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lunes, 18 de mayo de 2020

oh, brasil

La prensa internacional ve en Brasil el próximo gran foco de infección de coronavirus de toda América, luego de que Estados Unidos llegase la semana pasada a unas 1.700 muertes diarias por covid-19, con un total de casos fatales que ronda los 90 mil. El sábado último Brasil superó las 15 mil muertes totales, lo que lo ubica entre los cuatro países más afectados por la pandemia.

En tanto, el presidente Jair Bolsonaro recibe ataques de todos lados, su último ministro de Salud, designado hace menos de un mes, renunció. Su ministro de Justicia, el ex juez Sérgio Moro, quien dirigió una campaña personal e implacable para encarcelar a Luiz Inácio Lula da Silva, con tretas que incluyeron mentiras y aprietes de otros funcionarios judiciales –como lo mostró el diario The Intercept que dirige Glenn Greenwald–, también renunció y asoma como candidato a unas elecciones para las que falta tiempo, aunque nada es seguro en un país asolado por una pandemis, un presidente que juega al delirante y que aún conserva entre un 25 y un 30 por ciento de apoyo.

Pero sobre todo, Brasil es el principal socio comercial argentino y uno de los países fronterizos más importantes.

Para analizar esta situación particular sobre un país que tiene casi 200 millones de habitantes y llegó a estar entre los cinco más influyentes del mundo, nos comunicamos con Eduardo Crespo, doctor en Economía, profesor de la Universidad Federal de Río de Janeiro y de la Universidad de Moreno, en Buenos Aires.


—En una entrevista que le hizo esta semana el periodista Alejandro Bercovich, el ex presidente brasileño Lula manifestó que se presentaría en las próximas elecciones, donde es probable que también se presente Sergio Moro. ¿Cómo interpretás esa escena de la política brasileña en la que Lula tiene que volver al ruedo?

—Me parece muy verde la situación, muy provisoria para ver cuál va a ser el escenario electoral. Estamos hablando de un escenario electoral de acá a tres años o de acá a un año, porque en Brasil no se puede anticipar hoy qué va a pasar esta tarde, es un caos absoluto, se está aproximando a los mil muertos oficiales por día, lo cual da una idea de que pueden ser mil o dos mil, porque no sólo está el riesgo de que mientan, sino de que ni siquiera puedan notificar: tienen que enterrar gente que ni saben de qué murió. Por ejemplo, en Río de Janeiro parece que se quedaron sin heladeras para los muertos, no saben si enterrarlos sin notificar, es un despelote gigantescos, el sistema de salud está colapsando. Entonces no se puede saber.Ahora, creo que el PT, con todas sus debilidades y con una candidatura de Lula llegaría hoy a una segunda vuelta, no me cabe ninguna duda, ahora, ¿con quién llegaría? Puede ser con Moro o con el propio Bolsonaro. Hoy Bolsonaro se puede caer, sí, pero se puede quedar, sorprende el nivel de apoyo y de aprobación que tiene, debe estar entre un 25 y 30 por ciento de apoyo bastante firme todavía, principalmente vinculado a grupos fascistas, paramilitares e iglesias evangélicas. Y además acá hay que recordar que Bolsonaro llega a la presidencia por el antipetismo, probablemente si el ballotaje hubiera sido Bolsonaro y Ciro Gomes probablemente hubiera ganado Ciro Gomes. Es un poco lo que ocurría con Cristina (Fernández de Kirchner), hay un antipetismo muy grande pero el PT conserva un apoyo grande como para imaginar que sin grandes problemas llegaría a una segunda vuelta. También puede haber una alianza, como Cristina poniendo a Alberto (Fernández), podría haber una medida de ese tipo en la que el PT termine poniendo a un candidato que parezca más moderado, que de algún modo enamore un poco más. Yo a Lula, además, lo veo un poco viejito, se ve en el reportaje, en la voz, una elección de acá a cuatro años va a tener 77 años, terminaría su mandato con 81, lo veo un poco complicado, lo que no quiere decir que sea imposible.

—La otra pregunta, claro, es ¿cómo sobrevive Bolsonaro al desmanejo de la crisis de la pandemia de coronavirus? ¿Cómo son las tensiones al interior de su gobierno que le permiten remover ministros y mantenerse en el cargo? Si se descarta un impeachment, ¿hay alguna otra posibilidad de que lo saquen del cargo, y qué implicaría?

—El bolsonarismo es un caso bastante complicado de analizar, aunque interesante. Es como que siempre tiene la iniciativa para movilizar a su base social, a sus apoyadores. Entonces lo tenés al tipo haciendo escándalos todos los días, que enervan a todo el mundo pero que de alguna manera recrean los lazos con sus apoyadores. El tipo saca de la galera esto de que hay que romper con el aislamiento, ahora el tema que impuso es si cloroquina sí o no, que aparentemente es la causa de la renuncia del ministro [el oncólogo Nelson Teich, segundo funcionario en el cargo, quien no llegó a durar un mes luego de que el presidente expulsara a su antecesor]. Y tenés a montones de grupos, de WhatsApp, de iglesias evangélicas, apoyando la cloroquina del presidente: que grupos de interés se oponen a la cloroquina, etcétera. Todavía las fuerzas armadas lo apoyan, no olvidemos que hoy es prácticamente un gobierno militar, casi todos los ministerios, los cargos importante han ido creciendo los militares dentro de la burocracia estatal en los últimos meses. Vos tenías al grupo de los terratenientes, el de las iglesias evangélicas, el de los terraplanistas –que van con las iglesias– y a los milicos. Los terraplanistas han sido tan desastrosos en general que los milicos han ido ocupando los cargos que perdieron. Entonces Bolsonaro aún tiene cierto apoyo militar. Y el presidente de la cámara de Diputados, Rodrigo Maia, por ahora cajonea todos los pedidos de impeachment (juicio político). Ahora, ¿es improbable un impeachment? No, es posible, ahora, tampoco nos sorprenda que pegue un volantazo y busque hacerse un autogolpe o algo por el estilo. Aparentemente no tiene apoyo para eso dentro de las FFAA, pero hay rumores de que tiene grupos armados, milicias, que llegado el caso podrían jugar una carta violenta a favor de Bolsonaro. Entonces, una destitución puede incluir elementos violentos. Pero sí, puede caer porque de hecho la situación empeora dramáticamente. La situación económica es un desastre. Y hay proyecciones, en cuanto a la situación sanitaria, de que para junio Brasil supere a Estados Unidos en casos y probablemente en muertes. Hay que ver cuánto van a poder disfrazar. ¿Se pueden esconder 50 mil muertes? No sé, lo veo difícil. La estrategia, interpreto, es la subnotificación tanto de muertes como de casos. Hoy podés evaluar que el tipo no tiene condiciones para caer pero no sé si de acá a un mes puede decirse lo mismo porque la situación se va agravando.

—¿Qué riesgo creés que implicaría para Argentina el descontrol de la pandemia en Brasil y qué observás que se está haciendo en ese sentido?

—Hay riesgos enormes. El sábado Míriam Leitão, que es una columnista importante, como una Carlos Pagni pero de O Globo, se dedica a temas económicos y es muy reconocida, es una persona de la derecha, y saca una nota en la que dice que las embajadas de casi todos sus funcionarios, off the record, no lo hacen público, a todos sus funcionarios que en lo posible se vuelvan para casa, como que hay una movida de todas las embajadas para sacar al personal diplomático porque hay un riesgo muy grande de quedarse en Brasil, que es una fuente de riesgo, es una amenaza. Lo mismo planteó hace poco el presidente de Paraguay. Y no creo que en Argentina no estén pensando en eso. Incluso a muchos les empezó a caer la ficha de lo peligroso que es Brasil en manos de un tipo como Bolsonaro. Si ya es peligroso de por sí Brasil imaginate gobernado por grupos parapoliciales. No sé qué se está haciendo, por ahora el cierre de las fronteras. No sé qué más se puede hacer: cerrás las fronteras, pedís a tu cuerpo diplomático que se cuide, ¿qué más? Ahora, si hubiera una crisis, con gente cruzando la frontera, ahí hay que ver, porque por ahora lo más descontrolado es la Amazonia, Río de Janeiro y en alguna medida San Pablo. Por ahora Porto Alegre, Brasilia, los estados limítrofes con Argentina, Río Grande do Sul, Paraná, Santa Catarina no estarían tan descontrolados, entonces no veo una situación que se salga de control y se vayan para los hospitales argentinos. Por ahora.

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