A fines de 2016 desde
Oxford Dictionaries eligieron como palabra del año “post-truth”, posverdad,
a la que describen como “un adjetivo que se define por ser ‘relativo o que
denota circunstancias en las cuales los hechos objetivos son menos influyentes
al modelar la opinión pública que las apelaciones a la emoción o las creencias
personales’.”
El mismo artículo de presentación de la palabra
señala que el concepto de posverdad existe desde la década pasada, pero que
tuvo un pico de frecuencia durante 2016 en el contexto del referéndum de la Unión
Europea (Brexit) en el Reino Unido y las elecciones presidenciales en los
Estados Unidos y que también se asocia con un sustantivo particular en la frase
políticas de la posverdad.
Imagen tomada de Oxford Dictionary.
La política de la posverdad es al mismo tiempo, y corriéndonos un poco de la definición del diccionario de Oxford, la de la negación. Tomemos un ejemplo sencillo y no tan difundido: renombrados especialistas se cansaron de explicar y ejemplificar a legisladores del PRO cómo el voto electrónico no sólo no es seguro, sino que no garantiza el secreto del voto y habilita la posibilidad de enormes fraudes que hoy día requerirían un aparato descomunal. Sin embargo, la respuesta que escuchamos del presidente argentino hasta legisladores como Pablo Tonelli, que estuvo en las reuniones con especialistas informáticos, niega lo que sucedió en esos encuentros en la legislatura y hasta vuelven a postular la necesidad de una “modernización” que podría arrasar con el sistema democrático.
Pruebas
Entre las pruebas del pico de uso del
término posverdad, la entrada del Diccionario de Oxford cita una nota
de The Economist, titulada
“Políticas de la posverdad. El arte de mentir”, donde se lee: “El señor (Donald)
Trump es el exponente principal de las políticas de la ‘posverdad’
–aseveraciones que se respaldan en lo que ‘se siente verdadero’ pero no tienen
una base fáctica. Su desfachatez no tiene castigo, sino que se toma como prueba
de su voluntad de enfrentar el poder de la élite. Y no está solo. Los miembros
del gobierno de Polonia afirman que un presidente anterior, que murió en un
accidente aéreo, fue asesinado por Rusia. Los políticos turcos afirman que los
perpetradores del reciente golpe fallido estaban actuando por órdenes emitidas
por la CIA”.
También se cita un artículo
de The Independent que, bajo el título “Gane quien gane
las elecciones de EEUU, entramos en una era de la posverdad que no tiene vuelta
atrás”, señalaba: “¿Cómo llegamos a un estado masivo de conciencia alterada,
como lo había previsto George Orwell en 1984?
¿Y cómo llegamos tan rápido? (…) Los habitantes de burbujas creadas por
Internet, donde los algoritmos alimentan sus prejuicios y conceptos erróneos
con confirmaciones de lo que han seleccionado para su verdad, están
axiomáticamente fuera del alcance de los hechos. El descenso vertical a una
tierra de fantasía –un diagrama de Venn en cuya intersección se encuentran el
doble pensamiento y el autoengaño deliberado– no será corregido por más que
Trump pierda”.
Historia
El término posverdad no se refiere al
tiempo transcurrido después de una situación o un acontecimiento determinado –como
en posguerra–, el prefijo “pos” tiene, según define el Diccionario de Oxford,
señala una verdad que “pertenece a un tiempo en el cual el concepto
especificado se ha vuelto insignificante o irrelevante”. Un matiz que se aplica
a otros conceptos, entre ellos “posnacional”.
De acuerdo a la genealogía de Oxford, el
concepto posverdad parece haber sido utilizado por primera vez en un ensayo de
1992 por el dramaturgo serbio-estadounidense Steve Tesich en el semanario de
izquierda neoyorkino The Nation. Al reflexionar sobre el
escándalo Irán-Contra y la Guerra del Golfo Pérsico, Tesich lamentó que "
como pueblo libre”, los estadounidenses hayan “decidido libremente que quieren vivir
en una suerte de mundo posterior a la verdad".
El texto de Tesich era incluso profético: “Nos
estamos convirtiendo rápidamente en prototipo de un pueblo con el que los
monstruos totalitarios se babeaban en sus sueños. Todos los dictadores hasta
ahora han tenido que trabajar duro para suprimir la verdad. Nosotros, por
nuestras acciones, estamos diciendo que esto ya no es necesario, que hemos
adquirido un mecanismo espiritual que puede deshacer la verdad de cualquier
significado. De una manera muy fundamental, nosotros, como pueblo libre, hemos
decidido libremente que queremos vivir en un mundo posterior a la verdad”.
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