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"I don't want to belong to any club that will accept people like me as a member." Groucho Marx en Groucho and Me (1959).

martes, 13 de noviembre de 2012

full paraná metal jacket

Me recuerda aquella máxima de Wallace Stevens: "La realidad es sólo la base, pero es la base". La presidenta, a quien seguiríamos con gusto de no ser por estos detalles, estuvo este lunes en Villa Constitución. Al lado del metalúrgico Antonio Caló, se jactó de estar más cerca de los trabajadores que aquellos gremialistas que terminan perjudicando a los mismos obreros... y así. Pero sería una estupidez detenerme a dar mis argumentos cuando tenemos a mano esta brillante radiografía del caso Paraná Metal que escribió nuestro amigo Germán de los Santos en Cruz del Sur:



El revés de la trama

«La larga historia que encierra Paraná Metal, con parvas de anuncios que hasta ahora navegaron en potencial, actúa de contención al discurso de la presidenta Cristina Fernández de proferir como un hecho la reapertura de la fábrica que nació a fines de los 50 como Acinfer. La planta, que se originó como una firma satélite de Acindar pasó de ser una de las fundiciones más importantes del país, con más de 1300 trabajadores, a una industria abandonada como hasta hace poco, con 149 personas con tareas de mantenimiento asignadas.


Pero Cristina no conjugó el verbo en futuro, sino en presente. Y el ministro de Trabajo Carlos Tomada, conectado a través de la videoconferencia con la presidenta, quien estaba en Industrias Navales SA, en la misma localidad, dio vueltas en el aire para elogiar la inversión de la empresa Oil M&S sin decir el nombre no sólo de la firma sino también de su principal accionista: Cristóbal López. El empresario multirubro, concentrado en los negocios tan disímiles como aquellos ligados al juego y al petróleo, empezará a producir campanas de frenos para John Deere. La fabricación de blocks quedó en el pasado y es casi imposible que las subsidiarias de Ford en Brasil vuelvan a adquirir esas autopartes en una fábrica cuya maquinaria está más cerca de ir a un museo. La paradoja de este conflicto es que Paraná Metal enfrentó una sangría casi terminal en momentos en que la industria automotriz argentina batía records de producción.

A través de los subsidios Repro el Estado nacional paga los sueldos de 1900 pesos a los 149 trabajadores que quedan en la planta. Luego de que la Justicia homologara la convocatoria de acreedores de la empresa en noviembre de 2011, todo parecía que estaba listo para arrancar. Cada trimestre la dirigencia de la firma auguraba una pronta reactivación. Pero todo quedaba en la nada, aunque el 80 por ciento de los 250 acreedores habían aceptado la propuesta de Oil M&S.

Cuando todo empezó a desbarrancarse en 2008, el gobierno de Hermes Binner le pidió al Inti, conducido en ese momento por Enrique Martínez, hoy fuera de la administración kirchnerista, un plan de reconversión de la fábrica. El instituto desarrolló un proyecto que apuntaba a sacar a Paraná Metal del rubro exclusivo de las autopartes y virar hacia una fundición con una perspectiva de producción más amplia. El objetivo era que la planta pudiera abastecer al sector ferroviario, que hoy demanda insumos que ya nadie fabrica en el país. El plan del Inti incluía sólo a 300 trabajadores. Y ese fue el punto que derivó en que el gremio de la UOM, en ese momento conducido por Alberto Piccinini rechazara la iniciativa. El paso del tiempo dio otras respuestas. Hoy hacen tareas de mantenimiento 149 empleados.

José Luis Torres, integrante de la comisión interna, aseguró que “gran parte de la maquinaria está obsoleta, aunque la empresa invirtió en mantenimiento y la adecuación tecnológica. “La idea es que la planta empiece a funcionar, y en un futuro volver a producir blocks”.

El peso de la historia

Lo que es hoy Paraná Metal se llamaba en 1957, cuando se creó Acinfer, una firma satélite de Acindar, que en ese momento estaba en plena expansión con la reapertura de varias plantas asociadas a los capitales norteamericanos, en este caso el socio fue la compañía Lester Knigh Co. La idea de Acindar, que controlaba el 61 por ciento del capital accionario de Acinfer, era que en esa planta de Villa Constitución se transformara en proveedora de motores y otras piezas fundidas para las fábricas de automotores y tractores que se estaban instalando en el país, como IKA Industrias Kaiser Argentina y FIAT Concord.

Paraná Metal se llama así desde octubre de 2002, cuando Metcon (dominada por Ford Motor Argentina), la firma que controlaba la planta desde 1967, le vendió el paquete accionario al grupo Mansud SA, quien se quedó finalmente con la fábrica después del infructuoso amague de Teksid Group, una subsidiaria de Fiat, que se echó atrás unos meses antes.

Cuatro años antes de la venta, en 1998, ya habían estallado algunos problemas, cuando Metcon (en realidad Ford) intentó llevar adelante un duro ajuste de personal, con la excusa de que sobraba. Tras una dura negociación con la Unión Obrera Metalúrgica de Villa Constitución alcanzaron un acuerdo tras plegarse a retiros voluntarios trabajadores que estaban cerca de jubilarse.

Con el compromiso de que Ford seguiría comprando durante unos tres años blok de motores, Mansud y Necotyl arrancó con ese reaseguro y uno extra: la devaluación del peso que estableció Eduardo Duhalde. La fábrica retornó a niveles más o menos normales e incluso ingresaron empleados nuevos. Se llegó a producir un ciento por ciento más y se orillaron las 3.500 toneladas mensuales. Pero a pesar del crecimiento productivo de la fábrica nunca se realizaron inversiones de peso para evitar que el deterioro de la planta siguiera cayendo a pique. La última instalación de una maquinaria fue una línea de moldeo Disamatic en 1999.

A mediados de diciembre de 2008, y después de estar enmarcado en el concurso preventivo de crisis, que acudió para obtener los subsidios Repro del Ministerio de Trabajo, la compañía se presentó en convocatoria de acreedores. Paralelamente a esa decisión, se paralizó la planta por falta de producción y los operarios iniciaron un plan de lucha que se extendió por varios meses.

Un prólogo a la crisis de Paraná Metal se vivió dentro del gremio de la UOM de Villa Constitución con el enfretamiento entre dos históricos como Alberto Piccini y Victorio Paulón. El sindicato había estado conducido por la lista Marrón: el primero era secretario adjunto y el segundo secretario general. Pero todo se partió en mil pedazos. En setiembre cuando Piccini logró vencer a su compañero y se quedó con la conducción de la UOM, una organización clave para la historia reciente y con un caudal de afiliados muy grande, que supera los 5.500 miembros. Hoy la última historia sindical se dio vuelta, y es Paulón quien conduce el gremio.»

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