Los trabajadores serán siempre peligrosos. Siempre, con su roña, serán acusados de obstaculizar el desarrollo, el crecimiento, la libre empresa. No importa los enormes riesgos que toma un obrero con su cuerpo, su magra economía, su familia; el riesgo será siempre del capital. Por eso, por esa extraña lógica de vedugos, legitimada desde la dirigencia política, empresarial, y por los boludos del llano, se acepta la gran estafa financiera.
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