El texto completo de esta conferencia de Giorgio Agamben puede leerse en Artillería Inmanente: acá. Se titula "Para una teoría del poder destituyente" y se trata de una conferencia pública dada en Atenas en 2013. Comienza con estas palabras: «Una reflexión sobre el destino de la democracia el día de hoy en Atenas*
es, de alguna manera, inquietante, porque nos obliga a pensar el fin de la
democracia en el mismo lugar donde nació. De hecho, la hipótesis que me
gustaría proponer es que el paradigma gubernamental que prevalece hoy en Europa
no solamente no es democrático, sino que tampoco puede ser considerado como
político. Así pues, intentaré mostrar que la sociedad europea ha dejado de ser
actualmente una sociedad política: es algo completamente nuevo, para lo que
carecemos de una terminología apropiada y que por tanto nos obliga a inventar
una nueva estrategia.»
Imagen tomada de La Voz.
Extraemos estos párrafos, casi sobre el final:
«Los
debates se concentraron en la situación de la policía con respecto a la
justicia y al poder judicial. Gensonné sostiene que éstos son “dos poderes
distintos y separados”; y, sin embargo, mientras que la función del poder
judicial es clara, se vuelve imposible definir el papel que juega la policía.
Un análisis de este debate muestra que el lugar y la función de la policía es
indecidible, y debe permanecer indecidible, ya que si realmente fuera absorbido
en el poder judicial, la policía dejaría de existir. Éste es el poder
discrecional que aún hoy define la acción del oficial de policía, quien, ante
una situación concreta de peligro que atente contra la seguridad pública,
actúa, por decirlo así, como un soberano. Pero, incluso cuando éste ejercita su
poder discrecional, no está tomando realmente una decisión, ni prepara, como es
indicado por lo general, la decisión última del juez. Cada decisión tiene que
ver con las causas, mientras que la policía actúa sobre los efectos, los cuales
son por definición indecidibles.
«La hipótesis que me gustaría sugerir es la siguiente: al ponerse bajo el signo de la seguridad, el Estado moderno ha abandonado la esfera de la política para entrar a la tierra de nadie, cuyas geografía y fronteras todavía desconocemos. El Estado de Seguridad, cuyo nombre parece remitir a la ausencia de cuidados (securus de sine cura) debe, por el contrario, alertarnos sobre los peligros que supone para la democracia, ya que en él la vida política se ha vuelto imposible, mientras que democracia significa precisamente la posibilidad de una vida política.»
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