En su blog Itself, el teólogo, filósofo y
traductor Adam Kotsko (hay varias entradas con sus traducciones de Giorgio Agamben o Michel Foucault entre muchos otros), reflexiona sobre lo que se ve
venir en Estados Unidos como la gran confrontación entre el candidato
republicano, Donald Trump, y acaso la impopular Hillary Clinton por los
demócratas.
En una entrada que lleva las etiquetas: “valores familiares” y
“políticas del absurdo”, Kotsako da cuenta de una suerte de brecha o grieta que
comienza a abrirse en la sociedad estadounidense en torno a las candidaturas de
las próximas elecciones presidenciales, el 8 de noviembre de este año.
Escribe Kotsko: “Si Trump es un fascista, si es un potencial
Hitler americano, ¿cómo respondemos cuando los miembros de la familia lo
apoyan? Por ejemplo, supe que un pariente mío, que era muy próximo cuando yo
era niño, es partidario de Trump. También me enteré de otro, uno con el que nos
mantuvimos cerca a lo largo de los años, no le gusta Trump, pero lo votaría
antes que a Hillary Clinton.
“¿Sería apropiado decirle a estos familiares míos que su
juicio moral se está deteriorando de un modo tan siniestro que preferiría no
tener más contacto con ellos? Si no es ahora, ¿qué pasa cuando llegue a la
nominación? ¿Estoy obligado a amenazar que si votan afirmativamente por Trump,
y no tienen la suficiente vergüenza para mentirme sobre ello, nunca más volveré
a hablar con ellos?
“¿Es este el momento en que la tolerancia al tío conservador
se pasa a ser un vivo rechazo a reunirse con él en el Día de Acción de Gracias,
ahora que se manifestó un votante de Trump?
“¿Y si tuviera hijos? ¿Estaría en mi derecho de decir que
los partidarios de Trump en mi familia nunca verán a mis hijos de nuevo, porque
no quiero que mis hijos estén alrededor de tales personas, no quiero que los
influencien personas que pueden ser seducidas por semejante espanto?
“Estas medidas parecen
duras, pero si realmente Trump es un mal “sui generis”, lo que sigue son
medidas difíciles y sin precedentes. Si no estamos dispuestos a realizar y
llevar a cabo este tipo de amenazas, ¿significa que en realidad no lo vemos
como un mal sui generis? ¿Que esto es sólo la última cosa que estamos
dispuestos a contemplar por el bien de la paz familiar y evitar la estupidez
social?”