Como lo habíamos anunciado, ya se puso al aire la serie producida por Ridley Scott en base a la historia de los juegos Halo (Halo, nos enteramos en Wikipedia, es un término que proviene de una tecnología alienígena para construir colosales anillos habitables en el espacio). Según nos enteramos, para verla legalmente hay que tener una Xbox o algo así. Lo más sencillo, en este caso, es a través de la Bahía del Pirata e, incluso, en YouTube.
Bien, si nos dicen que el señor Scott va a hacer una serie (se trata de unos diez primeros diez episodios de media hora cada uno) sobre una guerra entre humanos y extraterrestres que transcurre cinco siglos en el futuro, y que esos extraterrestres son fanáticos religiosos que pertenecen a una alianza llamada Covenants; lo primero que se nos ocurre es que estamos ante una nueva Battlestar Gallactica (la versión 2004 de Ronald D. Moore, se entiende, que aludía a la guerra en Irak).
Pero no, como lo reseñan periodistas, críticos, jugadores y creadores en el sitio The Verge, ni siquiera parece tratarse de una serie sobre Halo (se llama Halo Nightfall), ni siquiera una serie de ciencia ficción, sino una plomiza tira con m,ucha menos acción de lo que promete el tráiler.
Veremos, van recién tres episodios. Transcurren en un bosque de una colonia terrestre allá lejos en el espacio, en un shopping y en un fragmento de aniñllo de cien kilómetros que flota en la órbita de una estrella que se apaga. Lo último, que parece lo más prometedor, queda disuelto en el bajo presupuesto del departamento de efectos especiales.
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