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miércoles, 14 de septiembre de 2016

series y novelas

Ya decíamos que las series son las novelas contemporáneas. También lo dice Adam Kotsko, nuestro teólogo de cabecera, en una entrada de su blog, "La obra literaria en la era de Netflix":
«La novia y yo estamos en mojones distintos de las Novelas napolitanas de (Elena) Ferrante. Los dos terminamos el cuarto volumen de My Struggle (Min Kamp), de Knausgaard. Estoy seguro de que muy difícilmente seamos la única pareja que se haga camino a través de semejantes sucesos internacionales de la literatura, que incluso a menudo aparecen asociados. De algún modo, este fenómeno es enigmático, porque el lazo entre los dos –el detalle de la memoria– no es algo único de cualquiera de ellos; en todo caso, el foco que hace Ferrante en su amiga Lila es radicalmente diferente del foco obsesivo de Karl Ove (Knausgaard ) sobre Karl Ove.  

«¿Por qué Knausgaard y Ferrante resultan precisamente una suerte de amantes literarios? Se me ocurre que la razón es precisamente el hecho de que ambos se produjeron series, y la tropo serie es la forma en que firma nuestra época. No pienso sólo en el modo en que la ficción para adultos jóvenes, de manera notable Harry Potter, moldeó las hábitos de lectura de los que ahora son adultos (además de los adultos que los leen siendo ya adultos –aunque esto es obviamente importante, en la medida en que se desplegó la forma serie una vez empollada en cierto reducto de la ciencia ficción y la fantasía–). No, incluso más que eso, estoy pensando en los dramas de alta calidad de la tevé por cable que están reemplazando de hecho a la novela para muchos trabajadores del conocimiento contemporáneos (y aquí, hasta cierto punto, debo incluirme a mí mismo no sin vergüenza).
«Estamos acostumbrados a invertir tiempo en la emisión de programas de televisión, pero sólo si de vez en cuando "se vuelven buenos" y por lo tanto pueden prometernos una recompensa cada vez mayor a nuestros esfuerzos mientras nos sumergimos en ellos. La ficción literaria se ajusta mal a esta perspectiva, porque tan pronto como uno logra sentirse inmerso ya terminó y hay que empezar de cero. Incluso en las películas taquilleras el formato unitario se vuelve insoportable, y a medida que las "franquicias" dominan la escena, ¿cómo se espera que deberíamos soportar el retorno de una inversión tan pobre en mano de obra?
«Lo que se da es que la gente habla de estos dos eventos canónicos de la literatura del mismo modo que habla de las series.
«“Hay que ser paciente con la primera parte [del libro / la temporada], se pone buena en el último tercio” –¿estamos hablando de Ferrante o de Boardwalk Empire? Lo mismo sucede con la lealtad: no sé si conocí a algún lector de Knausgaard que no se halla metido en su lectura a largo plazo, a pesar de que es ampliamente reconocido que la calidad decrece en los volúmenes 3 y 4.
«En una época en la que la televisión se siente como literatura, queremos que nuestra literatura se sienta como la televisión.»



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