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miércoles, 20 de julio de 2016

libros hasta el techo

La imagen de un lugar con libros hasta el techo siempre me fascinó. Recuerdo, a principios de los 90, haber entrado a la casa de Armando Vites, cuando aún vivía sobre Sargento Cabral, y deslumbrarme frente a las estanterías atestadas. Si los libros llegan hasta el techo requieren, además de la fascinación, cierta destreza física, el artilugio de la escalera, el método para su acumulación, porque nadie se sube a una escalera para tantear a ciegas la ubicación de un ejemplar.
Todo eso se me vino a la mente cuando entré al nuevo local de Oliva Libros, que mantiene su dirección en Rosario (Entre Ríos 579), pero debió trasladarse a un local contiguo y más pequeño y, por lo tanto, Natalio Rangone debió ingeniárselas para cargar las estanterías de libros hasta el techo.


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