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"I don't want to belong to any club that will accept people like me as a member." Groucho Marx en Groucho and Me (1959).

sábado, 20 de febrero de 2016

en bandeja

El niño quiso un helado y nos dijeron que la mejor heladería en Punta del Diablo, Rocha, Uruguay, era Tropical. Allí fuimos. 
Eligió americana y crema del cielo, en cucurucho. La señorita de la heladería le preparó los dos gustos en un cono uniforme que se sostenía erguido. Antes de entregarlo preguntó al niño si quería una bandeja. El niño dijo no. Pero la señorita tomó una bandeja de la pila, en el mostrador, y enunciando un "Bueno, por las dudas", zampó el prolijo cono en la bandeja y allí quedó el helado, hecho un montículo sobre la bandeja con el cucurucho de sombrero. 
Al salir observamos que toda la clientela comía el helado de la bandeja hasta que el cucurucho no representara un peligro para la pulcritud de la ropa y el lugar y lo recogían para comérselo. 
Como también soy, al fin y al cabo, uruguayo, la situación me pareció en principio natural, una medida de precaución. 
Pero cuando mi hija vio que gente hasta mayor que yo comía el helado de esa ridícula bandeja de telgopor, cuidando de dejar para lo último el cucurucho de sombrero, comenzó a reírse con ganas. No podía concebir el acto de desconfianza y precaución que significaba la bandeja: generaciones criadas para mantener en equilibrio el cono de helado sobre el cucurucho eran borradas de la faz del Uruguay con aquel pedazo de telgopor. 
El uruguayo es precavido, austero, monocorde a veces; teme el desorden y la estridencia. El argentino le resulta ruidoso, imprudente. Cuando en Argentina decimos 'buenísimo' o 'bárbaro', en Uruguay dicen 'impecable', como comer helado en bandeja.



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