Hace poco, un sábado sobre el mediodía, cuando caminaba por el centro con mi hija, me encontré con Janún. Fue ella la que me reconoció, me llamó. La saludé con emoción. Mi hija tenía poco más de dos años cuando empecé a tratar con ella en la Colonia Psiquiátrica de Oliveros, donde estaba internada. Janún me contó que hace seis años se externó, que lleva adelante su vida en Rosario.
En 2001 publicamos Colonos, una suerte de revista de lo que hacíamos en el Taller de Escritura de la Colonia que reunía textos de los pacientes que asistían a esos encuentros y conversaciones que habíamos tenido sobre esos escritos y de las que yo tomaba nota.
Conduje ese taller de escritura desde enero de 1998. Hugo Boggio me propuso hacerlo y tras idas y vueltas acepté. Los motivos por los que dejé el trabajo no me son claras todavía. Creo, de todos modos, que uno no puede pasarse mucho más tiempo que los cuatro o cinco años que estuve haciéndolo. Pero es un asunto que no tengo del todo claro y sobre el que quisiera escribir para aclarármelo, no ahora.
Con la familia en la feria de la Compañía de la Medialuna.
El sábado pasado estuve en el parque Scalabrini Ortiz, en la función de la Compañía de la
Medialuna. Cuando estaba por empezar la función (antes habíamos recorrido la feria con mis hijos, sobrinos y parentela), Fernando Ferraro (a quien no conocía hasta ese momento) me preguntó si yo era yo y que Mónica Molina me había reconocido y que allá estaba, que me quería saludar. De nuevo, con gran emoción me acerqué a saludar a Mónica, quien aún está internada en Oliveros y había salido, acompañada por Fernando y otros trabajadores de la Colonia, para ver el espectáculo. Las charlas que tuve con ella, con Janún, con todos los pacientes de entonces, alimentan aún cierta visión sobre la escritura, sobre su cuerpo y su marca que con ellos se transformó en un antes y un después.
Copio acá un fragmento de Colonos, una conversación en el que repasamos textos y cosas que decíamos en esos encuentros.
Reencuentro con Mónica Molina en el Scalabrini Ortiz. Foto de Fernando Ferraro.
Manifestaciones
23 de marzo de 2000
Janún —Sobre Psicosis [uno de sus poemas] puedo decir que es un vaivén, es la psicosis, digamos. Sobre Paranoia [otro poema suyo], es un rubí, un tono rojo, porque los paranoicos son capaces de matar.
Me gustó mucho escribir los poemas que hablan de las enfermedades. Fueron terapéuticos. Escribirlo es una forma de decírselo a esa gente que no sabe por qué está enferma. Creo que a los psicólogos les va a interesar esta “mirada” –como usted dice– sobre las enfermedades.
—¿Y sobre “Aquello que perdí”?
—Son recuerdos, entre las cosas que se perdieron son muy pocos mis recuerdos. También forman parte de lo que perdí. Los que no puedo razonar.
—¿En Depresión se refiere al ego?
—Todos hablan y saben, observan qué hace el otro, sin entrar en razones y decir: “Bueno, lo voy a escuchar”. El ego supera el yo: quieren imponer las cosas de la manera que las piensan. Mi ego es tan alto que no encuentro las palabras para definirlo.
—El agua, como figura, está muy presente en su texto Depresión. ¿Tal vez esta figura pueda leerse como el fluir de cosas que corren ajenas a uno?
—Sí, es el contenido del llanto, las ganas de llorar. Cuando a los enfermos se les pasa la angustia empiezan a tirarse agua y se bañan y se bañan. Como que se insertan en la vida.
—¿Como si la angustia fuera apartarse del flujo continuo de la vida?
—Es la poción secreta: ese saber que hay que esperar para salir de la depresión. El sonido del reloj, de la madera y el cristal, que puede resultar insoportable.
Psicosis: «Qué me hace hablarle a la estufa / Dar clases en la noche y en la cama / Cruzar la calle con miedo / Y luchar como un boxeador a cada chispeo / Hablar de los Ramírez, López, Ocampo / Miento o desmiento que no son mis parientes / Desconociendo en cada historia del pasado / Algún nombre que se repite en la historia revuelta como un guiso / Negaciones de dichos pasados que volaron como abejas del panal / Palabras que no entiendo pero llenan mi miedo / Talladas con imágenes auditivas, visuales, temporales / Que pegan contra la ropa para salpicar el tiempo en silencio / Arrorró que canto cuando me baño por un hijo perdido o anhelado / Respuestas físicas a una imagen que no podemos compartir / Aunque quisiera en ese momento conocerlo o conocerla / Para entenderte más, para mimarte más, para saber más de vos / Qué me separa de la razón y de mis hijos, marido, quehaceres / Para hundirme en un mar de corales, estrellas de mar, caballitos de mar / Con quién convivimos y amigamos después de cada falta de razón / Y la cual escuchamos, lloramos y sufrimos por saber que existe / A pesar de tu negación y tus medicamentos.» Janún
—¿Se encuentran diferencias entre lo que se quiere escribir y lo que se escribe?
Antonia Álbarez —Quiero escribir un libro que se va a llamar Jirones de una vida, historia de una pesadilla; que es lo que yo viví en España. Escribí, pero me salió en un idioma raro. Quería escribirlo de otra forma. Hablaba de la guerra en España, de pueblos de niños exiliados de la guerra.
Janún —A veces no se puede terminar de hilar. Las imágenes se van cortando. Aparecen bloqueos.
A.A. —Quería escribir la historia de mi vida, pero me salió otra cosa. No me sé organizar para escribir. Quisiera estar en un lugar sola y tranquila.
Ramón Esteban Garay:
Cuéntame
«Cuéntame de los días que pasan/ Cuéntame de las horas que se van/ Cuéntame también de los amigos que ya no vienen/ Cuéntame si en lo lejano del olvido aún puedo amarte/ Cuéntame de los niños que juegan alegres en las plazas/ Pero nunca me cuentes de los que viven solos en sus casas.»
Con la luna
«Miraba yo por la ventana su áureo resplandor/ Dueña y señora de la noche/ Qué motivos habrá para que nos alumbres siempre/ Que motivos hay para que no dejes de alumbrar/ Qué lindo motivo, dueña y señora de la noche».
—Hay algo como inquietante en esa pregunta por los “motivos”.
R.E.G. —No es pregunta, sino una reflexión, reflexiona sobre el presente.
J. —Como diciendo, me cayó del cielo la luz.
¿Cómo nos manifestamos?
«Nos manifestamos por medio de talleres donde encontramos traspasar la perfección con la imaginación usando pinceles, pinturas, recortes, armando historias con nuestros conceptos convertidos en imágenes, poesías, tareas laborales, audiovisuales, murgas para trasladar estos conceptos que no pueden fluir por la palabra en cosas que los demás puedan apreciar, escuchar, leer engañando así, en forma tan sutil las verdades más íntimas que escondemos y los demás no pueden ver ni saber sino sólo a través de aquello que queremos expresarle en ese cuadro, en esa frase, en un trabajo manual, en ese momento de sentarnos a compartir una película para decirles en forma imponente mi vida es como quiero que sea, como la siento, como la disfruto, como late mi corazón, como la deseo tejiendo una tela de araña sin pensar que a los demás les puede entorpecer el andar comenzando de nuevo en ese momento a trabajar, a tejer, a armar, a enmarañar el camino que queremos transitar una y otra vez sin importar que algún día no podamos encontrar ese camino a transitar.» Janún
— Cómo surge la idea de escribir ¿Cómo nos manifestamos?
J. —Es una definición del área cultural.
— ¿Y cómo se interpreta esta parte del texto que dice: “Engañando así, en forma sutil, las verdades más íntimas que escondemos”?
J. —Uno va enmarañando al otro. Cuando salimos, a veces, ni le decimos a la gente que estamos en la Colonia. Vamos a un parque y nos sentamos todos en una mesa a la que no se acerca nadie.
(En una entrevista que le hicieron en un diario de Rosario) el director (Gustavo) Castaño habló de Descartes y la revista Francesa, a lo mejor porque decían que Napoleón era loco. ¿Cómo puede dar esos datos para un inconsciente colectivo que se lee en un diario? Él mismo se acusa de las denuncias porque las responde.
R.E.G. —Estoy de acuerdo con Castaño, porque la familia se lava las manos. Tengo tres tías, nunca aparecieron por acá.
J. —Debería hablar acerca de si hay progreso en los pacientes y dejar esas cuestiones burocráticas de lado.
—La última oración de ¿Cómo nos manifestamos? dice: “enmarañar el camino que queremos transitar una y otra vez sin importar que algún día no podamos encontrar ese camino a transitar”. En su versión original, antes de la corrección, la frase quedaba oscura y decía: “enmarañar el camino que queremos transitar una y otra vez sin importar que algún día no podamos la encontrar”, ¿a quién se refería, qué o quién era lo que no se podía encontrar?
J. —A la otra persona, molestamos a otro. Cuando no encontrás el camino es que la otra persona nos molesta y hay que volver a tejer esa tela para volver a caminar por ahí.
—¿Y qué sería volver? ¿Se vuelve cuando no se encontró otro camino?
Antonia Álbarez:
«África linda y soñada, por todos deseada/ Cómo quisiera tener alas para poder llegar, cruzar el desierto del Sahara y, en un oasis de vergel natural, allí poder descansar. Y gritar a los cuatro vientos: ¡África linda y querida, he vuelto acá para no separarme nunca más!»
Antonia Álbarez escribió una carta al coronel Mohamed Alí Seineldín en el que lo saluda y le agradece sus acciones. El militar, desde su prisión, le envió una tarjeta personal en la que le responde:
«Por Dios y la Patria/ Mohamed Alí Seineldín/ Prisión Militar/ Saluda con todo su afecto a la queridísma señora Antonia Álbarez, acusándole recibo de su amable carta del 1º de Octubre.
Muchas gracias. Espero que tengas un buen tratamiento para recuperarte lo más antes posible. Ruego a Dios y María de la Merced por tu pronto restablecimiento. No aflojes. 15 de octubre de 1999.»
Conversaciones
8 de julio de 1999
Ramón E. Garay; sobre La suerte de un mal:
—Está bien escrito. Lo hice cuando vivía en Oliveros. Es mi enfermedad propia.
Hay palabras repetidas, como la palabra amor.
El poema es una charla con el recuerdo, con el presente, con el futuro: cuando uno escribe busca amigos. Los poemas también piden, piden que sea más linda la vida. Simplemente piden.
(Los poemas) no son muy claros, son desparejos, disrítmicos, por la enfermedad que sufro. Si la persona deja de amar no puede escribir. Amar es dar curso a una libre lengua.
«Lejano y diáfano/ siempre presente/ ese es el recuerdo/ que llevo en mi mente.» R.E. Garay
29 de julio de 1999
R.E. Garay:
— Los otros días, día de la radio, un joven muchacho recordó momentos con unas viejas canciones, las cuales eran de Vox Dei. Dichas canciones me llevaron a remontarme a mi juventud, las cuales eran gran éxito.
—¿Por qué usa artículos tan acartonados como las cuales, dicha?
R.E.G. —No quiero tragarme palabras, se abrevia mucho y es un relato.
(La canciones) trataban en ese entonces de problemas que tenemos los jóvenes, tanto familiares como de amor. Es entonces cuando me di cuenta que aún sigo siendo joven y las canciones pasaron de moda, pero quedan como imagen y sentido de algo vivido.
—En una poesía que le escribió a un pintor de albañilería dice: «Ave de su pincel que no deja marca ni trazo», parece como una contradicción, aunque es muy sugestivo, ¿cómo explicaría esa línea?
R.E.G. —Como si pintara sin necesidad de enseñarle. En la escritura se deja marca porque uno escribe. En la escritura quedan las marcas endebles del pensamiento. A mi me interesa escribir bien, no de más. Escribo para alguien que fue mi mujer, como en La Magnolia. Escribo así, a lo loco: lo primero que siente. Siente ganas de hablarlo y como no puede lo escribe. Si pudiera hablarlo no escribiría.
Que bueno todo esto!
ResponderEliminarMe parecio muy interesante como describen sus sensaciones, su mundo. Nunca habia leido algo escrito por personas en esta situacion...es triste, pero es lindo.
isis, después te paso esa publicación. y sí, es lindo, porque el taller de escritura era un espacio al que los pacientes iban a escribir, no a ser pacientes psiquiátricos.
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