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martes, 31 de enero de 2017

amargura

Leo La amargura metódica, donde vuelvo a fascinarme con ese gótico desmesurado de Christian Ferrer.
Es una gran biografía de Ezequiel Martínez Estrada que abunda en las miserias que publicaron sobre él sus contemporáneos (desde Mallea a Borges o Sabato, etc.).
Al describir la "mente" de EME, Ferrer se vale del proceso de su biografiado. Escribe: "abunda la aprehensión y la agresividad. La raíz etimológica de 'agredir' remite a la apertura de caminos, por ejemplo, 'en lo agreste'".
Al considerar el pensamiento de EME, en quien historia, mito y fe no funcionan como esferas separadas, cita: "Llamamos con una frase un tanto grosera 'hechos históricos' a lo que son hechos de conciencia o pecados colectivos."
Y así.
Un grato reencuentro.

martes, 17 de enero de 2017

bueno para nada

Llegué a este texto de Mark Fisher que traduzco a través del blog de Guy Mankowski.



Sufrí la depresión de manera intermitente desde que era un adolescente. Algunos de esos episodios fueron en extremo debilitantes –terminaron en autolesiones, abstinencia (pasaba meses en mi habitación, aventurándome apenas a conectarme o a comprar la cantidad mínima de comida que consumía) y horas desperdiciadas en guardias psiquiátricas. No diría que me recuperé de la enfermedad, pero puedo complacerme al decir que tanto la incidencia como la gravedad de los episodios depresivos se redujeron mucho en los últimos años. En parte, es una consecuencia de los cambios en la situación de mi vida, pero también tiene que ver con haber llegado a una comprensión diferente de mi depresión y sus causas. Ofrezco mis propias experiencias de angustia mental no porque piense que hay algo especial o único en ellas, sino para sostener que muchas formas de depresión se comprenden y combaten mejor a través de estructuras impersonales y políticas que individuales y “psicológicas”.

Escribir sobre la propia depresión es difícil. La depresión está en parte constituida por una voz “interior” que te acusa de auto-indulgencia –no estás deprimido, solo sentís lástima por vos mismo, calmate– y esta voz es susceptible de ser activada cuando hacés pública tu condición. Por supuesto, esta voz no es una voz "interior" en absoluto; es la expresión internalizada de fuerzas sociales reales, y tienen un interés particular en negar cualquier conexión entre la depresión y la política.

lunes, 16 de enero de 2017

el fin del neoliberalismo progresista



La autora analiza la responsabilidad de los nuevos demócratas moldeados por Bill Clinton en el triunfo de Donald Trump (quien asume el viernes como presidente de EEUU). Sostiene que las fuerzas “emancipatorias” –el feminismo, los movimientos LGBTQ y los antirracistas– prestaron su carisma simbólico para la expansión del capitalismo financiero que arrasó con el trabajo y la clase media.


La elección de Donald Trump como presidente de Estados Unidos es una más de una serie de drásticos alzamientos políticos que, en conjunto, apuntan a un colapso de la hegemonía neoliberal. Entre esos alzamientos podemos mencionar, entre otras, el voto del Brexit en el Reino Unido, el rechazo de las reformas del (primer ministro Matteo) Renzi en Italia, la campaña de Bernie Sanders para la nominación Demócrata en los EEUU y el apoyo creciente cosechado por el Frente Nacional (la fuerza de ultraderecha liderada por Marine Le Pen) en Francia. Aun cuando difieren en ideología y objetivos, esas rebeliones electorales comparten un blanco común: rechazan la globalización corporativa, el neoliberalismo y el establishment político que los ha promovido. En todos los casos, los votantes dicen “¡No!” a la letal combinación de austeridad, libre comercio, deuda predatoria y trabajo precario y mal pagado que resulta característica del actual capitalismo financiero. Sus votos son una respuesta a la crisis estructural de esta forma de capitalismo, crisis que saltó por primera vez a la vista de todos cuando el orden financiero global estuvo al borde del colapso en 2008.


Sin embargo, hasta hace poco, la repuesta más común a esta crisis era la protesta social: drástica y vívida, desde luego, pero de carácter harto efímero. Los sistemas políticos, en cambio, parecían relativamente inmunes, todavía controlados por funcionarios del partido y las élites del establishment, al menos en los estados capitalistas poderosos como los EEUU, el Reino Unido y Alemania. Pero ahora las ondas electorales de choque reverberan por todo el planeta, incluidas las ciudadelas de las finanzas globales. Quienes votaron por Trump, como quienes votaron por el Brexit o contra las reformas italianas, se han levantado contra sus amos políticos. Burlándose de las direcciones de los partidos, han repudiado el sistema que erosionó sus condiciones de vida en los últimos treinta años. Lo sorprendente no es que lo hicieran, sino que hayan tardado tanto.
No obstante, la victoria de Trump no es solo una revuelta contra las finanzas globales. Lo que sus votantes rechazaron no fue el neoliberalismo sin más, sino el neoliberalismo “progresista”. Esto puede sonar como un oxímoron, pero se trata de un alineamiento, aunque perverso, muy real: es la clave para entender los resultados electorales en los EEUU y acaso también para comprender la evolución de los acontecimientos en otras partes. En la forma que se desarrolló en los EEUU, el neoliberalismo progresista es una alianza de las corrientes principales de los nuevos movimientos sociales (feminismo, antirracismo, multiculturalismo y derechos de los LGBTQ) por un lado y, por el otro, sectores de negocios de gama alta “simbólica” y sectores de servicios (Wall Street, Silicon Valley y Hollywood). En esta alianza, las fuerzas progresistas se han unido efectivamente con las fuerzas del capitalismo cognitivo, especialmente el financiero. Aunque acaso sin intención, lo cierto es que las primeras prestan su carisma a este último. Ideales como la diversidad y el “empoderamiento” que, en principio, podrían servir a diferentes propósitos, ahora dan lustre a políticas que han resultado devastadoras para la industria manufacturera y para las vidas de lo que otrora era la clase media.

domingo, 15 de enero de 2017

brotherhood (good bye and thank you, mark fisher)

Me entero a través de una entrada de Adam Kotsko de que murió Mark Fisher, a quien leí y traduje con placer y emoción.
Era más joven que yo. Era de los británicos de la clásica posición laborista.
"Llevó adelante una vida de compromiso intelectual público que fue una escuela para las jóvenes generaciones", dice Kotsko.
Con su libro Jacksonismo, con Realismo capitalista, logró transmitir la experiencia cotidiana de las mutaciones contemporáneas con una cercanía y una calidez que sus lectores leímos y sentimos como un abrazo fraterno.
Eso, la suya fue una tarea de fraternidad.
Este año empieza mal.
"Allá en el hoyo se vamo' a encontrar", Mark.

Su amigo Simon Reynolds describe su cercanía en esta entrada de su blog. Dice en un párrafo: "Lo excitante de la escritura de Mark –en la era CCRU, en la era K-punk, en revistas como FACT y The Wire, en los libros– era la sensación de que estaba de viaje: las ideas iban a algún lugar, un gigantesco edificio de pensamiento estaba en proceso de construcción. Mark pensaba en grande, construía un sistema, siempre enfocado en la foto completa. Y por último, esta obra rigurosa y profundamente informada, no era académica, en el sentido de ser hecha puramente por sí misma: su urgencia provenía de su fe en que las palabras podían realmente cambiar las cosas. Leer la obra de Mark hizo que todo se sintiera más significativo, sobrecargado de significado".

P.S.: Lunes 16/01/2017, 14.37: Encuentro esta entrada sobre Fisher en el blog de Guy Mankowski, que cita esta mirada introspectiva del mismo Fisher en The Occupied Times.  
Imagen tomada de Wikipedia.

sábado, 14 de enero de 2017

adriana astutti

2017 arrasa. No sabía que Adriana Astutti estaba enferma. En estos días es como si olvidara la noticia de su muerte.
En 1991 –año más, año menos–, le llevé unos cuentos reunidos en torno a una ciudad y un personaje que nunca era el protagonista, para que evaluara su publicación en Beatriz Viterbo. Pasó el tiempo y cuando nos encontramos no sólo recordó el original, me dijo algo así: "Qué rara la adjetivación de esos textos". Era cierto: una mezcla de anarquía e infantilismo me llevaba a una metaforización permanente que pude corregir mucho más tarde.
Adriana tenía una risa encantadora, contagiosa y, en el mejor de los sentidos, "doctrinaria": uno intentaba siempre coincidir con eso que su risa señalaba. 
Leí sus Andares clancos un verano de 2004 en una playa bonaerense. Cuando se lo comenté le causó gracia que esas páginas soportaran el sol, la arena y la sal del mar. 
La acompañe una noche hasta su casa en calle España, luego de una cena patrocinada por Martín Prieto y el CCPE. Su conversación era franca y ligera, extemporánea a veces: la charla ocasional asediada por su lucidez y su gracia.
Me enviaba libros con mucha serenidad: sabía lo que me atraía de sus libros de Viterbo y no pretendía presionarme.
De la editorial  tengo muchos libros y creo que leí la mayoría, al leerlos también la leía a Adriana. Ahora que es letra necesito leerla para recuperar su espíritu.  

jueves, 12 de enero de 2017

twin peaks estrena en mayo


La continuación de TwinPeaks, la serie ya de culto creada por David Lynch que se emitió entre 1990 y 1991, tendrá su estreno global –un episodio de dos horas de duración–, según lo anunció la cadena Showtime, el 21 de mayo próximo. La temporada tendrá un total de 18 episodios en los que, incluso, actúa el director David Lynch como el agente del FBI Gordon Cole.




Según DeadlineHollywood, la serie es el preludio de I’mDying Up Here, la serie creada por Jim Carrey que estrena a principios de junio y está ambientada en Los Ángeles en los 70.



No hay ningún dato acerca de qué tratará la nueva temporada de Twin Peaks, salvo que sigue sin importar quién mató a Laura Palmer y que el detective del FBI Dale Cooper (Kyle MacLachlan) vuelve a Twin Peaks.




trapero in english


El director argentino Pablo Trapero filmará su primera película en inglés acaso este año, de acuerdo a artículo publicado este jueves en Deadline Hollywood que lo señala como “uno de los cineastas más prominentes de Argentina”. La productora qwue lo eligió y financiará el proyecto es una de las más grandes de Europa, Studiocanal, asociada a la británica Working Title. El film se conoce hasta ahora como Thin Skinned Animal (“Animal de piel delgada”).
. Trapero con Guillermo Francella durante la filmación de El Clan. Imagen tomada de Infobae.

La película, producida por Tim Bevan y Eric Fellner de Working Title, junto con Tom Jacobson, se basa libremente en el libro de Patrick Alexander, Death of a Thin Skinned Animal. Es una historia sobre el amor, la amistad, el espionaje y la amoralidad del gobierno. El guión estará a cargo de John Brownlow y sigue a un agente del gobierno que es traicionado por sus superiores, quienes le asignaron una misión que termina en un gulag de pesadilla. Tras años de prisión logra escapara y regresa a Berlín, donde está decidido a saldar cuentas y reconstruir su vida.

Una célebre adaptación de esta novela británica fue encarnada por Jean Paul Belmondo en 1981, Le Professionnel.

miércoles, 11 de enero de 2017

de seres humanos a objetos

Los creadores de Sherlock, Steven Moffat y Mark Gatiss, dijeron (según releva The Guardian) que la cuarta temporada (termina el domingo que viene) trataba sobre el descontento que reina en Gran Bretaña tras el Brexit y luego del ascenso de Donald Trump a la presidencia de EEUU. Pero nunca pensamos que uno de los personajes más siniestros de esta temporada era una caricatura británica de Trump.

Un asesino serial –un millonario británico mediático–, le dice a Sherlock Homes mientras lo tiene a su merced: "Matar seres humanos... me hace inmensamente feliz. En las películas, cuando se ve a gente que finge estar muerta, sólo es gente viva tumbada... Tenés que saber que los muertos no tienen ese aspecto. Los muertos parecen objetos. Me gusta convertir a la gente en objetos, luego ppodés apropiártelos."
De eso, exactamente, trata el Neoliberalismo, ahora que escuchamos al viceministro de trabajo Miguel Ángel Ponte:

sábado, 7 de enero de 2017

el juicio express

La entrada se titula Crítica del juicio. La firma Adam Kotsko y dice:

Acaso todos vimos Red Social, o al menos escuchamos hablar de cómo se desarrolla la escena original de Facebook. Una noche, un aburrido Mark Zuckerberg utiliza su habilidad para tipear muy rápido y crea un sitio web para juzgar la calidez de las mujeres de Harvard. Resulta tan popular que amenaza con derribar toda la red informática de Harvard. Aquí estaba el núcleo de Facebook, con un anticipo de su éxito mundial.

Si bien se convirtió en algo mucho más complejo que sus raíces en “fuerte o no”, Facebook sigue siendo una tecnología para el juicio. El gesto de cero compromiso en Facebook es hacer clic en “Me gusta”, un juicio positivo que se diversificó hace poco para permitir expresar una serie de juicios que corresponden a la gama de emociones que aprendemos a nombrar en el jardín de infantes. La gente le encontró muchos otros usos –después de todo es un medio discursivo flexible– pero meollo del asunto sigue siendo ejercer el juicio. Es la cosa más fácil de hacer en Facebook, casi sin esfuerzo.
Imagen tomada del blog de Nick Irving.

Intentar que Facebook haga cualquier otra cosa puede ser difícil. Por ejemplo, algunas personas tratan de convertirlo en una tecnología para compartir enlaces interesantes. Pero, de hecho, esto se convierte en la actividad de juzgar esos vínculos, compartiéndolos sin leer, por ejemplo, para expresar la aprobación del mensaje anticipado (o para incitar a la desaprobación entre los compañeros). Algunas personas tratan de convertirlo en un foro de discusión abierta, pero también allí la inercia del juicio es fuerte. Una verdadera discusión requiere un cierto grado de distancia crítica, una voluntad de contemplar opiniones desconocidas e incluso opuestas en aras de la discusión –pero la inscripción en la caja misma del comentario ya es una pequeña imagen de uno mismo. De hecho, a medida que uno se desplaza hacia abajo en la página, verá su propia imagen una y otra vez, haciendo de cada cuadro de comentarios un espacio para que uno se afirme a sí mismo y sus opiniones y sus preciosos, preciosos juicios. Y si los juicios de otras personas aparecen en ese espacio, eso le brinda la oportunidad de juzgarlos.

la argentina en pedazos

La Fierro (1984-1992) fue una gran revista de historietas, no sólo nos permitió reconocer a los grandes autores argentinos del género (Barreiro, Solano López, Trillo, Altuna, Breccia, Fontanarrosa), también –a través de su suplemento Óxido– a los jóvenes de entonces (los rosarinos Max Cachimba y El Marinero Turco, y Pablo De Santis).

Fierro no debe haber sido tan buena revista de historietas, porque muchos recordamos de sus páginas a algunos de los clásicos contemporáneos de la literatura: el mismo De Santis, Juan Sasturain –que la dirigió al principio–, Ángel Faretta, Elvio Gandolfo y Ricardo Piglia, quien murió el viernes pasado en Buenos Aires, a los 75 años y víctima de la misma enfermedad que mató a Roberto Fontanarrosa, esclerosis lateral amiotrófica (ELA).


En septiembre de 1984, antes de subir a un tren que me dejaría en Mar del Plata, compré el primer número de Fierro. Como era un lector aficionado y desparejo de Tit Bits y Skorpio, lo que más me sorprendió no fue su “estética”, sino su carácter autorreflexivo: el tema era, ni más ni menos, la historieta argentina. Pero no sólo eso: el tema era también “la Argentina”, la de entonces –la última dictadura había culminado menos de un año atrás–, la que, zanjada al medio por las ideologías que la habían forjado, se expresaba en esas páginas con una violencia inusitada, “legible”, pero no siempre “mostrada”. Eso –que, como en la canción de Leonard Cohen: “da la sensación de que no es exactamente real, o es real, pero no está exactamente allí”– fue lo que percibí en el prólogo a una versión en historieta de “El matadero”, de Esteban Echeverría (dibujado por Enrique Breccia) que llevaba la firma de Ricardo Piglia. La sección se llamaba “La Argentina en pedazos” y arrancaba: “La Argentina en pedazos. Una historia de la violencia argentina a través de la ficción. ¿Qué historia es esa? La reconstrucción de una trama donde se pueden descifrar o imaginar los rastros que dejan en la literatura las relaciones de poder, las formas de la violencia. Marcas en el cuerpo y en el lenguaje, antes que nada, que permiten reconstruir la fi gura del país que alucinan los escritores.”


Piglia se transformó, en esas páginas en las que desarrollaba de modo sistemático una breve historia argentina a través de sus ficciones, en una suerte de guía y gurú de lo que ya no era sólo una historieta, sino una lectura, es decir, una interpretación, el desarrollo de una complicidad, con guiños y contraseñas, para espiar ese oscurecido mapa político y literario de un país.