertenecieran a las corporaciones, como los wikipedistas que hicimos el bloqueo (el 19 de enero pasado), las organizaciones de base del mundo tecnológico como Mozilla, Wordpress, los grupos de ciudadanos organizados en el campo de la tecnología. No existimos para ellos y sin embargo nosotros hicimos el bloqueo, fuimos los que más vigorosamente actuamos, la Wikipedia, que la hacen ciudadanos comunes. Eso lo silencian en la discusión. Lo ven sólo como un pleito de intereses comerciales, de modo que queda la idea de que uno gana y otro pierde, y se nubla toda la discusión de los derechos ciudadanos, que es la nuestra”.
—Wikipedia señala en su portal que las entradas en español son 897 mil, mientras que en italiano (que tiene mucho menos hablantes) son más de 900 mil. En inglés son cuatro veces más, ¿por qué?
—Hay distintas teorías. Hay un hecho concreto de hace unos años que no explica la cuestión. Cuando recién se lanza la enciclopedia hubo una idea de hacerla comercial y ponerle publicidad y ante la sola idea la comunidad en español se movió hacia otra enciclopedia, y volvió esa comunidad cuando se dijo que el proyecto iba ser libre como ahora y eso restó tiempo de desarrollo. Pero ya pasó mucho tiempo de esto y no explica el fenómeno. Creo que se explica por el acceso a internet: si bien el español es muy hablado, se habla en España y toda América latina, que sigue siendo el continente más desigual del mundo. Las tasas de acceso a internet no son las mismas que en Europa o América del Norte. Esa es una primera barrera para contribuir. La otra la defino como un tema de autoestima: la idea de “¿y yo qué tengo para aportar?” Gente que accede, lee y no se le ocurre qué puede poner. El alemán se habla mucho menos que el español y tiene comunidades más activas. Quizás tenga que ver con idiosincrasias.
—¿Y cuántos de los contribuyentes son mujeres?
—Sólo el 9 por ciento. Ahí hay otra brecha enorme: estamos hablando de contribuyentes mujeres de toda la Wikipedia. Y tampoco se sabe por qué pero hay un estudio con el que estamos tratando de indagar, de hecho ahora tendremos un encuentro de mujeres wikipedistas. En el mundo de las nuevas tecnologías hay una brecha de género muy grande. En el mundo del que yo vengo, que es el del software libre, también, la brecha es brutal, similar a la de Wikipedia, es un entorno muy masculino, machista, demandante de trabajo voluntario: las mujeres no siempre tienen tiempo libre para eso. Pienso en estas brechas preguntándome: ¿qué hace una mujer con su tiempo libre? ¿Y qué hace un hombre? Porque todos estos proyectos se hacen con el tiempo libre. Entonces la pregunta es cuánto tiempo libre tiene un hombre y cuánto una mujer, y a qué se lo dedica. Creo que mientras no se superen las brechas cotidianas del empleo del tiempo de las mujeres (volvés de trabajar pero tenés que seguir trabajando, cuidar los chicos o ir al gimnasio porque hay que estar divina).
—Internet es como un paisaje hoy día, del mismo modo que lo fue la conflictiva visión de la naturaleza en el siglo XIX o la urbe en el XX. Parece que donde se entendió esto es en las series de tevé: por su durabilidad, por el tipo de historias que cuentan, por cómo repercuten en la web. ¿Qué pensás de esto?
—Sí, la posibilidad de hacer metadiálogos; por ejemplo, Lost, todo lo que pasó alrededor de la serie pasó en internet. Tenés la Lostpedia, y todo un fenómeno y una audiencia que ya no es la que sienta a mirar a la hora en que le ponés la serie, sino una audiencia que es capaz de mirarse una temporada en un fin de semana, en la computadora. Creo que tiene que ver con los cambios en el consumo cultural que son irreversibles, por más que traten de ponernos en la cajita del espectador que va a mirar las cosas a la hora y el día que alguien decide; eso, que se olviden.
—Decías también que las leyes de propiedad intelectual de Argentina están entre las más restrictivas del mundo.
—Hay una red de consumidores mundial que cada año hace un informe sobre el estado de las leyes de propiedad intelectual en el mundo. Lo que hacen es un cuestionario de análisis legal entre las sedes de los distintos países y comparan las leyes, hacen un ránking que este año puso a Argentina en el segundo puesto. ¿Qué cosas miran?: por ejemplo, duración de copyright (estamos en uno de los peores escenarios: 70 años post mortem, que es mucho más de lo que exige la Organización Mundial del Comercio; o sea, Atahualpa Yupanqui va a entrar al dominio público cerca del 2060). También el informe mide el nivel de excepciones que hay: Argentina es uno de los 20 países del mundo que no tiene excepciones para bibliotecas.
—¿Excepciones con respecto al copiado, que prohíben las leyes de copyright?
—Sí, por ejemplo, copia para uso bibliotecario, una fotocopia de una obra deteriorada, para conservación: son delitos, como sucede en muchos países africanos. Eso está contemplado entre las excepciones de Estados Unidos y Europa. Está claro que los países desarrollados no tienen un sistema tan rígido como el nuestro. No tenemos excepciones educativas, toda la gente que está en esta facultad (Humanidades y Artes), todos son delincuentes, le pueden dar seis años a cada uno, porque todos fotocopiamos libros para estudiar, sino es imposible tener un título.
—Incluso cuando no hay libros, porque las grandes editoriales no reeditan ni ceden su fondo editorial a editores interesados en publicar obras que no son de venta masiva.
—No, porque depende de sus cuestiones de mercado. Y estoy segura de que en esta facultad hay cantidad de bibliografía agotada y que no se consigue.
—¿Va a cambiar la internet tal como la conocimos hasta ahora?
—Ya cambió y va a seguir cambiando, pero hay que defenderla, hay que defender el carácter descentralizado, necesitamos distribuir infraestructura, que no todos los caños sigan pasando por Estados Unidos, necesitamos descentralizar eso y el sistema de nombres y dominios (DNS), necesitamos a como dé lugar, la neutralidad de la red y defender el anonimato en la red y el uso de herramientas de anonimización en la navegación y de privacidad en las comunicaciones, todo eso es urgente. Necesitamos defender internet de la censura y el control.

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