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martes, 24 de marzo de 2015

como una milonga

A mediados de los 80, quien mejor cantó la depresión económica rural de los Estados Unidos fue un joven guitarrista que recién se conocía en Argentina, John Cougar Mellencamp. En su disco Scarecrow (“Espantapájaros”) incluyó un pequeño hit titulado “Small Town” (“Pueblito”), que además de glorificar la vida y la idiosincrasia pueblerina contra la de las grandes ciudades, decía: “Al fin y al cabo, todo lo que descubrí lo conocí en este pequeño pueblo”. En esa frase pienso cuando leo Como si fuera hoy, editorial El OmbúBonsai), la crónica de Osvaldo Aguirre sobre su infancia en Colón, en el norte de la provincia de Buenos Aires (a 175 kilómetros de Rosario).

Aguirre llegó a Rosario a estudiar Letras a principios de los 80. Al contemplar hoy el trabajo del autor (una obra poética que cruza cierta tradición campera con interrogantes contemporáneos; novelas, cuentos, libros de investigación histórica y periodística, además de su carrera en el periodismo policial y cultural y su trabajo al frente del Festival Internacional de Poesía de Rosario o el encuentro La Chicago Argentina) y compararlo con las historias de la primera juventud en esa pequeña ciudad bonaerense –como puede leerse en Como si fuera hoy–, las anécdotas adquieren la dimensión de una cifra: allá hizo su primer diario, que repartía entre parientes y amigos; las primeras participaciones en radio, las colecciones de historieta, los libros, en fin, el dibujo de un poblado en el centro de un mundo.
Como si fuera hoy se presenta este miércoles a las 19.30 en la Terraza de la Cúpula de Plataforma Lavardén (Sarmiento y Mendoza). El periodista Perry Maison y el músico y cantante Ber Stinco (los dos también oriundos de pueblos a los que vuelven con frecuencia) conversarán con Aguirre. Stinco ejecutará algunas milongas que hasta ahora no tuvo oportunidad de llevar al escenario. “Junto con Franco Colautti vamos a tocar tres temas en formato de canción criolla–dice Stinco–: «El aguacero», de Cátulo Castillo y José González, «Ayer bajé al poblao», de José Larralde y una versión en milonga de «Club de campo» una canción mía, la que abre el último disco”.
Del folklore, a Stinco le gusta mucho la música surera, “la milonga de tierra adentro, de llanura, que se relaciona a la inmensidad de la pampa y la introspección de un hombre con una guitarra –dice–; Yupanqui, Larralde, Cafrune (que aunque pertenece a otra región siempre hizo música de llanura)”. Y agrega: “Me gusta cómo se relaciona con lo popular Horacio Guarany; las letras de sus canciones y su interpretación me remiten mucho a Johnny Cash. También encuentro una relación directa –tanto armónica como lírica y romántica– con el origen del blues en los algodonales, esa soledad del hombre con su guitarra y su lamento existencialista, el mismo de la milonga campera de nuestros pagos”.
La obra de Osvaldo Aguirre se multiplicó desde que publicara su primer tomo de poesía en 1992: relatos, novelas, literatura para niños y jóvenes, investigación periodística. Su poesía, una de las más particulares que produce su generación, está hecha de acontecimientos pequeños, precisos: la quema de un paraíso caído, la busca de un perro llamado General después de una tormenta en Navidad, cuando la familia estaba reunida en la casa del campo. Con los años, el autor acaso complejizó los temas; seguro, perfeccionó su forma: halló en la trama de esas historias hechas de voces oídas la carnadura de una mitología.

En Como si fuera hoy Aguirre desiste de algún modo de la autobiografía tal como se la concibe hoy. Antes, dialoga con su madre, con quien coteja recuerdos, impresiones tanto suyas como de la vida del pueblo donde vivieron, del campo de su abuelo entre Cañada Rica y J.B. Molina, de las cartas entre el padre y el abuelo, de la topografía que registra su memoria, dejando en suspenso la que fue. Prefiere, dice, no volver a esas calles que conoció su infancia: vivas están en el recuerdo. Recupera situaciones (la fascinación del abuelo por un Valiant, paisajes y nombres. El uso de los nombres en sus libros de poesía ya era magistral: el campo regado de las marcas y las cosas con que la civilización avanza sobre él, desde el Ford Fairlane hasta el matabichera Bayer. En este nuevo libro Aguirre enumera los apellidos, los nombres de clubes y calles y traza con ellos esa historia que también cuenta, desde el lenguaje, la apropiación de un lugar en la tierra, la conversión de un territorio en una tierra prometida.
John Cougar Mellencamp - small town by John Mellencamp on Grooveshark

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