Daniel García, ya lo dijimos, el mejor artista de Rosario de la contemporaneidad, inaugura este viernes su muestra Corpus en el edificio del ex banco Nación, ahora el Espacio Cultural Universitario (en San Martín entre Córdoba y Santa Fe: cero información en la web).
Por qué nos gusta tanto García es difícil de dilucidar. Qué hallamos ahí es otra cosa: Daniel García ensaya, a veces con la engañosa simpleza con la que usa su nombre, la tarea de darle cuerpo a las "cosas" que pinta. La máxima de Magritte ("Esto no es una pipa"; es decir, es la imagen de una pipa) pierde todo valor acá: García procede como los iconógrafos y practica la iconofilia. "Esto es un cuerpo", podría decir, porque su original se ha perdido.
Pero para qué abundar si tenemos a mano el texto que escribió Daniel (sí, encima Daniel es de los artistas que escriben y, para colmo, escribe de maravillas), donde además encontramos tantas reflexiones familiares en torno al monstruo y lo que muestra. Reproducimos ese texto:
Algunos apuntes sobre Corpus
por Daniel García
“Il existe en nous plusieurs
mémoires: le corps, l’esprit ont chacun la leur.” (“Existen en
nosotros varias memorias: el cuerpo y el espíritu tienen cada uno la
suya.”), Honoré de Balzac, Esther Heureuse
Cuerpos. Y espíritus. Al menos, dos
tipos de memorias. En todo caso la cita de Balzac fue, aún antes de
haberla leído, el origen de este corpus, de este conjunto de obras,
que no constituyen un relato, un discurso. Por un lado, puros
cuerpos, “acéfalos y sin falo” como diría Jean-Luc Nancy. Por
el otro, cabezas, céfalos (kefalaí [κεφαλαί]), sin cuerpo.
Cuerpos que son una superficie. Una
superficie estratificada, con marcas, huellas, una historia, una
memoria “hecha carne”, encarnada. Cabezas que son puro
registro externo, fotomontajes digitales recomponiendo fotos
policiales tomadas de Internet. Una memoria relacionada con el
archivo1.
Entre las palabras que Homero utiliza
para referirse al cuerpo se halla chrós (χρώς), la piel,
considerada como límite del cuerpo. No la piel como sustancia
anatómica (esa es dérma [δέρμα]), sino la piel como
superficie, como límite externo del cuerpo, pero también la
encarnación, el color que la tiñe desde adentro2.
El encarnado o carnación es, en pintura y escultura, la simulación
del color de la carne que tiñe la piel desde adentro. Chrós
era el límite del cuerpo mientras que el encarnado constituyó el
límite utópico, en cuanto búsqueda de la perfección, del arte
mimético renacentista, “la voce della carne”. La piel del
cuerpo y la del cuadro son ambas superficies que revelan su interior,
superficies estratificadas que se colorean con el color de lo que
está más abajo. Ambos son lugares de una memoria física: los
golpes, las heridas, las llagas, las quemaduras, los tatuajes; las
pinceladas, los raspados, las manchas, los pentimenti…
Cuerpos sin identidad. Los títulos de
las pinturas son pronombres en inglés: nobody (nadie),
somebody (alguien), anybody (cualquiera). En todos
ellos está presente la palabra body (cuerpo), cosa que no
ocurre en castellano. El término body, proviene del vocablo
botig, en inglés antiguo, que sólo designaba al tronco, sin
extremidades. Corpus, por su lado, proviene del griego eólico,
de la declinación corpos (κορπος) de la palabra cormos
(κορμός), que designaba el tronco de un árbol3.
El cuerpo proviene de una mutilación. Es su resultado y su prueba.
Corpus delicti.
Un cuerpo corresponde a la
exposición. No sólo que un cuerpo es expuesto, sino que un cuerpo
consiste en exponerse. (Jean-Luc
Nancy)
Cuerpos expuestos, cuerpos virtuales
representados en su exposición, pero también en un cierre sobre sí,
como atrapados por la gravedad de un agujero negro interno. Como un
puño cerrándose sobre una herida.
Cuerpos en los que la ilusión mimética
oscila con el efecto de superficie de la pintura. Vaivén continuo
también entre el plano de la tela y el espesor de los
estratos de pigmento, entre el presente siempre actualizado de la
imagen y el tiempo del proceso pintura.
Identidades sin cuerpo, fotos
policiales, sombras. En Homero psyché (ψυχή) es el
espíritu, el
aliento que abandona volando al cuerpo
cuando muere o pierde su thymós (θυμός) o fuerza vital.
Una imagen (eidolón [ειδωλον]), un doble, una sombra
(skiá [σκιά]) del cuerpo del cual emana: sólo un
sustituto que, en el hecho de su presencia, revela la ausencia del
cuerpo. Mientras que el sôma (σώμα), el cadáver, es
materia corruptible, psyché es quien mora en el Hades, puro
aire o sombra sin sustancia, sin fuerza vital, eternamente sedienta
de sangre4,
conservando la memoria de quien fuera en vida5,
tal como podemos leerlo en el canto XI de la Odisea.
A diferencia de la pintura, que se
impone como materia presente, como un cuerpo, y que en esa imposición
dice “yo soy”, la fotografía enuncia “esto fue”. Como
emanación de lo real que es por principio, constituye
metafóricamente una skiá homérica. Tal vez sea un punto de
vista personal, pero siempre he sentido, como dice Barthes, “ese
algo un tanto terrible que hay en toda fotografía: el retorno de lo
muerto”.
Para este trabajo utilicé,
alterándolas, fotos de rostros femeninos. Fotos de arrestos
policiales de Estados Unidos que se publican en Internet (mugshots),
seleccionadas por la calidad de imagen y por el pathos
sobreimpreso en el rostro. Son claramente la presencia de una
ausencia, y, con una angustia similar a aquella de Ulises ante la
sombra de su madre, nos llevan a reclamar el cuerpo. Hábeas
corpus.
En el proceso de trabajo, estos
“dobles”, estas “sombras”, se convirtieron en sirenas, que en
las representaciones artísticas más antiguas de Grecia aparecen
vinculadas con el culto de los muertos. Las antiguas sirenas griegas
eran aves con cabeza, o con cabeza y busto, femenino. En las fotos,
en el video, solo podemos ver los rostros, pero en ellos mismos ya
está la “monstruosidad”6,
la hibridez: para que no fueran identificables utilicé partes de
distintos registros fotográficos para componerlos. Aunque
probablemente la monstruosidad preexistiese, tal vez todo rostro que
nos fascina es una cabeza de Medusa.
La hipnótica pero irritante música
que acompaña al video está compuesta de voces femeninas y cantos de
aves procesados y en cierto modo se vincula con la otra denotación
de la palabra sirena, la de la señal de alarma cuyo sonido,
obviamente, deriva del funesto canto de las mujeres aves.
1.
Si rascamos en los estratos del lenguaje encontraremos que arjo
(ἂρχω), palabra que está en la raíz de “archivo”
y significa “yo soy el jefe”, ”yo mando”, no está lejos de
kefalé (κεφάλι), cabeza, pero también
“jefe”.
2.
De esa raíz derivan chroma, chromatos y todas las
palabras relacionadas con color y colorear.
3.
Y que a su vez deriva de un verbo que significaba cortar. El tronco
era lo que quedaba al cortar el resto
4.
Se cree que originariamente thymós era el vapor que emanaba
de la sangre caliente.
5.
Pero necesita beber de la sangre para poder recordar y relatar.
6.
El aviso, la advertencia, según la etimología de la palabra.
Monstrum y monstrare están relacionados con monere
(advertir). Hay una antigua tradición de los monstruos como
presagio de un acontecimiento o de un prodigio futuro, como signos
de una catástrofe o de un mensaje divino.
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