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jueves, 12 de noviembre de 2015

cromo

Viendo Cromo en CDA. De los hermanos Lucía y Nicolás Puenzo y Pablo Fendrik (con la colaboración del escritor y realizador Sergio Bizzio).
Doce episodios tendrá (en CDA sólo hay cinco hasta ahora). La historia más evidente nos cuenta el derrotero de dos hombres, el esposo y el amante de Valentina (Emilia Attías), una bióloga que muere en los Esteros del Iberá, Corrientes, en lo que la policía primero califica como accidente y la investigación que lleva adelante su amante (Germán Palacios) comienza a delinear como un asesinato. Valentina envía unas muestras de agua de los esteros a sus colegas del Conicet en Buenos Aires y allí descubren que esas muestras tienen un alto contenido en cromo, letales cantidades de cromo. Sospechamos que su investigación compromete a la curtiembre que, desde Capital Federal, administra el padre (interpretado por Daniel Veronese) de su tesista y amiga (Malena Sánchez). Entonces, al principio la intriga es quién mató a Valentina.

La serie se filmó en Corrientes, la base Marambio de la Antártida (donde están el esposo --Guillermo Pfenning-- y el amante de Valentina cuando ella muere), el Calafate y Buenos Aires, centro neurálgico de todo el film y de la investigación que se desarrolla dentro de la ficción.
En Télam, leemos: “Creada a partir de cuentos del periodista Martín Jáuregui, productor asociado, Cromo cuenta con el asesoramiento del biólogo Fernando Meijide del Conicet, ya que las cuestiones relacionadas con la ecología y los daños causados al medio ambiente se basan en hechos y datos reales.
“’Se intenta mostrar esa faceta ardua de las geografías elegidas, por eso cuando alguien destaca la belleza de postal que caracteriza a ciertos paisajes no representa del todo un elogio, la intención es que se vea algo más, la fuerza de los lugares, sus secretos’, detalla Nicolás Puenzo.” (La serie ganó el concurso Prime Time 2015 de Fomento TDA (Televisión Digital Abierta), organizado por el INCAA y el Ministerio de Planificación Federal. Según Lucía Puenzo, que descree a esta altura del ráiting y apuesta a la difusión de la serie en plataformas digitales, ya hubo llamados de Netflix para comercializarla).
Lo que nos entusiasma de Cromo es que hay en su puesta en escena una escritura, a diferencia de muchas otras series hechas en Argentina, donde la falta de industria impide pensar en series en términos fílmicos o escriturarios.
Es decir, hay acá una lectura del pasado que incluye a los personajes (les relaciones de Valentina con su esposo --el insoportable actor Guillermo Pfenning, que nos recuerda siempre al quejumbroso Miguel Ángel Solá: actores hechos para el cuerpo a cuerpo del teatro e inútiles para la pantalla-- y Palacios) y a la trama (el pasado de un paisaje humano de los Esteros del Iberá a la Base Marambio, de un paisaje social y geográfico). Y es de esa lectura que surge una intriga, un misterio que excede al whodunnit, el quién mató a quién: nos introducimos en esa intriga como si se tratara, a nivel genérico, de un drama nacional (como lo fue el Martín Fierro, por ejemplo), que excede las controversias personales y, a la vez, las reclama.
El modo en que Veronese se perfila como villano (con todo lo que a la ficción argentina le cuesta generar villanos) es acaso el "punctum" de esta magnífica serie. 

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