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lunes, 30 de octubre de 2017

stranger things 2: el reino del revés

Pasaron casi diez años de la Guerra de Vietnam y todos esos buenos marines que no lograron derrotar al vietcong ahora son imbatibles en las películas, envueltos en músculos sostienen una ametralladora del tamaño de un semirremolque y miran hacia un más allá en el que refulge la democracia y la libertad. Mientras tanto, en Estados Unidos –lo veremos en una de las escenas de la serie–, en cada escuela hay un retrato del presidente Ronald Reagan, que accedió a la Casa Blanca predicando –literalmente– las bondades del conservadurismo económico y religioso y definió a la Unión Soviética (que aún existía) y sus países aliados como “el eje del mal” en una asamblea nacional de evangélicos. Estamos en octubre de 1984 en un pequeño pueblo llamado Hawkins, en el interior de la costa Este de Estados Unidos. Acaba de estrenarse “Casafantasmas” y es la vísperas de Todos los Santos, que en inglés se escribe All Hallows’ Eve y, su contracción: Halloween. La serie se llama “Stranger Things 2”. Netflix estrenó los 9 episodios de la segunda temporada el viernes pasado.

miércoles, 25 de octubre de 2017

de regreso a octubre

Este mes se cumplen cien años de la única revuelta política en la historia de la humanidad que derrocó el sistema político-económico dominante, el capitalismo, para reemplazarlo por otro que tuvo como protagonistas a los trabajadores. Sucedió en Rusia, que entonces usaba todavía el calendario juliano –el de la iglesia ortodoxa–, que difería poco más de diez días con el gregoriano, que se usaba en el resto del mundo occidental. Los bolcheviques fueron los encargados de unificar ese calendario porque su mensaje, desde una Rusia que despertaba al mundo moderno, también anunciaba que llegaba el momento del hombre nuevo, el del futuro. El episodio podría sintetizar el espíritu de Todo lo que necesitás saber sobre la RevoluciónRusa, de Martín Baña y Pablo Stefanoni, que acaba de publicar editorial Paidós, donde los dos historiadores buscan acercar al gran público una reflexión crítica y accesible sobre un evento que cambió la historia del siglo XX. También, la operación del libro es un ejercicio de anacronía y contemporaneidad: ubicarse hace cien años en Rusia y pensar qué dicen aquellos acontecimientos sobre el presente, con la Unión Soviética disuelta y las izquierdas que apenas suman –como en las últimas elecciones legislativas– un 18 por ciento del electorado.
Hablamos con Martín Baña sobre el libro del que es coautor. Baña, quien estuvo en Rusia, habla y escribe en ruso, es también un historiador interesado en la política, “sobre todo la política anticapitalista”, según leemos su perfil en revista Anfibia (donde es colaborador). Es profesor en la UBA, donde se doctoró en Historia. Es investigador de Conicet y publicó libros en Argentina y Rusia.
—¿Cuáles son los mitos desde los cuales se cuenta por lo general la Revolución soviética?
—Adscriben a esos mitos tanto el relato de la izquierda más tradicional como el relato del liberalismo, más conservador. Uno de esos mitos es el que dice que la revolución fue exclusivamente bolchevique y obrera, sobre todo, con lo cual se sostenía que había un grupo social que era el que iba a hacer la revolución, que era el proletariado, y esto tenía que ver con las premisas políticas del grupo que ocupó el poder desde octubre (de 1917) que era el bolchevique y consideraba a los obreros como el grupo privilegiado de la revolución, los sepultureros del capitalismo, más allá de que los fundadores del partido Bolchevique no eran obreros, pero tenían un esquema teórico que intentaron aplicar a la realidad. Y cuando analizamos los eventos de 1917 y vemos cuáles fueron los sujetos de esos eventos, claramente hay una participación de los obreros…

—Perdón, los obreros eran prácticamente una minoría en la Rusia de entonces.
—Sí, claro, el campesinado era la inmensa mayoría, casi el 80 por ciento de la población. La clase obrera llegaba casi a un 5 por ciento. Entonces, hay obreros pero también hubo una participación importante de otros grupos sociales como por ejemplo los soldados, el amotinamiento en Petrogrado fue fundamental para decidir la suerte de la revolución en Febrero, fueron los que exigieron al soviet que proclame la famosa orden número 1, que ponía en manos del soviet la posibilidad de vetar lo que decidiera el gobierno provisional.

viernes, 20 de octubre de 2017

rey de la selva

En Diálogos en el campo enemigo, Fogwill comienza recordando a los intelectuales de algún modo "contemporáneos" en los años 60, cuando formaban grupos de estudio. "Había varios que cobraban igual que un analista de la época por enseñar marxismo", dice. Y comienza a hablar de León, padre renegado del filósofo oficial del régimen actual.
Dice que León tenia la "clientela más distinguida" y que "atendía en en un departamento frente a Recoleta y se movía entre Belgrano y el zoológico, se decía que era como el león del zoo, que la gente pagaba para verlo y conseguir de la filosofía una imagen tan equívoca como la que tiene de la selva el que miró al Rey desde la jaula donde el viejo melenudo espanta las moscas con el rabo".
Y remata con una frase que le tiró un colega de entonces: "Lo llamaba Tarzán porque no sabía escribir, y en cambio tenía el don de hablar con los animales y conseguir que le obedezcan".
Lo que me gusta leer allí es cómo le obedeció uno de sus animales.

en seis meses en san nicolás

Un amigo de San Nicolás me escribe por WhatsApp:
"1. Un tipo asesina a la madre, hiere a la esposa y a la hija e intenta incendiar la casa. No lo logra por la intervención de un vecino, al que también hiere.
"2. En la isla. Asesina a su amigo de un escopetazo. Quema el cuerpo, lo descuartiza, entierra algunas partes y otras las esconde en pastizales. Se va a dormir. Al otro día vuelve y se entrega a la poli. Dice que no se acuerda de nada
"3. San La Muerte le pide un sacrificio humano. Va a buscar a su víctima, pero no la encuentra y mata a otro en su lugar.
Todo eso en seis meses en esta ciudad. ¿Existe otra en Argentina con tanto nivel de perversión?
Escritores, cuéntenle esas historia al mundo!"

martes, 17 de octubre de 2017

nada distinto de lo esperado (alejandro horowicz)

Preguntarle a Alejandro Horowicz por lo político es inquirir por la economía, en su definición la democracia, como teatro de lo político, está lejos de ser un mecanismo que regula simplemente las elecciones. En esta entrevista, que realizaron dos periodistas del programa La Mar en Coche (en la porteña FM La Tribu), Horowicz describe a Macri como una especie de político pero también de holograma: no se trata de su figura sino de la dinámica política la que lo coloca ahí.
—¿Qué se juega en las elecciones del 22 de octubre?
—Nada. Podrían jugarse muchas cosas, pero en rigor de verdad no se juega nada que no esté previsto de antemano. Y esta previsión tiene que ver con que el centro de la política argentina es Mauricio Macri. Si uno mira el gobierno nacional, más allá de lo que uno piense del gobierno nacional, no se le puede escapar que el gobierno a sus términos y en su anticipado planteo, hace exactamente lo que se esperaba que hiciera: no hace nada distinto de lo esperado. Matíz más o menos, no estoy diciendo que son particularmente hábiles para hacer lo que hace, pero incluso esta falta de habilidad le es permitida por la naturaleza de la oposición política que, en rigor, es un conjunto de declaraciones, porque no existe. El peronismo, que sería en abstractos términos la fuerza opositora, carece de dirección nacional, por lo tanto no sólo no se opone; basta mirar que Mauricio Macri desde el primer día en que asume la presidencia hasta hoy, esta minoría parlamentaria, sin que esta minoría, entre comillas, numéricamente abrumadora por ejemplo en el Senado le impida absolutamente nada. La idea de una oposición política cuyo liberalismo es tan vacuo que sólo se reduce a votar cada dos años muestra hasta qué punto esta carencia de oposición real tiene un desenganche con una oposición que resiste las distintas políticas del gobierno desde la calle. Pero entre la oposición que resiste desde la calle y la que podría resistir parlamentariamente no existe ninguna relación. En la medida en que estos son los términos, no se juega electoralmente nada que no se haya jugado previamente y podría decir muy suelto de cuerpo que lo único que vamos a ver es el recuento globular con que el gobierno cuenta a modo de respaldo.

miércoles, 11 de octubre de 2017

todo Dios quiere morir

Traduzco de Itself la entrada “Every God wants to die: belated reflections on Westworld” ("Todo Dios quiere morir, reflexiones tardías sobre Westworld")


En el momento en que Westworld se puso al aire, no me interesaba. Acaso culpa de la publicidad que se le dio, que presentó la serie como una sucesión del estilo anclado en la magnitud de Game of Thrones –también la premisa la hizo sonar como si resultara de la misma explotación nihilística de Game of Thrones. La cosa entera sonaba agotadora, todo ese asunto que suponía que el espectáculo seguro iba a atraer un alto nivel de atención de la cultura crítica en línea.

Marquen este día en el calendario, porque podría muy bien ser la primera vez que alguien en Internet admita abiertamente que estaba equivocado. Westworld es absolutamente excelente. Creo que hubiera sido divertido participar en especulaciones acerca de dónde la trama viró hacia eso que sucedió, y mientras tanto, probablemente podría haber ignorado la mayoría de los artículos preocupándose acerca de si a cada personaje se le dio el nivel correcto según el protagonismo de cada escena, etc.

lunes, 9 de octubre de 2017

mariposa oriental

Gustavo Ng presenta el viernes próximo en el CC Roberto Fontanarrosa su libro "Mariposa de otoño".

La familia es la gran novela. Lo es en la Biblia judía, donde la genealogía y el linaje familiar erige un destino en su origen, lo es en los monumentales poemas narrativos griegos, en los que una herida permite a una anciana criada reconocer al héroe, que viejo y cambiado retorna a Ítaca. Un nombre, un apellido es una novela que no se desarrolló todavía.
Gustavo Ng percibió eso en la escuela primaria de San Nicolás, Buenos Aires, a la que asistió de niño. La maestra le señaló con el dedo su apellido escrito en una planilla y le preguntó qué significaba. Pero como Gustavito tenía siete años, no lo sabía.
Mariposa de otoño (publicado por El bien del sauce, Buenos Aires, 2017) narra de alguna forma esa cifra que su nombre le ofreció al nacer: el padre chino que llegó a San Nicolás para levantar una fábrica textil que hoy se hunde en sus ruinas, el exilio a Nueva York, el retorno, varios viajes a China –entre otros destinos– y el reencuentro con su padre en Brooklyn después de 20 años.


Franja anaranjada

Hecho de fragmentos escritos entre San Nicolás, Buenos Aires, Beijing y Nueva York, Mariposa de otoño es un cruce de diario, anotaciones y novela. La hermana de Gustavo sostiene que su nombre en chino-cantonés –es decir, según la mitología familiar, su nombre secreto, que significa “sagrado” y, por tanto, verdadero–, el que le dio su padre, significa “mariposa de otoño”. Gustavo, nuevamente guiado por un nombre, va tras su historia, su novela: se reencuentra con el padre, pero su padre se duerme en el sillón viendo un documental en su casa de Brooklyn mientras en Argentina se celebra la Navidad; va a China, a reencontrarse con la casa natal de su padre en un pequeño caserío de provincia rodeado por un arrozal. Allí lo recibe toda la aldea y su padre, desde Estados Unidos, paga un banquete fenomenal; una parentela desmedida lo festeja y agasaja durante un día, hay cámaras de televisión, abundante comida, pero Gustavo apenas entiende lo que le dicen esos aldeanos alegres que se le parecen. Gustavo dibuja un recorrido gigantesco, un mundo de parentescos, descifra nombres que hace más de cuarenta años lo volvían extraño a sí mismo. Ese mundo ahora descubierto y leído en su mano a través de su libro es, de algún modo, también una ilusión. Pertenece, como escribe en la página 20, a la “franja anaranjada”: “Cuando era chico y veía la franja anaranjada en el cielo del atardecer me preguntaba si existiría un lugar donde todo fuera anaranjado. (…) Sin embargo en este momento, en el avión a 10 kilómetros de altura, entre un mar de pasajeros dormidos, acabo de ver por la ventanilla que las nubes están anaranjadas, la chapa del avión se tiñó de anaranjado, el aire es anaranjado. Estoy dentro de la franja anaranjada”.
Hoy el padre de Gustavo tiene un negocio en el Chinatown de Manhattan al que llega cada mañana en auto con su esposa y otro hijo adolescente. Gustavo lo acompaña en su caminata lenta mientras los otros parten ya hacia sus obligaciones. “Pasamos por una iglesia ortodoxa griega –escribe–, por un depósito de comida y una ferretería. De la ferretería sale un amigo con el que mi viejo charla a los gritos durante un rato. Cuando han terminado mi padre me traduce: él le ha contado que soy su hijo y que he llegado desde Argentina, y el tipo le ha contado que en Argentina, cuando hay crisis, saquean los supermercados de los chinos. Finalmente llegamos a su lugar en el mundo, la agencia de lotería”.
La agencia de lotería es también un negocio chino lleno de chucherías: cada cuatro minutos suena la chicharra de una suerte de tómbola con la que los jugadores –todos habitués del barrio, jubilados que se duermen en las sillas de plástico del local– despiertan de su trance y “arrojan las boletas del fracaso al piso”.

miércoles, 4 de octubre de 2017

la masacre ritual

Copio, traduzco, dos artículos relacionados con la masacre de Las Vegas. Uno de Adam Kotsko, “El apocalipsis sucede más o menos una vez por semana“. Otro de PolitiFact, de 2015, en el que se señala que desde 1968 hasta esa fecha se produjeron más muertes en territorio estadounidense debido al uso de armas de fuego que en todas sus guerras. El último artículo recurre también a otras referencias.

Uno
Escribe Kotsko:
Cuando las personas abren fuego contra multitudes de extraños para liberar la calentura, es señal de que ya no se tiene una sociedad. El crimen es bastante malo, pero al menos sigue una cierta racionalidad: los motivos son antisociales y peligrosos, pero legibles. El terrorismo da un paso más allá del crimen normal, pero de nuevo, hay una meta ostensible que el grupo terrorista persigue, aunque con fines trágicamente equivocados. Pero algo así como un tiroteo en masa no es ni siquiera terrorismo. Es puro nihilismo. Es la violencia como un fin en sí misma, como la expresión pura de un rechazo del camarada humano.
En este punto, es parte del ritual de un tiroteo en masa que el tirador sea declarado “perturbado” o “enfermo mental”, y luego los liberales señalan que así es como sucede cada vez y que resulta una explicación reductiva, etc. Aunque hay un momento de verdad en la explicación individualista, porque la causa sistémica de este problema sistémico de los tiroteos en masa es precisamente un individualismo tóxico que, frustrado, puede encontrar su camino hacia la aniquilación destructiva del otro –cualquier otro lo hará.
También podemos llamarla masculinidad tóxica, en la medida en que toma los rasgos menos deseables y estereotípicamente asociados con la virilidad –el aislamiento, la falta de empatía, la rabia– mientras descarta por completo los rasgos más deseables como la lealtad o el deber. Seguramente no es accidental que sólo los hombres –y casi siempre los hombres blancos– participen en este anti-ritual nihilista, pero hay un universalismo falso en fijar el problema en la masculinidad. Así no es siempre, incluso a menudo, cómo se comportan los hombres. De hecho, sólo en la América contemporánea han llegado a comportarse de esta manera a nivel epidémico.
Llamémoslo amercianismo tóxico, entonces. Esto nos permitirá incluir la no-respuesta ritualizada dentro del fenómeno más amplio. Los efectos sistémicos tienen causas sistémicas, y uno de esos efectos es la total negativa a tomar cualquier medida para remediar el problema. Nuestros líderes políticos están tan enamorados del romance de la propiedad de armas que están dispuestos a sacrificar a decenas de nosotros por año al ídolo de la Segunda Enmienda. Aquí cuento todo nuestro liderazgo político: los republicanos, que aman a sus pistolas, y a los demócratas, que se pasaron las últimas dos décadas tratando de aplacar el lobby de armas (que se negaba a aceptar una respuesta y usaba todas las victorias demócratas para impulsar aún más el almacenamiento de armas). Como siempre, la elección entre republicano y demócrata es la que existe entre el nihilismo activo y el pasivo.