El avatar de
Avatar es un "doble", pero en el orden de lo sublime. Un doble angélico.
El avatar de Zoe en
Caprica es un doble siniestro: investido con su cuerpo robótico, mira sin mirada con su ojo único, siempre móvil, en vaivén, desdibuja el rostro. Su madre la llama "monstruo".
En los dos casos lo disuelto es el orden familiar. En los dos casos la condición de criatura, de hijo, queda desviada.
Lo que estos dos avatares vienen a decirnos, en principio, es que toda copia tiene dos caras: una que recuerda el original (de modo desviado), y otra que mira hacia el abismo (Zoe) o hacia lo alto (Jake Scully).
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