Páginas

lunes, 26 de noviembre de 2018

el neoliberalismo conduce al fascismo


El neoliberalismo como teoría económica siempre fue un absurdo. Tuvo tanta validez como las ideologías que gobernaron del pasado: el derecho divino de los reyes o la creencia en el Übermensch (el “súperhombre”) del fascismo. Ninguna de sus tan aclamadas promesas fueron remotamente posibles. Concentrar la riqueza en manos de una élite oligárquica global (ocho familias tienen ahora tanta riqueza como el 50 por ciento de la población mundial), mientras se demuelen los controles y regulaciones gubernamentales, lo que siempre crea una desigualdad de ingresos masiva, le da poder a los monopolios, alimenta el extremismo político y destruye la democracia. No se necesita recorrer las 577 páginas de El Capital en el siglo XXI, de Thomas Piketty, para hacerse una idea. Pero la racionalidad económica nunca fue el punto. El punto era la restauración del poder de clase.
Ilustración de Mr. Fish en TruthDig.

Como ideología dominante, el neoliberalismo fue un éxito brillante. A partir de la década de 1970, sus principales críticos keynesianos fueron expulsados de la academia, de las instituciones estatales y las organizaciones financieras como el Fondo Monetario Internacional (FMI) y el Banco Mundial; también se los excluyó de los medios de comunicación. Cortesanos aplicados e intelectuales presumidos como Milton Friedman fueron insertados en lugares como la Universidad de Chicago y recibieron plataformas prominentes y fondos corporativos lujosos. Desde allí diseminaron el mantra oficial de teorías económicas desacreditadas y marginadas popularizadas por Friedrich Hayek y la escritora de cuarta Ayn Rand. Una vez que nos arrodilláramos ante los dictados del mercado y levantáramos las regulaciones gubernamentales, recortáramos los impuestos para los ricos, permitiéramos el flujo de dinero a través de las fronteras, destruyéramos sindicatos y firmásemos acuerdos comerciales que enviaban puestos de trabajo a las explotaciones en China, el mundo sería un lugar más feliz, libre y rico. Fue una estafa. Pero funcionó.
“Es importante reconocer los orígenes de clase de este proyecto, que ocurrió en la década de 1970 cuando la clase capitalista lidiaba con grandes dificultades, los trabajadores estaban bien organizados y empezaban a hacer presión”, dijo David Harvey, autor de Una breve historia del neoliberalismo, cuando hablamos en Nueva York. “Como cualquier clase dominante, necesitaban ideas dominantes. Así que las ideas dominantes fueron que la libertad de mercado, la privatización, el espíritu empresarial del yo, la libertad individual y todo lo demás deben ser las ideas dominantes de un nuevo orden social, y ese fue el orden que se implementó en los años 80 y 90”.
“Como proyecto político, fue muy inteligente”, dijo. “Obtuvo un gran consenso popular porque hablaba de libertad individual. Libertad, libertad de elección. Cuando hablaban de libertad se referían a la libertad de mercado. El proyecto neoliberal le dijo a la generación del 68, ‘Bien, ¿quieren libertad y liberarse? –de eso se trataba el movimiento estudiantil. Se la daremos, pero será la libertad del mercado. Si la otra cosa que buscan es la justicia social: olvídense. Entonces, te daremos libertad individual, pero te olvidás de la justicia social. No se organicen’. Lo que se intentó fue desmantelar esas instituciones, que eran las instituciones colectivas de la clase trabajadora, en particular los sindicatos y poco a poco los partidos políticos que representaban algún tipo de preocupación por el bienestar de las masas.”

Desiguales

“El gran asunto con esto de la libertad de mercado es que parece ser igualitario, pero no hay nada más desigual que el trato igualitario de los desiguales”, siguió Harvey. “Promete igualdad de trato, pero si sos extremadamente rico, significa que podés hacerte más rico. Si sos muy pobre, es más probable que sigas empobreciéndote. Lo que Marx mostró brillantemente en el volumen uno de El Capital es que la libertad de mercado produce niveles cada vez más grandes de desigualdad social”.
La difusión de la ideología del neoliberalismo fue altamente organizada por una clase capitalista unificada. Las élites capitalistas financiaron organizaciones como Business Roundtable y la Cámara de Comercio, o think tanks como The Heritage Foundation para vender la ideología al gran público. Prodigaron donaciones en las universidades, siempre y cuando esas universidades rindieran lealtad a la ideología dominante. Utilizaron su influencia y riqueza, así la propiedad de plataformas de medios, para transformar la prensa en su portavoz. Y silenciaron a los herejes o hicieron que se les volviera muy difícil que encontraran empleo. La suba de valores de las acciones, en lugar de la producción, se convirtió en la nueva medida de la economía. Todo y todos fueron financierizados y mercantilizados.
“El valor se fija por un precio cualquiera que se realice en el mercado”, dijo Harvey. “Entonces, Hillary Clinton es muy valiosa porque dio una conferencia a Goldman Sachs por 250,000 dólares. Si doy una conferencia a un grupo pequeño en el centro de la ciudad y consigo 50 dólares, obvio que ella vale mucho más que yo. La valoración de una persona, de su contenido, se valora por cuánto pueden obtener en el mercado”.
“Esa es la filosofía que se encuentra detrás del neoliberalismo”, continuó. “Tenemos que poner precio a las cosas. A pesar de que no se trate de cosas que puedan tratarse como mercancías. Por ejemplo, el cuidado de la salud se convierte en una mercancía. La vivienda para todos se convierte en una mercancía. La educación se convierte en una mercancía. Por lo tanto, los estudiantes deben pedir prestado para acceder a la educación que les permita obtener un empleo en el futuro. Esa es la estafa de la cosa. Básicamente dice que si sos un emprendedor, si salís y te entrenás, etc., obtendrás tu justa recompensa. Si no conseguís buenas recompensas, es porque no te entrenaste bien. Porque tomaste los cursos equivocados, como filosofía o clásicos, en lugar de tomar los de habilidades de gestión o de cómo explotar el trabajo”.
La estafa del neoliberalismo ahora se entiende ampliamente en todo el espectro político. Es cada vez más difícil ocultar su naturaleza depredadora, incluida su demanda de enormes subsidios públicos (Amazon, por ejemplo, solicitó y recibió beneficios fiscales multimillonarios de Nueva York y Virginia para establecer centros de distribución en esos estados). Esto ha obligado a las elites gobernantes a hacer alianzas con demagogos de derecha que utilizan las tácticas burdas del racismo, la islamofobia, la homofobia, el fanatismo y la misoginia para canalizar la creciente rabia y frustración del público hacia las élites y hacia los vulnerables. Estos demagogos aceleran el saqueo de las elites globales y, al mismo tiempo, prometen proteger a los trabajadores y trabajadoras. La administración de Donald Trump, por ejemplo, ha abolido numerosas regulaciones, desde las emisiones de gases de efecto invernadero hasta la neutralidad de la red, y redujo los impuestos para las personas más ricas y las corporaciones, eliminando un estimado de 1.5 trillones de dólares en ingresos del gobierno durante la próxima década, mientras abraza un lenguaje autoritario y nuevas formas de control.”

Depredación

El neoliberalismo genera un poco de riqueza. Más bien, lo redistribuye hacia arriba en manos de las élites dominantes. Harvey llama a esto “acumulación por desposesión”.
“El principal argumento de la acumulación por desposesión descansa en la idea de que cuando las personas se quedan sin la capacidad de hacer cosas o prestar servicios, establecen un sistema que extrae la riqueza de otras personas”, dijo Harvey. “Esa extracción se convierte entonces en el centro de sus actividades. Una de las formas en que puede ocurrir esa extracción es creando nuevos mercados de productos básicos donde antes no existían. Por ejemplo, cuando era más joven, la educación superior en Europa era esencialmente un bien público. Cada vez más [este y otros servicios] se han convertido en una actividad privada. El servicio de salud: muchas de estas áreas que cualquiera consideraría que no son mercancías en el sentido ordinario se convierten en mercancías. La vivienda para la población de bajos ingresos a menudo era vista como una obligación social. Ahora todo tiene que pasar por el mercado. Se impone una lógica de mercado en áreas que no deberían estar abiertas al mercado “.
“Cuando era niño, el agua en Gran Bretaña se proporcionaba como un bien público”, dijo Harvey. “Entonces, por supuesto, se privatiza. Comenzamos a pagar los gastos de agua. Han privatizado el transporte [en Gran Bretaña]. El sistema de autobuses es caótico. Hay todas estas compañías privadas corriendo aquí, allá, en todas partes. No hay ningún sistema que realmente necesites. Lo mismo sucede en los ferrocarriles. Hoy en Gran Bretaña el Partido Laborista dice: ‘Vamos a tomar todo eso y hacerlo propiedad pública de nuevo porque la privatización es totalmente insana y tiene consecuencias insanas y no está funcionando bien en absoluto’. La mayoría de la población ahora está de acuerdo con eso”.
Bajo el neoliberalismo, el proceso de “acumulación por desposesión” está acompañado por la financierización.
“La desregulación permitió que el sistema financiero se convirtiera en uno de los principales centros de actividad redistributiva a través de la especulación, la depredación, el fraude y el robo”, escribe Harvey en su libro, tal vez el mejor y más conciso relato de la historia del neoliberalismo. “Promociones de acciones, esquemas Ponzi, destrucción estructurada de activos a través de la inflación, desmonte de activos a través de fusiones y adquisiciones, la promoción de los niveles de incumbencia de la deuda que reducen poblaciones enteras, incluso en los países capitalistas avanzados, a la esclavitud de la deuda. Para no decir nada del fraude corporativo, el despojo de activos, el asalto de los fondos de pensiones, su reducción por acciones y los colapsos corporativos por manipulación de créditos y acciones, todo esto se convirtió en características centrales del sistema financiero capitalista”.
El neoliberalismo, con un tremendo poder financiero, es capaz de fabricar crisis económicas para deprimir el valor de los activos y luego apoderárselos.

Crisis diseñadas

“Una de las maneras en que puede diseñar una crisis es cortar el flujo de crédito”, dijo. “Esto se hizo en el este y sureste de Asia en 1997 y 1998. De repente, la liquidez se agotó. Las principales instituciones no prestaron más dinero. Había habido un gran flujo de capital extranjero en Indonesia. Apagaron el grifo. El capital extranjero fluyó hacia afuera. Lo apagaron en parte porque una vez que todas las firmas se declararon en bancarrota, podrían comprarse y volver al ruedo. Vimos lo mismo durante la crisis de la vivienda aquí [en los Estados Unidos]. Las ejecuciones hipotecarias de la vivienda dejaron un montón de viviendas por ahí que podína adquirirse muy baratas. Blackstone entra, compra todas las viviendas y ahora es el mayor propietario de todos los Estados Unidos. Tiene 200.000 propiedades o algo así. Está esperando que el mercado gire. Cuando lo haga, como ya lo hizo, entonces puede vender o alquilar y dejar una masacre. Blackstone ya hizo una carnicería de la crisis de ejecuciones hipotecarias donde todos perdieron. Fue una transferencia masiva de riqueza”.
Harvey advierte que la libertad individual y la justicia social no son necesariamente compatibles. La justicia social, escribe, requiere solidaridad social y “la voluntad de sumergir las aspiraciones, las necesidades y los deseos individuales en la causa de una lucha más general por, por ejemplo, la igualdad social y la justicia ambiental”. La retórica neoliberal, con su énfasis en las libertades individuales, puede efectivamente “fragmentar el libertarismo, la política de identidad, el multiculturalismo y, eventualmente, el consumismo narcisista de las fuerzas sociales que persiguen la justicia social a través de la conquista del poder estatal”.

Dos libertades

El economista Karl Polanyi entendió que hay dos tipos de libertades. Existen las malas libertades para explotar a quienes nos rodean y obtener enormes ganancias sin tener en cuenta el bien común, incluido lo que se hace con el ecosistema y las instituciones democráticas. Estas malas libertades hacen que las corporaciones monopolicen las tecnologías y los avances científicos para obtener enormes ganancias, incluso cuando, como sucede con la industria farmacéutica, un monopolio significa que se ponen en peligro las vidas de quienes no pueden pagar precios exorbitantes. Las buenas libertades –la libertad de conciencia, la libertad de expresión, la libertad de reunión, la libertad de asociación, la libertad de elegir el trabajo– eventualmente se extinguen por la primacía de las malas libertades.
“La planificación y el control están siendo atacados como una negación de la libertad”, escribió Polanyi. “La libre empresa y la propiedad privada se declaran esenciales para la libertad. Se dice que ninguna sociedad construida sobre otras bases merece ser llamada libre. La libertad que crea la regulación es denunciada como falta de libertad; La justicia, la libertad y el bienestar que ofrece están condenados como un camuflaje de la esclavitud “.
“La idea de libertad degenera así en una mera defensa de la libre empresa”, que significa la plenitud de la libertad para aquellos cuyos ingresos, ocio y seguridad no necesitan ser mejorados, y una simple miseria de libertad para las personas, que intentan en vano hacer uso de sus derechos democráticos para refugiarse del poder de los dueños de la propiedad”, escribe Harvey citando a Polanyi. “Pero si, como siempre es el caso, ‘no es posible una sociedad en la que el poder y la compulsión estén ausentes, ni un mundo en el que la fuerza no tenga ninguna función’, entonces la única forma en que esta visión utópica liberal podría sostenerse es por la fuerza, la violencia, y el autoritarismo. El utopismo liberal o neoliberal está condenado, en opinión de Polanyi, a ser frustrado por el autoritarismo, o incluso por el fascismo absoluto. Las buenas libertades se pierden, las malas se hacen cargo”.
El neoliberalismo transforma la libertad de las mayorías en la de unos pocos. Su resultado lógico es el neofascismo. El neofascismo suprime las libertades civiles en nombre de la seguridad nacional y califica a grupos enteros como traidores y enemigos del pueblo. Es el instrumento militarizado utilizado por las élites gobernantes para mantener el control, dividir y desgarrar a la sociedad y acelerar aún más el saqueo y la desigualdad social. La ideología dominante, cuando ya no es creíble, se reemplaza con las botas militares.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Los comentarios se moderan, pero serán siempre publicados mientras incluyan una firma real.