El mayor fracaso moral de la iglesia cristiana
liberal fue su negativa, justificada en nombre de la tolerancia y el diálogo, a
denunciar a los seguidores de la derecha cristiana como herejes. Al tolerar a
los intolerantes, cedió la legitimidad religiosa a una serie de estafadores,
charlatanes y demagogos y a sus seguidores de culto. Permaneció a un costado
mientras el mensaje central del Evangelio —la preocupación por los pobres y los
oprimidos— se pervertía en un mundo mágico donde Dios y Jesús colmaban a los
creyentes con riqueza y poder material. La raza blanca, especialmente en los
Estados Unidos, se convirtió en el agente elegido por Dios. El imperialismo y
la guerra se volvieron los instrumentos divinos para purgar el mundo de los
infieles y los bárbaros, el mal mismo. El capitalismo –porque Dios bendijo a
los justos con riqueza y poder y condenó a los inmorales a la pobreza y al
sufrimiento– se despojó de su crueldad y explotación inherentes. La iconografía
y los símbolos del nacionalismo estadounidense se entrelazaron con la
iconografía y los símbolos de la fe cristiana. Los megapastores –narcisistas
que gobiernan feudos despóticos, de culto– ganan millones de dólares al usar
este sistema de creencias heréticas para aprovecharse de la creciente
desolación y desesperación de sus congregaciones, víctimas del neoliberalismo
y la desindustrialización.
Estos creyentes encuentran en Donald Trump un reflejo de sí mismos, un defensor
de la codicia sin trabas, el culto a la masculinidad, el deseo de violencia, la
supremacía blanca, la intolerancia, el chauvinismo estadounidense, la
intolerancia religiosa, la ira, el racismo y las teorías de conspiración que
definen las creencias centrales de la derecha cristiana. Cuando escribí “American
Fascists: The Christian Right and the War on America” (“Fascistas
estadounidenses: la derecha cristiana y la guerra en Estados Unidos”), me tomé
mortalmente en serio el término “fascistas”.
Imagen de Mr. Fish
La revista evangélica Christianity Today, al
afirmar lo obvio sobre Trump, que es inmoral y debe ser destituido de su cargo,
se convirtió en el último receptor de la reacción violenta e hipócrita de la
derecha cristiana. Casi 200 líderes evangélicos, incluido el ex gobernador de
Arkansas Mike Huckabee, el ex representante Michele
Bachmann, Jerry
Falwell Jr. y Ralph
Reed, firmaron una carta
conjunta denunciando el editorial
de Christianity Today, escrito por el presidente de la revista, Timothy
Dalrymple, y el editor saliente Mark Galli. Los cristianos evangélicos que
critican a Trump son tan rápidamente invisibilizados de las filas como los
políticos republicanos que critican a Trump. Trump recibió el 80% del voto
evangélico blanco en las elecciones presidenciales de 2016, y en una encuesta de
este mes, el 90%
de los republicanos dijo que se oponía a la destitución y expulsión del
presidente. Entre los republicanos que se identifican como protestantes
evangélicos blancos, ese
número aumenta al 99%.