Imagen tomada de Alexander Vórtice.
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viernes, 20 de septiembre de 2013
paréntesis adolescente
Nuestro pensador oriental de cabecera sostiene: "La modernidad clásica sostenía que el niño era un proyecto del adulto y el adulto era un proyecto de sí mismo, determinado por el niño —y ahí se levantaba la historia como drama y organización narrativa del tiempo colectivo. El adolescente, en cambio, es un paréntesis en el que se es nada y se es todo. Es una tragedia absoluta en la que no hay origen ni destino y por lo tanto tampoco historia. El adolescente es una abolición de la edad". Y apela a las series que vemos con esta frase: "Las culturas comunitarias, esas utopías célibes inquietantes que Hollywood muestra incesantemente, comunidades imaginarias horizontales con fobia al Estado o a las instituciones, hechas de vecindad, proximidad y vínculos de apego o de raigambre (el barrio, las residencias, las familias, las hermandades, el club de retirados militares, los grupos de ayuda o apoyo, la fraternidad de estudiantes, la comunidad religiosa, la minoría cultural, sexual, étnica, etc.), sólo logran estabilidad en ese estado de inestabilidad permanente entre la sumisión o el horror a la brutalidad mecánica del poder, a la disciplina o a la amenaza real externa, y la libertad abstracta absoluta de la psicosis, encarnada en una especie de fusión incestuosa de sus partículas".
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