Es decir, la lengua privada, secreta, de la promesa religiosa llevada a la propaganda, a lo inminente de una promoción que en la tradición opera de manera simbólica.
También allí hay un acto de terrorismo.
Además, como para ganar mi atención, las mujeres se presentaron preguntándome si en la familia había alguien que supiese francés, a pocos días del atentado a Charlie Hebdo.
Si hay algo que el zombie pierde, sobre todas las cosas, es el lenguaje.
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