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lunes, 30 de diciembre de 2019

fascismo cristiano: cada día más cerca de gilead


El mayor fracaso moral de la iglesia cristiana liberal fue su negativa, justificada en nombre de la tolerancia y el diálogo, a denunciar a los seguidores de la derecha cristiana como herejes. Al tolerar a los intolerantes, cedió la legitimidad religiosa a una serie de estafadores, charlatanes y demagogos y a sus seguidores de culto. Permaneció a un costado mientras el mensaje central del Evangelio —la preocupación por los pobres y los oprimidos— se pervertía en un mundo mágico donde Dios y Jesús colmaban a los creyentes con riqueza y poder material. La raza blanca, especialmente en los Estados Unidos, se convirtió en el agente elegido por Dios. El imperialismo y la guerra se volvieron los instrumentos divinos para purgar el mundo de los infieles y los bárbaros, el mal mismo. El capitalismo –porque Dios bendijo a los justos con riqueza y poder y condenó a los inmorales a la pobreza y al sufrimiento– se despojó de su crueldad y explotación inherentes. La iconografía y los símbolos del nacionalismo estadounidense se entrelazaron con la iconografía y los símbolos de la fe cristiana. Los megapastores –narcisistas que gobiernan feudos despóticos, de culto– ganan millones de dólares al usar este sistema de creencias heréticas para aprovecharse de la creciente desolación y desesperación de sus congregaciones, víctimas del neoliberalismo y la desindustrialización. Estos creyentes encuentran en Donald Trump un reflejo de sí mismos, un defensor de la codicia sin trabas, el culto a la masculinidad, el deseo de violencia, la supremacía blanca, la intolerancia, el chauvinismo estadounidense, la intolerancia religiosa, la ira, el racismo y las teorías de conspiración que definen las creencias centrales de la derecha cristiana. Cuando escribí “American Fascists: The Christian Right and the War on America” (“Fascistas estadounidenses: la derecha cristiana y la guerra en Estados Unidos”), me tomé mortalmente en serio el término “fascistas”.
Imagen de Mr. Fish 

La revista evangélica Christianity Today, al afirmar lo obvio sobre Trump, que es inmoral y debe ser destituido de su cargo, se convirtió en el último receptor de la reacción violenta e hipócrita de la derecha cristiana. Casi 200 líderes evangélicos, incluido el ex gobernador de Arkansas Mike Huckabee, el ex representante Michele Bachmann, Jerry Falwell Jr. y Ralph Reed, firmaron una carta conjunta denunciando el editorial de Christianity Today, escrito por el presidente de la revista, Timothy Dalrymple, y el editor saliente Mark Galli. Los cristianos evangélicos que critican a Trump son tan rápidamente invisibilizados de las filas como los políticos republicanos que critican a Trump. Trump recibió el 80% del voto evangélico blanco en las elecciones presidenciales de 2016, y en una encuesta de este mes, el 90% de los republicanos dijo que se oponía a la destitución y expulsión del presidente. Entre los republicanos que se identifican como protestantes evangélicos blancos, ese número aumenta al 99%.

lunes, 23 de diciembre de 2019

blanqueando "watchmen"


Watchmen es una obra maestra de la literatura de historieta. Intrincadamente tramada y bellamente ilustrada, la maxi-serie independiente de 1986 de Alan Moore y Dave Gibbons explora cómo sería nuestro mundo si los superhéroes realmente existieran. Moore sugiere que un grupo incontable de cruzados enmascarados sería una fuerza corruptora cultural y políticamente, dando paso a una distopía interminable dirigida por Nixon.
La crítica central de Moore del mito del superhéroe como fascista y supremacista blanco (Moore declaró que El nacimiento de una nación es quizás la primera película de superhéroes) es apenas considerada durante la pseudo-secuela de la serie de televisión de HBO Watchmen. En cambio, la serie reemplaza la crítica profunda de Moore al género de superhéroes como algo corrosivo para la realidad con una historia de fantasía en gran medida desconcertante que solo tiene un interés superficial en el mundo real.



jueves, 12 de diciembre de 2019

perder la eternidad

A la 1:12 llega el mensaje al grupo de wasap que compartimos entre cuatro, mi esposa, una amiga y mi amigo.
Dice: "Trataré de ser breve, lo que pasa es que tengo muchas cosas para contarles. La semana pasada estuve un par de días en salta."
Siguen una serie de fotos de Salta –la iglesia blanca, el cielo azul, la tierra colorada salpicada de matas y de cactus.
Viene la rara foto de mi amigo peronizado y él escribe: "Después empezó el baile de que iba a representar a Perón en la plaza de Mayo, junto con otros 100 Perones y 200 evitas. Cosa que hice el lunes pasado."
Y agrega: "Mientras, desde China no me confirman si voy a viajar en enero, mi papá me anuncia que no va a volver al negocio después de que le operaran el cuello para ponerle una prótesis bastante grande; y ayer nos enteramos de que a Fernando le robaron el auto: toda la vida cuidando los meniscos y se lo rompen, toda la vida conservando el auto, y se lo roban. Mi padre y Fernando han perdido la eternidad."
Y entonces el miedo a la vejez que hasta ahora creíamos un tema "poético" –literario, si se prefiere–, adquiere su textura más lábil, la de preocuparnos por batallas que perdimos antes siquiera de ser jóvenes. Escribe: "Todo esto, en el medio de esta hora, en la que tengo miedo de despertarme y que sigamos con Macri. Bueno, besos."
Yo hubiera usado el mismo recurso.

domingo, 8 de diciembre de 2019

corrupción imperial

Por una misteriosa e inmutable ley de la política estadounidense moderna, cada crisis de juicio político llega acompañada del lanzamiento de una película clásica de gángsters protagonizada por Robert De Niro. El Padrino (1972) abrió el año del escándalo de Watergate. De Niro apareció en la secuela, The Godfather II (1974), coincidiendo con la renuncia de Nixon. Bill Clinton comenzó su desafortunada relación con Monica Lewinsky en 1995, que vio el lanzamiento de Casino, de Martin Scorsese, una historia de amor y traición entre matones en Las Vegas con De Niro nuevamente en el protagónico. Ahora, mientras la acusación contra Donald Trump domina los titulares, Scorsese y De Niro se reunieron para The Irishman, una  elegíaca revisión del género repleta de los ecos de precursores como las películas del Padrino y Goodfellas (1990).
La superposición cronológica puede explicarse fácilmente como mera coincidencia. En las últimas cinco décadas, las películas de gángsters y las destituciones han sido lo suficientemente comunes. Pero hay una afinidad cultural más profunda que conecta este género con la corrupción política.
La trilogía de la mafia de Francis Ford Coppola y las películas de Scorsese en el mismo género han sido críticas tanto de la sociedad estadounidense como de las historias de crímenes. Las figuras políticas se han dado cuenta, pero, como algunos en la sala, a menudo han extraído las lecciones equivocadas, pensando que estas son películas que celebran la delincuencia. En 2017, mientras se preparaba para combatir al abogado especial Robert Mueller, el personal de Trump comenzó a hablar sobre la necesidad de "ir a los colchones", una línea del Padrino que significa pelear una guerra total (N.delT.: una explicación sobre el significado de la frase puede leerse en el Diccionario Urbano*). Durante el juicio de Roger Stone, un antiguo confidente de Trump declarado culpable de mentirle al Congreso y otros delitos, se reveló que Stone le dijo a un socio que "hiciera un Frank Pentangeli", una referencia a un personaje de El Padrino II que se resistió a responder preguntas en una audiencia en el Congreso fingiendo estar atontado y confundido.