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viernes, 8 de enero de 2010

pequeño zizek ilustrado

Zizek en Rosario fotografiado por Marcelo Manera.

en mayo de 2005 slavoj zizek estuvo en rosario y fui invitado a su conferencia de prensa en el salón de la sede de la unr. como no me animé a hacer muchas preguntas y, a la vez, me incomodaba la idea de empezar a preguntar en inglés (dado que la traductora sólo sonreía y no parecía capaz de otra cosa), como esos tipos que reclaman atención, me encontré en la redacción del desaparecido diario
el ciudadano & la región sin saber qué hacer con la hora de material grabado y mis anotaciones. a la vez, no tenía otra nota para meter en la edición de cultura del lunes, a menos que quisiera poner algún cable de télam. así que se me ocurrió armar una serie de entradas, al modo de un fragmento de diccionario, con las que dar cuenta de la larga charla de zizek aquella tarde.



Después de presentar en la Feria del Libro, el 3 de mayo de 2005, su libro El títere y el enano. El núcleo perverso del cristianismo (Paidós), el filósofo esloveno Slavoj Zizek estuvo unas horas en Rosario, donde dialogó con la prensa y dio una conferencia para unas cuatrocientas personas en el salón central de la sede de la universidad. Locuaz y campechano, Zizek se extendió durante más de una hora a un auditorio que se apuraba a festejar los chistes con los que suele desentrañar la lógica de la ideología en la modernidad tardía antes de que la traductora los volcara al castellano.

Mientras Zizek se refería a los últimos avatares del capitalismo, el primer viernes de mayo de aquel año, desde las paredes del salón de la sede de la UNR (en Maipú al 1000) las intervenciones del publicista y artista plástico Niño Rodríguez (cuya obra estaba expuesta allí) sobre una serie de iconos de célebres marcas multinacionales parecían guiñar el ojo con socarronería a la concurrencia.

Zizek –quien reside parte del año en Buenos Aires desde que se casara en el 2004 con una ex novia de Andrés Calamaro– abundó en los tópicos conocidos para cualquier lector del autor adicto a bajar sus artículos de Internet y, a modo de plus, aportó algunos datos sobre su pasión argentina y, según pudo inferirse de sus dichos, sus seguidores pueden estar tranquilos, Zizek no se convertirá al peronismo, aunque no hay seguridad alguna con respecto a sus preferencias futbolísticas. Por lo pronto, ninguna comisión canalla se acercó a la sede de la UNR a entregarle al pensador la camiseta del cuadro de Arroyito.


Agamben, Giorgio: Sobre el minuto 55 del encuentro con la prensa, Zizek se declaró amigo de Alain Badiou y se alejó del filósofo italiano Giorgio Agamben (autor de Homo Sacer) cuando se le preguntó por la “biopolítica”: “Creo que la noción de biopolítica de Agamben –dijo Zizek– es muy útil, pero hay que entender primero que su concepto no es simplemente algo que tiene que ver con el control policial totalitario, sino que es crucial la experiencia del campo de concentración y de los campos de ayuda humanitaria, son dos caras de la misma moneda. Pero mi problema con Agamben es que creo que cae en una suerte de utopía negativa, como si la lógica de la biopolítica del Homo sacer, fuera una suerte de punto final teológico del desarrollo de Occidente. Como si los campos de concentración fueran la verdad de la democracia. Así que básicamente no podemos hacer nada, sino esperar algún evento mitológico-mesiánico. Tal como refiere Agamben a Walter Benjamin cuando éste habla de violencia divina. Y esto me suena a una posición confortable, los intelectuales muchas veces pretendemos que nos satisfagan demandas muy extremas porque sabemos bien que no se puede hacer, entonces nos sentamos y no hacemos nada pero nos sentimos muy radicales. Creo que Agamben se acerca mucho a eso.


Cinismo: “El problema de cómo construir una colectividad –disparó Zizek ante otra de las preguntas– es crucial hoy en día. Pienso que por eso Agamben, Alain Badiou y yo estamos tan interesados en San Pablo, y somos todos ateos, lo que vemos allí es, precisamente, un modelo de colectividad nueva. Ni el colectivo fundamentalista tradicional ni este capitalismo individualista indiscriminado. Pero lo que me fascina en la ideología de hoy es que hay se ha puesto el objetivo en objetivar las instituciones en las que no creemos, somos cínicos, pero las ideologías están institucionalizadas en lo que hacemos: por ejemplo, no tenés que amar a tu mujer, estás casado y el casamiento garantiza que la amás. Tu amor está objetivamente ahí”.


Distancia mínima: Durante la conferencia de prensa un periodista recordó que justo el día que Zizek había elegido para venir a Rosario era el cumpleaños de Sigmund Freud, contingencia curiosa que lo llevó a otras, como asociar la escritura del esloveno con la del polaco-argentino Witold Gombrowicz o pensar en la obra de Oscar Massotta, quien introdujo a Lacan en el país. “Aunque Eslovenia es un país más chico que Argentina, estamos aquí en la misma posición –respondió Zizek–: somos capaces de leer a Lacan desde esta distancia mínima y externa. Por esto mismo, en mi problemático libro sobre Lenin, enfatizo que Lenin era ruso desde afuera, no era del círculo interno, lo mismo que san Pablo, que no era parte del círculo íntimo de los apóstoles. Es sólo desde este lugar de distancia mínima que se puede alzar una interpretación creativa. Por supuesto que los puristas del centro, reclaman que se está haciendo la lectura equivocada. Muchas veces la mala lectura de un autor puede llegar a la que el autor mismo hace. Y aquí podemos referirnos a Alfred Hitchcock: un inglés que como tal pudo ver la patología de los Estados Unidos mejor que los americanos. En la novela policial podría decirse lo mismo de Raymond Chandler: él descubrió la dimensión poética de los Ángeles, aunque se formó en Inglaterra y leía a T.S. Eliot cuando era joven. Pienso que nosotros, desde Argentina, desde Eslovenia, no deberíamos tener ninguna clase de complejo cuando hablamos con Paris, el hecho de estar afuera es una ventaja, lo mismo va para ustedes, aquí en Rosario”.


Heidegger: El editor de la revista rosarina de cultura Nadja requirió a Zizek que diera algunos detalles en torno al Dassein según Martin Heidegger, su relación con el sujeto de Jacques Lacan y algo que el filósofo esloveno había trabajado en su libro El espinoso sujeto. “Paradójicamente –dijo Zizek–, los días en que Heidegger estuvo cerca de la tentación fascista, fueron sus años más intensos y creativos. No el último, el más poético y pasivo. Hay como una ironía trágica: el Heidegger que estuvo políticamente cerca del fascismo es el más interesante filosóficamente”.


Martel, Lucrecia: “Estoy enamorado de estas atmósferas depresivas del film La Ciénaga donde no pasa nada, es como si Lucrecia Martel –dijo Zizek–, y esto puede sonar a melomanía ridícula, fuera para mi como el Robert Altman argentino”.


Once de septiembre, el: “Creo que el 11/9 es el símbolo de algo –le dijo Zizek a una periodista que buscaba una máxima para un título–, pero, ¿de qué? Pienso que es crucial entender el 11/9 como el contrapunto de la caída del muro de Berlín. Con la caída del muro entramos en los «gloriosos» 90. Esta, creo, fue la verdadera era de la utopía, la de la democracia liberal, aquello del fin de la historia de Fukuyama: las ideologías están muertas y encontramos el sistema que funciona a nivel global y gradualmente las cosas se pondrán mejor, y todo el mundo se unirá al imperio capitalista, democrático y liberal. Creo que el 11/9 señala el fin de esta utopía. En lugar de eso es que se levantan nuevas paredes. Cuanto más unida aparece la economía mundial, a medida que mayor cantidad de productos básicos circulan libremente, es más difícil circular para la gente. Se alzan muros administrativos y de seguridad: entre Estados Unidos y México, entre Europa y Europa del Este. Hoy estamos en el medio de la pesadilla de la utopía de los 90. Pero pienso que no tenemos una buena respuesta desde el lugar en el que estamos hoy. Liberales y marxistas tradicionales suelen pensar que se trata del mismo viejo capitalismo y tenemos una serie entera de post teorías, pero no creo que estas teorías realmente expresen lo que pasa hoy. Por ejemplo, tomemos a China, la paradoja del país con el capitalismo más dinámico bajo un partido comunista. Creo, modestamente, que debemos aprender qué esta pasando. Admito que estoy perplejo”.


Periodismo: Después de que la traductora de la conferencia de prensa tradujera “comodities” (productos primarios) como “comodidades” y escuchara algo así como “Hay que ver” por Heidegger, la periodista preguntó en inglés para hablar de su oficio. “Algunas personas que aprecio, como Noam Chomsky –respondió Zizek–, piensan que tienen que contarle a la gente todo lo que pasa. No creo en eso, pienso que en los tiempos cínicos en que vivimos, aunque las personas supieran todo lo que pasa, les darían, como se dice en Estados Unidos, una vuelta para neutralizarlos. Entonces, es mucho más que sólo el reporte, la noticia. Uno debe comprometerse más, los hechos en sí no son suficientes. Por ejemplo, uno puede informar sobre todo lo que sucede en las favelas, pero colocado en una forma en que aparece como una filantropía neutral sobre el asunto. Recuerdo que cuando era joven, en los últimos años del socialismo real estaba permitido criticar al marxismo, incluso se podía decir que toda la historia del socialismo era un gran crimen. Lo que no se podía era criticar al conjunto de jefes comunistas. Si uno interpretaba a un comunista ingenuo y decía que uno creía en el comunismo, pero que estos jefes locales traicionaban al comunismo podía ser arrestado, entonces hay que saber cómo golpear en lo local, antes que atacar lo general. Hace poco hablé con un periodista de Polonia, un disidente, que me dijo que hace 30 años era fácil: uno escribía un texto y se lo llevaba al censor que había en el edificio, estaba ahí, atrás de un escritorio, y uno iba y negociaba: algunas cosas se permitía y otras no. Estaba todo claro. Ahora uno es formalmente libre, pero nunca se sabe a quién se va a herir y todo aparece más cargado de ansiedad. El periodista polaco reconoció que sentía nostalgia de aquellos tiempos en los que estaba el censor en el diario”.


Pizarnik, Alejandra: “Pizarnik es para mí un poco demasiado intensa –dijo Zizek– y eso se relaciona con mi rasgo racial esloveno, porque desde nuestro pasado político en los 90, la guerra en Yugoslavia –como sabrán–, tengo un gran descreimiento contra estos poetas. Pienso que en Estados Unidos tienen un complejo industrial-militar, así como en los Balcanes tenemos un complejo poético-militar. Poetas que piensan sobre la nación, se juntan con los soldados y se juntan las etnias clásicas, creo que esto no tiene nada que ver con la poesía de Pizarnik, sólo quiero explicar mi miedo a la poesía. Pero adoro tremendamente algunos de sus poemas mínimos. Pienso que la literatura argentina fue casi ensombrecida por el realismo mágico. Precisamente, me interesa descubrir Argentina como extranjero. Porque creo que en países como éstos, que todavía no están ultradesarrollados pero tampoco son exactamente el tercer mundo, algo nuevo puede emerger. Pienso que el primer mundo de los Estados Unidos puede muy fácilmente colonizar el tercer mundo. Nosotros, el segundo mundo, somos los problemáticos, somos los que podemos resistir. Puedo ser muy ingenuo en creer en el Mercosur o la Unión Europea, no deposito ninguna ilusión en ello, creo sólo esto: de la forma en que se mire hay dos centros de poderes globales, los Estados Unidos y la costa del pacífico, China y Japón, que tienen una forma de vida muy distinta, y sólo sé lo siguiente: no me gusta vivir en un mundo donde las dos únicas opciones son Estados Unidos o China. Es por esto que estos centros regionales son tan importantes”.


Saer, Juan José: “Tengo mis autores argentinos preferidos –dijo Zizek–, por ejemplo, Juan José Saer, pero no sus novelas más conocidas. Hay una que transcurre precisamente en un paisaje de provincia, en el río Paraná. Nadie, nada nunca. Lo que me gusta mucho de esa novela es cómo el mismo evento se describe dos veces, primero objetivamente y la segunda, desde un punto de vista. Pero no es sólo que se toma primero desde afuera y luego psicológicamente. Algunas veces, cuando es en primera persona, es más objetivo, y lo que describe por lo general es nada, no pasa nada... No sólo Lacan o Alain Badiou hablan de sustracción, de diferencias minimales, pienso que Nadie nada nunca es una de las grandes novelas de la diferencia mínima”.


Utopía: “¿Dónde está la utopía? Habrán notado que usé un raro ejemplo de utopía –inquirió casi dialécticamente Zizek–, no hablé de comunismo, sino, precisamente del capitalismo de los 90, que se presenta como algo muy realista. Y, segundo, creo que deberíamos distinguir tres niveles de utopía: uno, la de los libros de sociedades imposibles, como en Platón o Thomas More; luego, los aspectos utópicos de la misma dinámica capitalista: el surgimiento de nuevos productos y nuevos deseos, donde somos puestos frente a lo que imaginamos de imposible acceso. En este nivel podemos ver la consumación de la dinámica capitalista como una utopía. Pero para mí, una verdadera utopía política no es el sueño de una sociedad perfecta, sino que, como se dice en América, cuando uno es puesto en una posición de mierda, debe inventar una nueva forma de vida para sobrevivir, utopía en el sentido de algo que surge en una momento de emergencia. Si entendemos por utopía las cosas que son imposibles, entonces creo que la verdadera utopía es que el capitalismo global de estos días va a seguir para siempre”.

2 comentarios:

  1. Che, ¿no sería que la traductoria era Analía, la ex de Calamaro que mencionás?

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  2. creo que no, alguien que pasó de calamaro a zizek no podría reirse tanto

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