El jueves 27 de noviembre del año pasado Coki Debernardi, junto con Diego
Popono Romero, Nahuel Marquet y Emiliano Cattaneo –los dos últimos de Degradé–
se reunieron en el Museo Histórico Provincial Julio Marc –en el Parque
Independencia– para una charla abierta que respondiera a la pregunta “¿Qué
música tocás en un museo?” Con sus relatos callejeros, los músicos prefirieron
correrse en su mayoría de ese espacio de algún modo cultual que es el museo y
aludieron a cierto discurso con el que se sentían más cómodos, el de las
preferencias, el de un pasado entre radial y escenográfico. Así, Coki
Debernardi recordó el programa de Poli Román de los primeros 80, que escuchaba
en Cañada de Gómez y en el que votó cuando Román convocó a elegir entre el
fanatismo de Queen o el de Kiss. “Sólo se puede ser fanático de Kiss”,
respondió Coki, disipando la idea de que haya algún otro fanatismo posible en
el buen paladar musical.
César
Coki Debernardi se nos muestra bastante en esa anécdota: primero, es el chico
del pueblo que viene a la ciudad siguiendo la estela que esa misma ciudad
desplegó en su zona; segundo, es un melómano, escuchó y creó su teoría del
conocimiento a través de esa escucha; tercero, su relato recoge una historia
que va más allá de la suya y trae la memoria de personas y personajes de la
urbe y los hace contemporáneos (Poly Román y los hermanos Juani y Oscar Favre,
como mencionará en esta entrevista, por ejemplo). Por último, Debernardi supo
construir una escena en la que no sólo es un rocker, un músico, es también una
voz que elabora su discurso “con” la música, pero necesariamente “en” la
música.
“Chico
Dinamita Amor”, el último disco de César Debernardi se presenta este viernes en
el teatro del Centro Cultural Parque de España (Sarmiento y el río Paraná). Las
tres canciones del álbum que pueden escucharse en el perfil de MySpace de Coki and The Killer Burritos datan de hace
unos siete años, cuando el disco iba a llamarse “Kid Dinamita Love” y cuando
Debernardi todavía era la figura de la banda de Fito Páez.
La
entrada de Wikipedia que habla sobre Debernardi menciona a Rosario como su
ciudad “natal”, lo que es erróneo pero hasta cierto punto. Si bien nació en
Cañada de Gómez, Rosario es de alguna manera la ciudad de formación, despegue y
elección. Aunque aclara: “Me gusta mucho ir a lugares que conozco –nos dice en
una charla telefónica–, pero como que no le tengo mucho aprecio a los barrios,
porque los querés si creciste y jugaste a la pelota ahí, y yo ya me mudé como
25 veces”
El tiempo pasa
Su
último disco anterior, “Perdida”, data de 2005, de modo que pasó una década. Se
lo decimos, pero Coki, en lo que podría ser su método más habitual de respuesta
–tomar la pregunta y llevarla hacia otro lugar–, dice:
—También
pasa rápido el tiempo, como que uno tampoco está en su casa diez años y un día
se levanta y dice “Voy a hacer un disco”. Para mí no pasó tanto tiempo. En
estos años estuvimos tocando y no sentí que necesitaba otro disco. Además,
realmente no me salía casi nada que me gustara, ni las canciones ni las letras;
y como no tengo ninguna urgencia artística –porque al fin y al cabo hago mi
propio disco–, no lo viví como algo que tenía que hacer con urgencia. Mientras
tanto, nos pusimos a laburar con Fito (Páez), pasaron como tres o cuatro años,
lo mismo con los Killer, después se pasó la vida. Y después tenés que hacer un
disco y encontrar un sonido, las canciones. Porque si bien tenía varios temas,
los juntaba y no daban con la forma de un disco. Una vez que lo tuvimos lo
grabamos. Hacer un disco también es pescar ese pez dorado, ¿no?
—Lo
lindo es la búsqueda de las canciones y del sonido, de las letras, eso es para
mí mejor que grabarlo y editarlo. Aunque la edición sea maravillosa.
—En este disco se nota un sonido un poco menos “sucio”, por decirlo de
alguna manera, más prolijo.
—Es
mucho más elegante este disco, ¿no? Me debía hacer un disco así, las canciones
estas me pedían un entramado sonoro si se quiere más sofisticado que los
anteriores, o no sé si el que lo pedía era yo. Y el sonido grupal nos fue llevando
a eso. Sí, es menos guitarrero.
—También incorporaste gente muy joven a la banda.
—La
banda que ahora presenta el disco (Franco Mascotti, Pablo Giulietti e Isidro
Llonch (guitarras), Marcos Prieto (teclados), Miguel Villalba (bajo), Tito
Barrera (batería) es una mezcla entre jóvenes y viejos, siempre fue como un
barco pirata del que se va cayendo gente y se sube otra, va como a la deriva
pero seguro. Y creo que la banda no necesita de nombres propios, siempre va a
sonar casi igual, siempre tiene la misma energía en vivo, y siempre son músicos
distintos, y eso la hace más diferente a los otros grupos. Porque no es una
banda de integrantes “físicos”, concretos. Por suerte desde hace dos años son
los mismos.
—Es
un disco sobre la venganza en muchos aspectos. Hay muchos personajes, y sobre
todo uno que es Chico –Chico es el nombre, no por la edad–, es un nombre que
alude a “cuidado con los que activás de edad muy temprana porque en un momento
se desactiva y puede explotar”, ¿no? La idea es que hay que tener cuidado con
lo que manipulás muy perversamente en la mente de un chico porque ese chico
después va a crecer y va a demostrar que lo que le hiciste es a veces más
complicado de lo que parece.
—Tu hija tiene siete años, te escuchamos una vez declarar que antes que
rocker hoy querías ser un buen padre. Ese tema de “Chico Dinamita Amor” ¿es un
interrogante que surge desde tu experiencia como padre?
—No,
lo veo desde una perspectiva social, lo de padre me lo reservo para mí y lo
mantengo como quiero, lo veo como una cosa más amplia de la vida. Me parece de
que la idea de que si el mundo pudiese mejorar de alguna manera, mejora desde
edad temprana, no desde grande.
—Lo de la perspectiva más amplia es casi un método tuyo, siempre ampliás
las perspectivas, ya se trate del rock, de tu carrera, traés tu experiencia
pero recogés siempre cierta memoria.
—Sí,
es verdad, creo que estoy haciendo música no sólo para mí, sino también para
que otros tengan ganas de hacer música y tengan ganas de ampliar mucho más los
conceptos que tiene el rock en sí. Y está bueno que esto de ampliar le sirva a
otras bandas: a mí me gusta que lo que hago pueda visibilizar a otra gente,
para eso hago música, para visiblilzar otras cosas, si uno puede linkear con su
música a otras cosas que no sean música, que sea literatura, pintura, está
bueno, porque con la música sola por ahí no basta. Dentro de todas las artes
hay un universo más amplio que el del arte que uno que está haciendo. Y para
eso hace uno música, para ver otras cosas y que a uno le gusten.
—Si bien no has escrito podría decirse que tu escritura es permanente:
cuando hacés radio, cuando ponés música, cuando te entrevistan, cuando escribís
canciones.
—Es
que esa es la manera, y los actos cotidianos también son lo que uno hace como
hace música. Cuando la gente viene a comer a casa o cuando voy a cocinar a lo
de otro es como que estoy haciendo música, mezclando cosas, seguro que me gusta
más cocinar para otras personas. Es una manera de hacer música sin música.
Rosario hoy
—¿Y cómo ves el momento que vive en Rosario cierta franja de gente que va
de los 20 a los 30 y pico y hacen movidas muy intensas, desde el ya clásico
Planeta X a los sellos independientes actuales, las editoriales?
—Creo
que hay un universo maravilloso de cosas que suceden en Rosario y que no
necesitan masivizarse si no lo quieren o lo necesitan, gente que escribe desde
blogs, si querés desde Twitter, veo gente editando libros desde editoriales
pequeñas de forma elegantísima, gente haciendo música con sellos que antes no
existían, gente que abren una radio y transmiten podcast. Gente que hace fotos
brillantes que se visibilizan por internet. Me gustaría ver muchas más cosas
visuales, me gustaría ver más películas con gente de acá. Y veo mucha menos
gente preocupada por ser “alguien” reconocido, sino gente que hace cosas con
con el corazón, que también en otras épocas existieron, pero ahora se ven mucho
más y a pesar de que haya mucha radio basura, dentro de radio Nacional o radio
Universidad hay muchas cosas muy, muy buenas, lo mismo que en radios
independientes. Veo que hay una gran semilla puesta en los últimos años.
Imágenes tomadas del perfil de C&TKB en una red social.
—¿Con qué libro, con qué literatura emparentarías tu nuevo disco?
—Me
gustaría relacionarlo de alguna manera con “Short cuts”, de Raymond Carver
–sobre el que también se hizo una película, que yo me compré trucha y adentro
de la caja me vino una película sobre enanos, que estaba buenísima, pero yo
quería ver la otra y aún no la vi. Aunque el disco es algo mucho más chiquito,
lo relaciono, como si se tratara de un vecindario que cuentan algunos
personajes que se tocan entre sí.
—¿Y con qué música vincularías “Chico Dinamita Amor”?
—Me
gustaría que esté vinculado a una sinfonía, porque este disco fue pensado como
una obra, claro que no es parecido musicalmente, pero empieza con el personaje
de chico como amenazando y termina dinamitado, casi muerto. Y tiene partes y un
movimiento que a mí me recuerda a una sinfonía.
—¿Cuáles son tus bandas preferidas de Rosario?
—Muchas, pero entre las que me relaciono y toco
no quiero dejar de mencionar a Juani y Oscar Favre. A Alucinaria. A Los Gay GayGuys, tienen una energía y un desparpajo que siento que era el que yo tenía de
joven, que no es que ya no tenga, pero uno creció y ya no es el mismo. Y
también a Pablo Jubany, que es algo maravilloso: deberíamos agradecer a Jubany
por hacer esa música.
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