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sábado, 13 de septiembre de 2014

extant no more

Lo mejor que tuvo Extant ni siquiera fue Halle Berry, apenas nos trajo esa palabra inglesa que designa algo que ha sobrevivido y que tiene una sugestiva sonoridad, etcétera.
Luego, es el mismo error que repite Steven Spielberg cuando produce televisión: cree más en la acumulación de pequeñas tramas, como si se tratara de una feria de atrocidades, que en el desarrollo de una historia, como si una serie fuera un dispositivo para ejecutar sorpresas antes que suspenso. En fin.
Así, ni la bella Halle Berry puede lucirse y ahí la vemos, con cara de perro mojado, siempre superada por circunstancias que, claro, arrasarían a cualquiera: como traer un feto extraterrestre del espacio, tener un hijo androide que comienza a actuar de manera rara y a tener sueños, o competir en la crianza de ese hijo con la hija de Meryl Streep. Además de ser perseguida por la compañía espacial para la que trabaja y el millonario japonés que contrató a su esposo, aunque en el último capítulo que miré al pasar parece que esa situación se revirtió, pero no entiendo ni me interesa ya entender de qué manera.
Au revoir, Extant.
Una fabricación de secretos que no vale la pena revelar.

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