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miércoles, 25 de septiembre de 2013

"efectos" del festival de poesía



El poeta y escritor santafesino Francisco Bitar, junto con Daiana Henderson y Gervasio Monchietti, editor de 30.30. Poesía argentina del siglo XXI, respondió al fin nuestras tres preguntas sobre la antología que reúne a treinta poetas de treinta años de distintos lugares del país.
Francisco Bitar, Daiana Henderson y Gervasio Monchietti durante la edición de 30.30.

Desde el hotel –arroja un “acá” en su mensaje desde el servidor de Hotmail que ubicamos en Rosario– resuelve el cuestionario de un tirón. Así, las preguntas: ¿Hay alguna influencia notoria entre los 30 seleccionados de los movimientos poéticos inmediatamente anteriores o de fines del siglo XX? ¿Qué característica de la escritura destacarías? En el prólogo se menciona que entre los materiales acopiados había muchos blogs. ¿Cómo funciona el blog –y ahora las redes sociales– en estas escrituras?¿Notaste que el Festival de Poesía de Rosario ha influido en algo en estos autores? Estas preguntas, decíamos, agrupadas en tres puntos, son como el lejano eco de este breve ensayo que Bitar mastica una fresca tarde de septiembre, a horas del comienzo del XXI Festival Internacional de Poesía de Rosario.
Escribe Bitar: “«Mi tradición son mis contemporáneos», dijo (Martín) Gambarotta en una oportunidad. Si bien sus contemporáneos, los de Gambarotta, no son los nuestros –si es que puedo considerarme parte de la generación antologada; capaz estoy nel mezzo del camino–, podemos decir que hay premisas poéticas en común. Sin embargo, es mucho más interesante preguntarse por las diferencias entre una y otra generación. Creo, sobre todo, que en los 90 hay mucha intención de marcar la cancha y que, por lo tanto, el libro como afán de obra, en muchos casos como obra instauradora (¿cuántos Waste lands hay en los 90?: así, de movida, puedo contar unos 4 ó 5), tiene mucha más concentración, proyección y pregnancia. Eso, con esta nueva generación de poetas, se libera bastante, se relaja, y en ello los blogs y las redes sociales tienen mucho que ver. Entre estos nuevos poetas se privilegia el poema por sobre la obra, obra que en los 90, en muchos casos, tiene la forma de poema-libro. ¿Por qué el poema por sobre el libro? Porque el texto debe funcionar como anotación, debe poder mostrarse como objeto acabado de manera urgente, debe poder «subirse», «postearse». El privilegio del poema por sobre el libro genera una ventaja inmediata para nosotros como antologadores: es mucho más sencillo recortar poemas que fragmentos de poemas y creo que esta es una diferencia entre esta antología y, por ejemplo, Monstruos, de (Arturo) Carrera. 30.30 es un libro de poemas. Por estos motivos, por esta despreocupación respecto a la necesidad de formar parte de una generación y de darle cuerpo, las propias voces parecen hablar de un modo más bajo aunque para nada balbuceante. De todas maneras, en el cuadro completo, la frase de Gambarotta sigue funcionando, y en esto el Festival de Rosario ocupa un lugar central, estratégico. El Festival tiene mucho de encuentro (por lo afectivo), de reunión (por su aspecto táctico) y de congreso (por la puesta al día de lo que se está pensando respecto de la poesía argentina en distintas partes del país). Lo mejor del Festival, a mi parecer, está afuera de las lecturas, en estos otros «efectos» del Festival.”

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