para Cruz del Sur
Al final, cuando el grabador del teléfono ya está apagado, Beatriz Busaniche, que participó hace tres
semanas del Festival
de Arte & Tecnología 404, en Rosario, y dio una charla en la Facultad
de Humanidades y Artes, habla del primer episodio de la miniserie inglesa Black
Mirror (2011, sólo accesible a través de internet), ese en el que
secuestran a una princesa británica para obligar a que el primer ministro
inglés tenga relaciones con un cerdo frente a las cámaras de televisión. Busaniche
ha visto en ese capítulo, cuyo tema central es la transmisión de información a
través de las redes sociales e internet, una suerte de narración sesgada de lo
que son hoy las comunicaciones y el relato del poder en un mundo en el que
internet es algo así como el paisaje natural de la vida moderna, del mismo modo
que lo fue la naturaleza en el siglo XIX o la urbe en el XX. Busaniche preside
la Fundación Vía Libre y es miembro fundadora de Wikimedia Argentina, además de tener
una licenciatura en Comunicación en Rosario, donde nació hace 41 años.
(Wikimedia, Vía Libre: organizaciones ligadas a la defensa de los derechos
ciudadanos en internet y la libre circulación de la información y la cultura.)
Ese episodio señala una nueva relación de los usuarios con la
información y la intimidad, pero culmina con una vuelta a la rutina en la que
no cambió lo fundamental: desmantelar los mecanismos que generan la feroz
acumulación de capital, el crimen y la injusticia social. “No, claro –dice–,
hay una reformulación muy grande en torno a cómo circula la información, pero
no hay ningún cuestionamiento más allá de eso. El capital está cambiando de
manos, como en toda gran crisis del capitalismo. Mucha gente tiene la ilusión de
internet como un medio democratizante. Si mirás el pleito de las leyes SOPA y PIPA (propuestas
represivas de Estados Unidos y Europa en pos de las leyes de copyright y las
restricciones en el acceso a contenidos de la web), y mirás quiénes eran los
jugadores enfrentados ves corporaciones de uno y otro lado: de un lado Disney,
Microsoft, las asociaciones de discos y películas, y enfrente estaba Google,
Facebook. Además, lo que me llamó mucho la atención fue que viéndolo desde
América latina, tenemos una idea de la participación del ciudadano muy distinta
de la que tienen en Estados Unidos. Los medios estadounidenses en ningún momento
tomaban en cuenta la participación de ciudadanos comunes, que no pertenecieran
a las corporaciones, como los wikipedistas que hicimos el bloqueo (el
19 de enero pasado), las organizaciones de base del mundo tecnológico como
Mozilla, Wordpress, los grupos de ciudadanos organizados en el campo de la
tecnología. No existimos para ellos y sin embargo nosotros hicimos el bloqueo,
fuimos los que más vigorosamente actuamos, la Wikipedia, que la hacen
ciudadanos comunes. Eso lo silencian en la discusión. Lo ven sólo como un
pleito de intereses comerciales, de modo que queda la idea de que uno gana y
otro pierde, y se nubla toda la discusión de los derechos ciudadanos, que es la
nuestra”.
—Wikipedia señala en su portal que las entradas en español son 897 mil,
mientras que en italiano (que tiene mucho menos hablantes) son más de 900 mil. En
inglés son cuatro veces más, ¿por qué?
—Hay distintas teorías. Hay un hecho concreto de hace unos años que no
explica la cuestión. Cuando recién se lanza la enciclopedia hubo una idea de
hacerla comercial y ponerle publicidad y ante la sola idea la comunidad en
español se movió hacia otra enciclopedia, y volvió esa comunidad cuando se dijo
que el proyecto iba ser libre como ahora y eso restó tiempo de desarrollo. Pero
ya pasó mucho tiempo de esto y no explica el fenómeno. Creo que se explica por
el acceso a internet: si bien el español es muy hablado, se habla en España y
toda América latina, que sigue siendo el continente más desigual del mundo. Las
tasas de acceso a internet no son las mismas que en Europa o América del Norte.
Esa es una primera barrera para contribuir. La otra la defino como un tema de
autoestima: la idea de “¿y yo qué tengo para aportar?” Gente que accede, lee y
no se le ocurre qué puede poner. El alemán se habla mucho menos que el español
y tiene comunidades más activas. Quizás tenga que ver con idiosincrasias.
—¿Y cuántos de los contribuyentes son mujeres?
—Sólo el 9 por ciento. Ahí hay otra brecha enorme: estamos hablando de
contribuyentes mujeres de toda la Wikipedia. Y tampoco se sabe por qué pero hay
un estudio con el que estamos tratando de indagar, de hecho ahora tendremos un encuentro de mujeres wikipedistas.
En el mundo de las nuevas tecnologías hay una brecha de género muy grande. En
el mundo del que yo vengo, que es el del software libre, también, la brecha es
brutal, similar a la de Wikipedia, es un entorno muy masculino, machista,
demandante de trabajo voluntario: las mujeres no siempre tienen tiempo libre
para eso. Pienso en estas brechas preguntándome: ¿qué hace una mujer con su
tiempo libre? ¿Y qué hace un hombre? Porque todos estos proyectos se hacen con
el tiempo libre. Entonces la pregunta es cuánto tiempo libre tiene un hombre y
cuánto una mujer, y a qué se lo dedica. Creo que mientras no se superen las
brechas cotidianas del empleo del tiempo de las mujeres (volvés de trabajar
pero tenés que seguir trabajando, cuidar los chicos o ir al gimnasio porque hay
que estar divina).
—Internet es como un paisaje hoy día, del mismo modo que lo fue la
conflictiva visión de la naturaleza en el siglo XIX o la urbe en el XX. Parece
que donde se entendió esto es en las series de tevé: por su durabilidad, por el
tipo de historias que cuentan, por cómo repercuten en la web. ¿Qué pensás de
esto?
—Sí, la posibilidad de hacer metadiálogos; por ejemplo, Lost, todo lo que pasó alrededor de la
serie pasó en internet. Tenés la Lostpedia, y todo un
fenómeno y una audiencia que ya no es la que sienta a mirar a la hora en que le
ponés la serie, sino una audiencia que es capaz de mirarse una temporada en un
fin de semana, en la computadora. Creo que tiene que ver con los cambios en el
consumo cultural que son irreversibles, por más que traten de ponernos en la
cajita del espectador que va a mirar las cosas a la hora y el día que alguien
decide; eso, que se olviden.
—Decías también que las leyes de propiedad intelectual de Argentina
están entre las más restrictivas del mundo.
—Hay una red de consumidores mundial que cada año hace un informe
sobre el estado de las leyes de propiedad intelectual en el mundo. Lo que
hacen es un cuestionario de análisis legal entre las sedes de los distintos
países y comparan las leyes, hacen un ránking que este año puso a Argentina en
el segundo puesto. ¿Qué cosas miran?: por ejemplo, duración de copyright
(estamos en uno de los peores escenarios: 70 años post mortem, que es mucho más
de lo que exige la Organización Mundial del Comercio; o sea, Atahualpa Yupanqui
va a entrar al dominio público cerca del 2060). También el informe mide el
nivel de excepciones que hay: Argentina es uno de los 20 países del mundo que
no tiene excepciones para bibliotecas.
—¿Excepciones con respecto al copiado, que prohíben las leyes de
copyright?
—Sí, por ejemplo, copia para uso bibliotecario, una fotocopia de una
obra deteriorada, para conservación: son delitos, como sucede en muchos países
africanos. Eso está contemplado entre las excepciones de Estados Unidos y
Europa. Está claro que los países desarrollados no tienen un sistema tan rígido
como el nuestro. No tenemos excepciones educativas, toda la gente que está en
esta facultad (Humanidades y Artes), todos son delincuentes, le pueden dar seis
años a cada uno, porque todos fotocopiamos libros para estudiar, sino es
imposible tener un título.
—Incluso cuando no hay libros, porque las grandes editoriales no
reeditan ni ceden su fondo editorial a editores interesados en publicar obras
que no son de venta masiva.
—No, porque depende de sus cuestiones de mercado. Y estoy segura de que
en esta facultad hay cantidad de bibliografía agotada y que no se consigue.
—¿Va a cambiar la internet tal como la conocimos hasta ahora?
—Ya
cambió y va a seguir cambiando, pero hay que defenderla, hay que defender el
carácter descentralizado, necesitamos distribuir infraestructura, que no todos
los caños sigan pasando por Estados Unidos, necesitamos descentralizar eso y el
sistema de nombres y dominios (DNS), necesitamos a como dé lugar, la
neutralidad de la red y defender el anonimato en la red y el uso de
herramientas de anonimización en la navegación y de privacidad en las
comunicaciones, todo eso es urgente. Necesitamos defender internet de la
censura y el control.
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