Lo de “artesana” viene a propósito
de su fascinación por los libros “pop-up”
que realiza de manera por entero artesanal.
Los libros pop-up son esos volúmenes
que se despliegan en cuatro dimensiones, con estructuras de cartón capaces de
abrirse y cerrarse cuando se pasa la página. Cada uno de los libros de la
editorial que dirige Musa tiene ilustraciones; su tarea, como editora incluye
no sólo el encuentro con un texto, también con quien va a ilustrar el libro.
“Me da pena que los libros para adultos no tengan dibujos”.
Junto con la ilustradora Laura
Oriato, Carolina Musa distribuye los libros de la editorial por toda la
provincia, un trabajo también artesanal, manual, que se extiende a veinte
librerías de Rosario, Santa Fe, Buenos Aires, San Lorenzo, Pergamino, San
Nicolás, Carlos Paz, a demás de las ferias de editoriales independientes que se
hacen en distintos puntos del país, desde Avellaneda, en el norte santafesino,
a Cañada Rosquín o Córdoba.
Este recorrido territorial de las
editoras de Libros Silvestres se extiende también a las escuelas de Rosario.
Con motivo de la publicación de la novela “Canción
para gorilas”, de Nicolás Doffo con ilustraciones de Malen Lecuona, Musa
realizó una guía de lectura para docentes con la idea de llevar la novela a las
escuelas. La guía la confección en base a su propia experiencia docente en
talleres de lectura y escritura con niños de 8 a 12 años.
La idea de llevar “Canción para
gorilas” (una novela de fantasía en la que los niños deben enfrentar una
epidemia que convierte a sus padres en “nonbies”, suerte de zombies pero
inofensivos que devoran carne y se vuelven lentos y apocados) a las escuelas
incluye el combo: la novela, la guía y el autor.
“Vengo de un pueblo muy chato”, dice
Carolina Musa. Se refiere a Orán, Salta, donde vivió hasta que volvió a
Rosario, donde nació en 1975 y dejó muy temprano. Lo recuerda cuando se refiere
a los pueblos de la provincia que visitó –mucho antes de tener una editorial–
para leer sus propios textos y los de su taller. “Tan cerca y tan vacíos –dice
de los pueblos–. A Centeno, por ejemplo, no fue nunca nadie a leer un cuento.
Entonces nos reunimos en una biblioteca popular y ahí estaban todos los chicos
del pueblo. Me interesa ir a esos lugares. Políticamente me interesa. En lugar
de invertir dinero en la circulación de los libros me interesa ir a esos
lugares”.
Pop-up
Los libros que edita Musa nacieron
con su berretín por el pop-up. De hecho, tuvo que convencer a Laura Oriato para
que hiciera las ilustraciones para el primero de esos libros, “Caserío”.
Tomó unos dibujos de Oriato, los recortó e hizo un primer bosquejo que
sorprendió a la ilustradora. “Tenía poemas para niños que nunca publiqué y,
cuando lo pensé, no encajaban en los mecanismos; y así empezaron a salir otras
cosas”.
La sociedad con Oriato nació de los
dibujos mismos: “Los veía e intuía los movimientos (de los mecanismo0 de los
libros pop-up)”. De hecho, la tirada de “Caserío” (cuyo argumento es la
invitación a su recorrido mismo: cansado de contar ovejas, un nene hace un
desopilante inventario de casas para conciliar el sueño: tibias, infinitas,
nómades; pequeñas y alunadas, soñadoras, distraídas, cada casa tiene su magia)
está agotada, volver a ponerla en catálogo requeriría todo un trabajo manual
que habría que arrancar de cero.
La expansión de la editorial hacia
libros más convencionales surgió de la necesidad de obtener recursos para
seguir haciendo libros pop-up (los primeros se hicieron a través de un pre financiamiento
en la red social Facebook. “Pero nos superó –dice–, porque los libros fueron
muy bien recibidos.
Libros bien escritos
Hace más de diez años que Musa da
clases de literatura con niños, un trabajo que está íntimamente relacionado con
su tarea como editora: “Selecciono los textos para leer –dice–, ¡y te encontrás
con cada agujero! Por ejemplo, textos mal escritos. Y me revienta, porque hay
toda una línea de literatura mal hecha porque es para niños o jóvenes”.
Por eso a sus alumnos les lee cualquier
cosa: “En ese lugar de mediador el texto pasa por uno, que lo traduce, desde
poesía a cuentos para adultos, y a los chicos les encanta. Los pibes se
enganchan cuando un libro está bien escrito, cuando tiene diálogos
inverosímiles se cansan, como cualquier lector, no se echan para atrás. Les
gusta mucho (Edgar Allan) Poe o Marcel Schwob. Cuando leí ‘El esqueleto’, de
Scwob, me sorprendió una niña de 10 años que dijo ‘Es el mejor cuento que leí
en mi vida’”.
Si hay un canon de le literatura
para niños –uno que incluya a María Elena Walsh, Roald Dahl o Luis Pescetti–, a
Carolina Musa la tiene de algún modo sin cuidado. “En un taller de literatura,
más de la mitad de la tarea es el mismo tallerista”, dice.
Así, Musa exploró todo tipo de
textos, por ejemplo, “El misterio de las valijas verdes”, una obra de Syria Poletti de los
años 70 en la que hoy se leen muchas cosas “incorrectas”: el personaje es un
niño lustrabotas que convive con ladrones. Por eso no se reedita.
Entre los tomos de Libros Silvestres –a
propósito de reediciones– hay también un extraño y hermoso libro del muchas
veces olvidado escritor argentina Daniel Moyano (Buenos Aires, 1930-Madrid,
1992), “El
carromato filarmónico”, que incluye un diccionario musical escrito por el
hijo del autor, Ricardo Moyano, y resume a su modo el trabajo artesanal, y
sigiloso de Musa: llevar su arte por los caminos más recónditos como quien
ofrece una artesanía, único objeto de belleza que se resiste al destino de la
mera mercancía.
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