La cobertura de
lo que ocurre en Venezuela nos devuelve a la edad de oro de las mentiras sobre
América latina, los años de la presidencia y las guerras de Ronald Reagan,
según este reportero estadounidense asentado en Caracas.
Mark Cook |
Fair.org*
Estaba sentado en
mi departamento en Caracas, leyendo la edición en línea de la
revista Time, que traía un informe según el cual: “Medicamentos básicos
como la aspirina no se encuentra en ninguna parte” (en Venezuela).
Caminé desde
departamento hasta la farmacia más cercana, a cuatro cuadras de distancia,
donde encontré un montón de aspirina, así como acetaminofén (Tylenol) e
ibuprofeno, en una farmacia muy surtida con un personal profesional bien
informado que despertaría la envidia de cualquier farmacia de Estados Unidos.
Unos días después
de la historia de Time, la
CNBC reclamó que no se encontraba acetaminofeno en ninguna parte: “Las
cosas básicas como el Tylenol ni siquiera están disponibles”. Debe haber tomado
por sorpresa a la Corporación Pfizer, ya que fue su filial venezolana, Pfizer
Venezuela SA, la que produjo el acetaminofeno que compré. (Ni el escritor de
Time, Ian Bremer, ni el comentarista de CNBC, Richard Washington estaban en
Venezuela, y no se ofreció evidencia de que ninguno hubiera estado allí).
Compré los tres
productos, más jarabe para la tos y otros medicamentos de venta libre, porque
dudaba que alguien en los Estados Unidos me creyera si no podía enseñar los
medicamentos en sus paquetes.
Implacable tambor
de mentiras
De hecho, yo
mismo no hubiera creído a nadie que hiciera tales afirmaciones sin poder
presentar la prueba, tan intenso e implacable ha sido el tamborileo de las
mentiras. Cuando la Orquesta Juvenil de Venezuela dio un concierto en Nueva
York a principios de 2016, antes de mudarme a Caracas, pensé: “Vaya, espero que
todos los miembros de la orquesta estén bien vestidos y bien alimentados”. Sí,
¡por supuesto que todos estaban bien vestidos y bien alimentados!