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miércoles, 24 de octubre de 2012

el mal y la especulación inmobiliaria


¿Ya hablamos de 666 Park Avenue? Creo que no, salvo alguna mención sobre su inminente estreno, que ocurrió hace cuatro lunes atrás. No es la gran cosa, aunque podría decirse que agrega algo a nuestra humilde tesis sobre las series y la política (una serie es un espacio para pensar la política allí donde la política se ha abandonado a la instrumentalidad). Básicamente trata sobre una pareja ya adulta que regentea el edificio Drake en pleno Manhattan (en la Nueva York real el Drake es el Ansonia, ue está en Brooklyn), a donde llega una joven pareja que de a poco irá descubriendo que pasan cosas raras o, mejor, endemoniadas. El protagonista es Terry O'Quinn (el John Locke de Lost) quien, nos tememos, aprovecha aún la intriga del personaje de la serie que terminó hace dos años.
La serie podría ser un sucedáneo más "urbano", más "disciplinado" de American Horror Story que, a todo esto, empezó el domingo pasado. En realidad, más lavado, con gente linda que no hace las cosas medio freaky que hacían en AHS (eso de calzarse en látex para tener sexo, por ejemplo, o coquetear con la necrofilia): rubias bien dotadas que se desnudan frente a una ventana abierta y muestran lo que el horario familiar permite mostrar en televisión. Y no es que nos plazca que la intimidad debe ser un carnaval, sólo destacamos antecedentes.
Bien, pero lo más atractivo, en lo que respecta a nuestra humilde tesis, es lo único que parece innovador en la serie: Locke (que acá se llama Gavin Doran) es, además de un ser que domina poderes demoníacos, un especulador financiero. En fin, que sería la primera serie de terror (porque de horror aún no tiene nada) en la que el Mal se encuentra con la especulación inmobiliaria y la corrupción política. Es decir, el encuentro entre la "iluminación" del Mal (Lucifer significa "el que trae la luz") y los restos de la utopía capitalista.  


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