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"I don't want to belong to any club that will accept people like me as a member." Groucho Marx en Groucho and Me (1959).

miércoles, 23 de mayo de 2012

navegante anónimo


René Magritte, "La reproducción imposible" (1937, tomada de este blog).

Mientras el proyecto de Canon Digital (se pretendía que todos los medios de almacenamiento digital como discos y pendrives, por ejemplo, pagasen un impuesto remunerativo destinado a subsidiar las posibles pérdidas de los grandes pulpos editoriales de música, literatura y cine por las copias y descargas no autorizadas) duerme la siesta en el freezer, tras el fuerte rechazo que tuvo el año pasado; Proyecto Sur presentó un proyecto para despenalizar la copia en Internet que pretende legalizar el acceso a los bienes culturales en el espacio público de Internet siempre que esto se realice para fines personales, para goce de la cultura, entretenimiento, educación sin que medien fines de lucro.
En el marco de la deriva legal que hay sobre el tema, que siempre es aprovechada por los intereses más rapaces, la noticia es buenísima. El proyecto, tal como lo presenta en su página Beatriz Busaniche, directora de Wiki Media Argentina y presidenta de la fundación Vía Libre, es simple claro y conciso: “El acceso a las obras autorales comprendidas por la ley 11.723, o su uso, mediante la red Internet, realizado en forma individual o en la intimidad del hogar, en el ámbito escolar, universitario, o bibliotecas de acceso público y gratuito, con la finalidad exclusiva de instruirse, educarse, informarse, entretenerse, o emocionarse, y con exclusión de cualquier modalidad de utilización comercial o uso público de las mismas, constituye el ejercicio del derecho de acceder a la cultura y, en ningún caso, podrá configurar un acto ilícito aún cuando el usuario realizare una única copia en un archivo digital en su ordenador personal y la misma no fuere utilizada con fines comerciales o de lucro. Tampoco será punible el facilitar este acceso cuando el mismo se ofrezca gratuitamente al usuario”.
El proyecto se presentó el lunes 14 de mayo en la Cámara de Diputados de la Nación, con el diputado Fernando Solanas, el legislador Julio Raffo (experto en derecho de autor y autor del texto legislativo), junto con Valentina Delich, directora de la maestría en Propiedad Intelectual de FLACSO y Martín Becerra, investigador del Conicet y docente de la UBA y la Universidad Nacional de Quilmes.
Ese mismo día se conocía el pedido de juicio oral a los tres socios que regentean el sitio argentino Trainga y comenzaba por tres o cuatro días el bloqueo del sitio de intercambio de archivos torrent Thepiratebay, todos lugares de los que descargarse, de forma privada cualquier tipo de archivo. El bloqueo a The Pirate Bay, que afectó a todos los navegadores en Argentina, se logró por medio de un mandato preliminar concedido en una corte de Hamburgo a Disney Enterprises y Paramount Pictures, asociados con Sony Pictures, Twentieth Century Fox, Universal Studios y Warner Bros que se exigió a CyberBunker, el proveedor de internet que deje de ofrecer ancho de banda y hosting al sitio. En caso de no hacerlo, enfrentarían una demanda legal en Alemania.
«CyberBunker –informó el blog Alt1040– aceptó dejar de ofrecer servicios al sitio de torrents y quedaron offline”. De este modo, la justicia en casi cualquier parte del mundo baja la cabeza ante grandes corporaciones pseudo-defensoras del Copyright. Como ningún directivo de estas multinacionales del neolítico parece querer entender cómo funciona la web, la respuesta es negar el presente o buscar prebendas como la del Canon Digital.
El jueves a primera hora The Pirate Bay ya había conseguido servidor y volvía a estar online.
Desde que el FBI logró cerrar los servidores de Megaupload, a fines del año pasado y a través de una orden judicial ¡emitida en Virginia, Estados Unidos, para intervenir en Nueva Zelanda y Hong Kong!, la internet y el intercambio de archivos en la red no ha vuelto a ser el mismo. Por eso los especialistas recomiendan lo que llaman “anonimizar” la navegación a través de programas de enmascaramientos de la IP (la identidad que tiene la computadora particular en internet), entre los que recomiendan TOR (siglas de The Onion Router: el direccionador de la cebolla –lo de cebolla es por las sucesivas capas–) un proyecto surgido originalmente en el terreno de la inteligencia militar para cubrir las comunicaciones, que si bien no puede proteger del todo los datos transferidos, es eficaz a la hora de borrar los rastros de la navegación y ocultar la IP.
La libre circulación de la cultura en internet es apenas el síntoma de un mundo cada día más biometrizado, con registros de entradas y salidas del trabajo mediante impresión digital, reconocimiento de retinas o numeración de tarjetas de transporte como Sube y, pronto, pagos vía celular. El anonimato parece ser la última línea de resistencia de la intimidad.

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