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martes, 25 de febrero de 2020

el gótico latinoamericano



Sobre: Latin American Gothic in Literature and Culture. Routledge, 2017. 269 pp. Sandra Casanova-Vizcaíno e Inés Ordiz, editores

Este oportuno volumen es testimonio de la innegable ascendencia del gótico como objeto de investigación en los estudios latinoamericanos. Esta ascendencia es en sí misma un eco del creciente prestigio y dominio del gótico en América Latina y la más extensa arena cultural global. Consideremos un ejemplo revelador: dos de las escritoras latinoamericanas más visibles —y talentosas— de la actualidad, las argentinas Samanta Schweblin y Mariana Enríquez, saltaron a la fama mundial por la potencia de dos libros góticos, la nouvelle Distancia de rescate (traducida al inglés como Fever Dream) –preseleccionada para el premio Man Booker–, y la colección de cuentos Las cosas que perdimos en el fuego (traducido, hasta ahora, a más de veinte idiomas).

En América Latina, como aciertan a señalar los editores de este libro, la etiqueta gótico coexiste con otras: horror, terror, fantástico (más cercano al francés “fantastique” que al inglés “fantasy”). Esta pluralidad plantea en sí una pregunta interesante: alude al prestigio tradicionalmente dudoso del gótico, y de cómo se concibió la literatura –como institución en América Latina– hasta hace muy poco. Esta borradura formula una serie de tareas para los académicos:

1) explicar por qué el gótico no asumió hasta hace poco su nombre como tal y por qué lo hace ahora;

2) reconstruir un linaje del gótico en América Latina;

3) definir las preocupaciones, los temas y los rasgos formales del gótico; y

4) evaluar su especificidad, tanto a nivel regional (por ejemplo, ¿qué tiene en común el gótico en toda América Latina y qué lo diferencia de las instancias metropolitanas del gótico o el gótico global más desterritorializado?) y dentro de áreas particulares o naciones (por ejemplo, ¿en qué se diferencia el gótico argentino del, digamos, gótico mexicano o caribeño?). Estas no son tareas fáciles: el objeto de investigación está conceptualmente –y acaso de modo inherente– mal definido. ¿Es el gótico un género definido por temas específicos, temas y giros narrativos, es un modo, o es solo una constelación de tropos –como el pasado que regresa, la contaminación, la criatura intermedia, y así– que refleja múltiples prácticas discursivas, tanto ficticias como no ficticias?

domingo, 2 de febrero de 2020

el populismo democrático argentino


Los líderes del giro a la derecha firmaron con anticipación el epitafio del populismo latinoamericano. Luego llegó el 18 de octubre, cuando los estudiantes de secundaria saltaron el molinete del subte de Santiago de Chile en protesta por un aumento del 5 por ciento. La consiguiente represión brutal lanzó una de las mayores protestas sociales en la historia de Chile, que hizo añicos el gobierno neoliberal de Sebastián Piñera. Solo nueve días después, en Argentina, el conservador Mauricio Macri perdió su intento de reelección frente al candidato peronista Alberto Fernández. Macri había prometido que sus políticas de liberalización “terminarían con 70 años de peronismo”. De hecho, alentaron su notable regreso.



Estos eventos simultáneos tienen razones dinámicas independientes y nacionales, pero se reflejan mutuamente. Chile se evaporó como el ejemplo de una democracia sin conflicto que cautivó las mentes de liberales y conservadores. La ciudad en una colina que ofrece “profundas lecciones de moderación, cooperación e innovación“, como dijo el economista Jeffrey Sachs en 2010, demostró ser un enclave opresivo de militancia antisocial en una región energizada por la acción colectiva. “Chile importa”, como dijo Sachs, pero no de la forma en que pensaba.

Las elecciones en Argentina, por otro lado, no aplastaron tanto las esperanzas como confirmaron las lamentaciones de las maravillas anti-populistas sobre un país maldito por la política plebeya. La narración de un país arruinado por demasiado conflicto y demasiados almuerzos gratis siempre fue validada por una historia de subordinación y eficiencia. Los últimos cuatro años del gobierno conservador son lo que fueron: una experimentación con el individualismo y la cruel disciplina que dejó al país al borde del colapso.