René Magritte, "La reproducción imposible" (1937, tomada de este blog).
Mientras el proyecto de Canon
Digital (se pretendía que todos los medios de almacenamiento digital como
discos y pendrives, por ejemplo, pagasen un impuesto remunerativo destinado a
subsidiar las posibles pérdidas de los grandes pulpos editoriales de música, literatura
y cine por las copias y descargas no autorizadas) duerme la siesta en el
freezer, tras el fuerte rechazo que tuvo el año pasado; Proyecto Sur presentó un
proyecto para despenalizar la copia en Internet que pretende legalizar el
acceso a los bienes culturales en el espacio público de Internet siempre que
esto se realice para fines personales, para goce de la cultura,
entretenimiento, educación sin que medien fines de lucro.
En el marco de la deriva legal que hay sobre el tema,
que siempre es aprovechada por los intereses más rapaces, la noticia es
buenísima. El proyecto, tal como lo presenta en su página Beatriz
Busaniche, directora de Wiki Media Argentina y presidenta de la fundación Vía Libre, es simple claro y conciso:
“El acceso a las obras autorales comprendidas por la ley 11.723, o su uso,
mediante la red Internet, realizado en forma individual o en la intimidad del
hogar, en el ámbito escolar, universitario, o bibliotecas de acceso público y
gratuito, con la finalidad exclusiva de instruirse, educarse, informarse,
entretenerse, o emocionarse, y con exclusión de cualquier modalidad de
utilización comercial o uso público de las mismas, constituye el ejercicio del
derecho de acceder a la cultura y, en ningún caso, podrá configurar un acto
ilícito aún cuando el usuario realizare una única copia en un archivo digital
en su ordenador personal y la misma no fuere utilizada con fines comerciales o
de lucro. Tampoco será punible el facilitar este acceso cuando el mismo se
ofrezca gratuitamente al usuario”.
El proyecto se presentó el lunes 14 de mayo en la
Cámara de Diputados de la Nación, con el diputado Fernando Solanas, el
legislador Julio Raffo (experto en derecho de autor y autor del texto
legislativo), junto con Valentina Delich, directora de la maestría en Propiedad
Intelectual de FLACSO y Martín Becerra, investigador del Conicet y docente de
la UBA y la Universidad Nacional de Quilmes.
Ese mismo día se conocía el pedido
de juicio oral a los tres socios que regentean el sitio argentino Trainga y comenzaba por tres o cuatro días el
bloqueo del sitio de intercambio de archivos torrent Thepiratebay, todos lugares de los que
descargarse, de forma privada cualquier tipo de archivo. El bloqueo a The
Pirate Bay, que afectó a todos los navegadores en Argentina, se logró por medio
de un mandato preliminar concedido en una corte de Hamburgo a Disney
Enterprises y Paramount Pictures, asociados con Sony Pictures, Twentieth
Century Fox, Universal Studios y Warner Bros que se exigió a CyberBunker, el
proveedor de internet que deje de ofrecer ancho de banda y hosting al sitio. En
caso de no hacerlo, enfrentarían una demanda legal en Alemania.
«CyberBunker –informó el blog Alt1040–
aceptó dejar de ofrecer servicios al sitio de torrents y quedaron offline”. De
este modo, la justicia en casi cualquier parte del mundo baja la cabeza ante
grandes corporaciones pseudo-defensoras del Copyright. Como ningún directivo de
estas multinacionales del neolítico parece querer entender cómo funciona la
web, la respuesta es negar el presente o buscar prebendas como la del Canon
Digital.
El jueves a primera hora The Pirate Bay ya había
conseguido servidor y volvía a estar online.
Desde que el FBI logró cerrar los servidores de Megaupload,
a fines del año pasado y a través de una orden judicial ¡emitida en Virginia,
Estados Unidos, para intervenir en Nueva Zelanda y Hong Kong!, la internet y el
intercambio de archivos en la red no ha vuelto a ser el mismo. Por eso los
especialistas recomiendan lo que llaman “anonimizar” la navegación a través de
programas de enmascaramientos de la IP (la identidad que tiene la computadora
particular en internet), entre los que recomiendan TOR (siglas de The Onion Router: el direccionador de la
cebolla –lo de cebolla es por las sucesivas capas–) un proyecto surgido
originalmente en el terreno de la inteligencia militar para cubrir las
comunicaciones, que si bien no puede proteger del todo los datos transferidos,
es eficaz a la hora de borrar los rastros de la navegación y ocultar la IP.
La libre circulación de la cultura en internet es
apenas el síntoma de un mundo cada día más biometrizado, con registros de
entradas y salidas del trabajo mediante impresión digital, reconocimiento de
retinas o numeración de tarjetas de transporte como Sube
y, pronto, pagos vía celular. El anonimato parece ser la última línea de
resistencia de la intimidad.
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