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martes, 26 de febrero de 2019

la primera víctima es la verdad

La cobertura de lo que ocurre en Venezuela nos devuelve a la edad de oro de las mentiras sobre América latina, los años de la presidencia y las guerras de Ronald Reagan, según este reportero estadounidense asentado en Caracas.

Mark Cook | Fair.org*


Estaba sentado en mi departamento en Caracas, leyendo la edición en línea de la revista Time, que traía un informe según el cual: “Medicamentos básicos como la aspirina no se encuentra en ninguna parte” (en Venezuela).
Caminé desde departamento hasta la farmacia más cercana, a cuatro cuadras de distancia, donde encontré un montón de aspirina, así como acetaminofén (Tylenol) e ibuprofeno, en una farmacia muy surtida con un personal profesional bien informado que despertaría la envidia de cualquier farmacia de Estados Unidos.
Unos días después de la historia de Time, la CNBC reclamó que no se encontraba acetaminofeno en ninguna parte: “Las cosas básicas como el Tylenol ni siquiera están disponibles”. Debe haber tomado por sorpresa a la Corporación Pfizer, ya que fue su filial venezolana, Pfizer Venezuela SA, la que produjo el acetaminofeno que compré. (Ni el escritor de Time, Ian Bremer, ni el comentarista de CNBC, Richard Washington estaban en Venezuela, y no se ofreció evidencia de que ninguno hubiera estado allí).
Compré los tres productos, más jarabe para la tos y otros medicamentos de venta libre, porque dudaba que alguien en los Estados Unidos me creyera si no podía enseñar los medicamentos en sus paquetes.

Implacable tambor de mentiras

De hecho, yo mismo no hubiera creído a nadie que hiciera tales afirmaciones sin poder presentar la prueba, tan intenso e implacable ha sido el tamborileo de las mentiras. Cuando la Orquesta Juvenil de Venezuela dio un concierto en Nueva York a principios de 2016, antes de mudarme a Caracas, pensé: “Vaya, espero que todos los miembros de la orquesta estén bien vestidos y bien alimentados”. Sí, ¡por supuesto que todos estaban bien vestidos y bien alimentados!

viernes, 8 de febrero de 2019

decadencia y caída del dólar


La corrupta e inepta presidencia de Donald Trump ha disparado sin darse cuenta el tiro de gracia al imperio estadounidense: la retirada del dólar como la principal moneda de reserva del mundo. Las naciones de todo el mundo, especialmente en Europa, dejaron de confiar en una actuación racional de Estados Unidos, y mucho menos en su capacidad de liderar en temas de finanzas internacionales, comercio, diplomacia y guerra. Estas naciones están desmantelando silenciosamente la alianza de siete décadas con los Estados Unidos y construyendo sistemas alternativos de comercio bilateral. Esta reconfiguración del sistema financiero mundial será fatal para el imperio estadounidense, como lo señalaron el historiador Alfred McCoy y el economista Michael Hudson. Disparará una espiral de muerte económica, que incluirá alta inflación, va a requerir una contracción militar masiva en el extranjero y hundirá a los Estados Unidos en una depresión prolongada. Trump, en lugar de volver a hacer grande a Estados Unidos, se ha convertido, sin saberlo, en el sepulturero más tenaz del imperio.

Imagen de Mr. Fish.

La administración Trump saboteó caprichosamente a las instituciones globales, incluida la Otan, la Unión Europea, las Naciones Unidas, el Banco Mundial y el FMI, que proporcionan cobertura y legitimidad al imperialismo estadounidense y a la hegemonía económica mundial. El imperio estadounidense, como señala McCoy, siempre fue un híbrido de imperios pasados. Desarrolló, escribe, “una forma distintiva de gobierno global que incorporaba aspectos de imperios precedentes, antiguos y modernos. Este imperio único de los Estados Unidos era ateniense en su capacidad para forjar coaliciones entre aliados; romano en su dependencia de las legiones que ocupaban las bases militares en la mayor parte del mundo conocido, y británica en su aspiración de fusionar cultura, comercio y alianzas en un sistema integral que cubría el mundo”.