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martes, 26 de julio de 2011

padre de familia


 Jesse Pinkman, Mike y Walter White esperan a Gus Fring en el primer episodio de la cuarta temporada.

Breaking Bad (¡otra vez por acá!) arrancó su cuarta temporada en la cadena AMC (es decir, gracias a internet, en todo el mundo) el domingo 17 de julio pasado. Walter White (Bryan Cranston) es un profesor de química que monta un laboratorio para fabricar cristales de metanfetamina cuando se entera de que va a morirse de un cáncer de pulmón y que todo lo que puede dejarle a su familia son las deudas de su hipoteca. Para esta pequeña empresa que consiste en fabricar droga, nuestro Walter White puede arreglárselas más o menos bien, pero un laboratorio necesita ocultarse. Además, la droga necesita distribuirse y, sobre todo, alguien debe recaudar los beneficios de esa distribución. Para todo eso, nuestro profesor se asocia con Jesse Pinkman (Aaron Paul), un ex alumno de su curso cuyas habilidades en estos asuntos son dudosas. Así, Breaking Bad narra también la transformación de un pequeño emprendimiento económico, casi artesanal, en una pyme primero y, luego, con la intervención de Gus Fring (Giancarlo Esposito), un narcotraficante que también se toma el negocio muy en serio, en una gran firma, como quien dice.
Vince Gilligan, creador de la serie, dijo que la idea era fabricar una historia en la que el protagonista se transformara en su antagonista. Y así es, el profesor White, empleado en una escuela secundaria que paga su hipoteca con el sudor de su frente, se da cuenta un día –en la primera temporada, cuando toma un trabajo en un lavadero de autos para hacer unos dólares extra–, como ya lo anunciara algún pensador de la escena política argentina, que nadie gana dinero trabajando.
El señor White, entonces, se transforma de a poco en un déspota y calculador empresario que analiza todo (absolutamente todo) desde la perspectiva costo-beneficio: la muerte de la novia de su socio Jesse Pinkman, al final de la segunda temporada, que podría haber evitado, la muerte de su compañero de trabajo, al final de la tercera. La cuarta temporada nos muestra a un Walter White dentro del mundo de los negocios, es decir, la vida de un ejecutivo, sólo que en el negocio de la droga, donde los cambios de sillones en el directorio son un poco más cruentos.
Breaking Bad es, cada vez más, el relato de un hombre que quiere proteger a su familia y legarle una buena educación a sus hijos. La segunda temporada arrancaba así: nuestro profesor de química hace cálculos y concluye que los estudios universitarios de su hijo costarán 737 mil dólares: es todo lo que quiere, pero como los negocios van bien y el capital llama al capital, nuestro buen Walter White de un paso adelante y las cosas se vuelven más sombrías.
Breaking Bad es un retrato acerca de lo que el dinero hace.

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