Pasaron casi diez años de la Guerra de Vietnam y todos esos buenos
marines que no lograron derrotar al vietcong ahora son imbatibles en las
películas, envueltos en músculos sostienen una ametralladora del tamaño de un
semirremolque y miran hacia un más allá en el que refulge la democracia y la
libertad. Mientras tanto, en Estados Unidos –lo veremos en una de las escenas
de la serie–, en cada escuela hay un retrato del presidente Ronald Reagan, que
accedió a la Casa Blanca predicando –literalmente– las bondades del
conservadurismo económico y religioso y definió a la Unión Soviética (que aún existía)
y sus países aliados como “el
eje del mal” en una asamblea nacional de evangélicos. Estamos en octubre de
1984 en un pequeño pueblo llamado Hawkins, en el interior de la costa Este de
Estados Unidos. Acaba de estrenarse “Casafantasmas” y es la
vísperas de Todos los Santos, que en inglés se escribe All Hallows’ Eve y, su
contracción: Halloween. La serie se llama “Stranger
Things 2”. Netflix estrenó los 9 episodios de la segunda temporada el
viernes pasado.
Es bueno recordar el contexto político, porque la trama se desarrolla en el desasosiego del fin de la primera presidencia de Reagan y, si bien el relato apenas lo alude, la atmósfera política se respira por momentos como una metáfora del presente: al mundo dividido de los 80 –entre el mundo occidental y el orden soviético– se suma una visión paranoide y quebrada de la realidad como la de la actualidad. Si cada época crea sus monstruos, el monstruo de los 80 recordados en “Stranger Things” (el “demogorgon” salido del juego “Calabazas y dragones”) es una criatura ciega, hambrienta, que habita el lado oscuro del espejo: replica la geografía, pero no su vitalidad. Es el monstruo que no tiene nada que decir y todo para destruir, el ser que merodea los pasadizos de un inframundo abierto para el espionaje.
Multiplicación
Todos los personajes de la primera temporada están presentes en la
segunda, a la que se suman nuevos, en su mayoría citadinos, como si “Stranger
Things 2” fuese una tentativa de confrontar la belicosidad de la gran ciudad
con el desencanto del pueblo.
Asimismo, la Chilindrina no es uno de los personajes de la serie,
como creyó algún despistado que hizo clic en un enlace de cuarta o quinta
generación difundido en redes sociales. La aparición de la Chilindrina (la
actriz mexicana María Antonieta de las Nieves, quien interpretó a ese personaje
en la tira “El Chavo”) respondió a una campaña publicitaria pensada para
América Latina, lo mismo que un corto promocional de “Stranger Things” que
tenía como banda sonora el tema original de María Elena Walsh “El reino del
revés”, que fue pensado para la campaña de la serie en Argentina.
Los hermanos Ross y Matt Duffer, creadores de “Stranger Things”,
quienes el año pasado sorprendieron a medio mundo con el éxito de la serie de
Netflix, declararon
a periodistas de Deadline Hollywood que antes que una segunda parte de la
primera temporada pensaron en una continuación al modo en que James Cameron
(creador de “Terminator”) había elaborado su film “Aliens” (basado en el film “Alien,
el octavo pasajero”) o “Terminator 2, Día del Juicio”. Allí Cameron realizó
cambios sustanciales: pasó de un alien a un enjambre, de un robot exterminador,
a dos. Esta segunda temporada de “Stranger Things” multiplica también sus
personajes y sus monstruos, su escenografía y su topografía; sus temas
musicales y sus fugas hacia una tercera tanda de episodios que ya comenzaron el
proceso de producción.
Metafísica
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