socio

"I don't want to belong to any club that will accept people like me as a member." Groucho Marx en Groucho and Me (1959).

martes, 15 de octubre de 2019

la época del mal radical


Chris Hedges, quien se ordenó como ministro presbiteriano, pronunció este sermón el domingo pasado en la Iglesia Presbiteriana de Claremont, en Claremont, California.
Imagen de Mr. Fish

Immanuel Kant acuñó el término “Mal radical”. Era el privilegio del propio interés sobre el de los demás, reduciendo efectivamente a los que te rodean a objetos para ser manipulados y utilizados para tus propios fines. Pero Hannah Arendt, quien también usó el término “Mal radical”, vio que era peor que sólo hecho de tratar a los demás como objetos. El mal radical, escribió, hizo superfluo a un gran número de personas. No poseían ningún valor en absoluto. Eran, una vez que no podían ser utilizados por los poderosos, descartados como basura humana.
Vivimos en una era de maldad radical. Los arquitectos de este mal están arrasando a la tierra y conduciendo a la especie humana hacia la extinción. Nos están despojando de nuestras libertades y libertades civiles más básicas. Están orquestando la creciente inequidad social, concentrando riqueza y poder en manos de una camarilla de oligarcas globales. Están destruyendo nuestras instituciones democráticas, convirtiendo el cargo electo en un sistema de soborno legalizado, almacenando nuestros tribunales con jueces que invierten los derechos constitucionales para que el dinero corporativo ilimitado invertido en campañas políticas se disfrace como derecho de solicitar al gobierno o alguna forma de libertad de expresión. Su toma del poder ha vomitado demagogos y estafadores, incluidos Donald Trump y Boris Johnson, cada uno es la distorsión de una democracia fallida. Están transformando a las comunidades pobres de Estados Unidos en colonias militarizadas internas donde la policía lleva a cabo campañas letales de terror y utiliza el instrumento contundente del encarcelamiento masivo como herramienta de control social. Están librando guerras interminables en el Medio Oriente y están desviando la mitad de todos los gastos discrecionales a un aparato militar hinchado. Están colocando los derechos de la corporación por encima de los derechos del ciudadano.

Abominación

Arendt captó el mal radical de un capitalismo corporativo en el que las personas se vuelven superfluas (excedente de mano de obra, como dijo Karl Marx) y se las empuja a los márgenes de la sociedad donde ya no se considera que ellos y sus hijos tengan valor –valor siempre determinado por la cantidad de dinero producido y acumulado. Pero como nos recuerda el Evangelio de Lucas, “lo que los hombres tienen por sublime, delante de Dios es abominación”.

lunes, 14 de octubre de 2019

el verdadero villano es el neoliberalismo


Después de once años de inundar salas de cine con el statu-quo de defensa de los súper policías y soldados, Hollywood finalmente nos ha dado una película taquillera con un protagonista dispuesto a luchar por la gente común contra el sistema económico que los oprime. Y resulta que se trata de un villano de historieta.
“Guasón” tiene, en el mejor de los casos, una relación tenue con el material original de DC Comics. En un homenaje a los primeros trabajos de Martin Scorsese, la película de Todd Phillips sirve como un estudio de los personajes oscuros de Arthur Fleck (Joaquin Phoenix), un payaso profesional que vive con su madre enferma en una tumultuosa ciudad de Gotham de principios de los años ochenta.


Sonríe

La película sigue a Arthur mientras fracasa en el intento de sonreír al tiempo que da pelea a su enfermedad mental, la pobreza, la soledad y la depresión severa. Es alguien completamente impotente para frenar la decadencia de su estado mental y en un momento incluso considera cometer un delito con la esperanza de ser readmitido en el Hospital Estatal de Arkham.
Los únicos momentos de felicidad de Arthur provienen de entretener a los niños y mirar televisión con su madre, específicamente un programa nocturno presentado por Murray Franklin (Robert De Niro), un guiño al ídolo de Rupert Pupkin, Jerry Langford, en “El rey de la comedia" (1982) . Cuando la maquinaria del capitalismo le quita a Arthur incluso esos modestos placeres (junto con su acceso a la terapia y la medicación), la película revela su verdadera naturaleza, no como un drama de prestigio sino como un thriller vengativo de historieta.

domingo, 6 de octubre de 2019

el horror posestatal



El primer episodio de la serie The Walking Dead se emitió el 31 de octubre de 2010, es decir la Víspera de Todos los Santos (All Hallows’ Eve), que incluso aquí conocemos como Halloween. Desde entonces, aunque sin la precisión original, cada octubre llega una nueva temporada con sus zombies cada vez más descarnados y los conflictos de sus protagonistas cada vez más encarnizados. Podría decirse que en una década la suculencia de la serie –una de las más vistas de la era dorada de la ficción televisiva– mermó del mismo modo que sus muertos vivos fueron perdiendo carnadura.
Sin embargo, a partir de la octava temporada The Walking Dead introdujo innovaciones destacables. Por ejemplo Maggie Green, el personaje que protagoniza Lauren Cohan, estuvo embarazada por lo menos dos años desde que Negan (Jeffrey Dean Morgan) le destrozara la cabeza a garrotazos a su esposo. Pero este salto sobre las leyes de la física y la biología no se limita al embarazo de Maggie. En ese mismo lapso –meses más o menos–, Judith, la hija de Rick Grimes (Andrew Lincoln) creció como cuatro años. Pero son apenas detalles. ¿Qué puede importar que un personaje postergue el parto de manera indefinida cuando los muertos no se mueren? Incluso algunos personajes no se mueren después de que el espectador los viera sucumbir bajo una horda de zombies, o presenciara cómo los envolvía la llamarada de una explosión sobre un puente cargado de “caminantes”, como sucedió con Rick Grimes al final de la novena temporada.