Los 22 números de la revista Boom (entre agosto de 1968 y julio de 1970) son en la actualidad
casi imposibles de conseguir, pero pueden espiarse en la antología de artículos
que cuidadosamente compiló el escritor, poeta y periodista rosarino OsvaldoAguirre en el libro Boom, la revista de
Rosario. El volumen, asimismo, integra la serie “Constelación Santa Fe” y
su propuesta ganó en 2010 la convocatoria del Programa Espacio Santafesino,
estímulo a la producción editorial del ministerio de Innovación y Cultura de la
provincia.
Boom fue el
mensuario que registró el ingreso de Rosario a la modernidad próspera de los
60. Tuvo firmas como Fontanarrosa, quien diseñaba y dibujaba las tapas, o
Soldi, cuyo registro del Rosariazo superó al de otros medios de la época al
seguir con su cámara las escenas no oficiales de la revuelta. Los mismos
nombres son hoy día casi una marca de la ciudad.
En esos años sin sosiego del fin de la década, Rosario, que
vivía un momento de bonanza económica importante, modificaba su fisonomía: al
tiempo que comenzaban a levantarse edificios de gran altura, en la periferia
empezaban a desparramarse las villas miseria. Desde la revista, lo mismo que
aquellos fotógrafos pioneros del cambio de siglo XIX al XX, como FranciscoAyerza, Cristiano Junior o el santafesino Fernando Paillet, sus escritores
entendieron que estaban antes un paisaje que iba a cambiar de forma definitiva.
Eso fue lo que se abocaron a escribir.
Como señala Julieta Tonello en la introducción, si bien
existían por entonces revistas literarias que son también hoy un mojón
importante en la historia cultural de la ciudad (Setecientosmonos o ellagrimal trifulca, entre otras), se trataba de publicaciones abocadas a la
literatura. “Boom”, en cambio, interpelaba a un espectro más amplio de
lectores, aunque formados, cultos: las reseñas bibliográficas –que tuvieron
entre sus colaboradores a Juan Martini o Angélica Gorodischer– ocupaban una
parte importante en cada número. A su vez, la publicación de libros de
escritores argentinos que entonces habían hallado una nueva voz para narrar la
Argentina (Manuel Puig, Eduardo Gudiño Kieffer, por ejemplo), más el éxito que
tenía por esos días la literatura producida en América latina (Gabriel García
Márquez había publicado Cien años de
soledad el año anterior al de la salida de la revista), hacían de Boom no sólo una palabra conocida, sino
una contraseña.
Lagos Rueda, quien cuenta en la entrevista incluida en el
libro que debió ganarse un lugar en el periodismo a pesar del ilustre apellido,
tomó nota de las revistas que se hacían en Buenos Aires, como Primera plana y Panorama, que a su vez habían tomado nota de las norteñas Time o Newsweek. Cada número de Boom
presentaba un tema en la tapa. Desde “Judíos en Rosario. ¿Un grupo segregado?”
(agosto de 1968), hasta “Gardel, y la fama es puro cuento” (junio de 1970),
pasando por “Villas de emergencia. El cinturón de la miseria”, “Juego prohibido
en Rosario. El dinero secreto”, “El homosexual en Rosario”, “Construcción en
altura. Más departamentos para menos compradores” o la de la entrevista con
Juan Domingo Perón de mayo de 1970, “¿Morir en Madrid?” (todas las tapas están
reproducidas entre la página 180 y 182), los titulares de Boom postulan la ciudad actual, la dibujaban hace 43 años. Leer en
el libro la crónica sobre los rosarinos y el río, cuando el barco Ciudad de
Rosario se oxidaba en un muelle y sólo los bacanes cruzaban a la isla, o el
relato de la noche en la ciudad, cono los piringundines que vivían de los
embarcados en pleno centro, o la que explora en los túneles sobre la costa, que
hoy circulamos a diario, es como ver una temporada de la serie Mad Men pero ambientada en la Rosario de
principios de los 70. Y, mejor que ver la célebre serie, es un ejercicio
histórico vertiginoso: podemos dimensionar el movimiento y las fuerzas que nos
pusieron en el lugar actuar y, a la vez, podemos hacer un lugar para el drama
personal, para nuestro modesto periplo en la gran correntada de la historia.
Le preguntamos a Osvaldo Aguirre cómo lo interpela, como
periodista, la lectura de Boom hoy
día. Nos respondió: “Una de las cosas que me sorprendió al comenzar con el
libro fue que Boom no estuviera
disponible en ninguna parte. Hay una colección hecha pelota en la hemeroteca de
la Biblioteca Argentina y ejemplares sueltos y alguna colección completa en
manos privadas. Fue una experiencia de ruptura en el periodismo de Rosario pero
muy pocos la conocen en la ciudad. Hablamos de nuevo periodismo en los 60 y
hablamos de Primera Plana y Panorama, y pasamos por alto la
existencia de Boom, que para mí está
al mismo nivel de esos títulos ilustres y es más interesante que cualquiera de
ellos para un lector rosarino. Entonces, en primer lugar la lectura de Boom me interpela desde el punto de
vista de la historia cultural: de cómo carecemos de investigaciones y de un
relato de nuestra propia historia. Por otro lado, uno de los legados más
significativos de Boom, me parece, es
el modo en que explicita y pone en circulación saberes y observaciones que
circulaban en la ciudad pero que el periodismo de la época esquivaba. Boom mostró que narrar la ciudad era
darle un sentido, algo que se aprecia, por ejemplo, en el modo en que describen
el movimiento de la gente en la peatonal Córdoba, o el interior de una
whiskería en Pichincha. Y no solo en los textos, sino también en la fotografía
de Saldi o en los dibujos de Fontanarrosa”.
—¿Qué periodismo
hecho en Rosario es de algún modo heredero de Boom hoy día?
—En los últimos años hay un nuevo desarrollo del periodismo
en Rosario. A lo mejor no se localiza tanto en un medio en particular como en
la práctica de los periodistas. Tenemos muy buenas crónicas sobre temas como el
narcotráfico, los juicios por delitos de lesa humanidad y la trata de blancas,
por ejemplo. La marca que imprime Boom es la de la investigación, el cuidado
por la escritura, la reformulación de la agenda y la búsqueda de lo nuevo. Esos
elementos están presentes en las mejores crónicas que se producen hoy en los
medios de Rosario.
Dado que algunos de los periodistas y miembros de la
redacción de Boom –que debió cerrar por falta de financiamiento– son hoy
algunos de los nombres que narraron la Rosario moderna –las historias de la
mafia y la prostitución de Ielpi ya estaban en la revista, lo mismo que la
ciudad “historietizada” de Fontanarrosa–, cabe preguntarse cuántas cosas más
proyectaron sus páginas.
En el CCRF
La antología Boom. La
revista de Rosario, se presenta en el Centro Cultural Roberto Fonatanarrosa
(San Martín 1080) a través de un ciclo de charlas con entrada libre y gratuita
bajo el título general “Periodismo en Rosario, ayer y hoy”. El viernes 8 de
noviembre será el turno de “De Boom a Etcétera, un período de cambios en el
periodismo de Rosario”, con un panel que tendrá a Rafael Oscar Ielpi, Jacinto
Moresco y Norberto Puzzolo, con coordinación de Osvado Aguirre. Y el viernes 15
siguiente, “La iniciación en el oficio. Cómo hice mi primera nota y aprendí lo
que sé”, con un panel que tendrá a Hernán Lascano, Reynaldo Sietecase y Sonia
Tessa, también coordinado por Aguirre.
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