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lunes, 23 de julio de 2018

los depredadores argentinos


La conversación entre Michael Hudson –un distinguido profesor e investigador de Economía en la Universidad de Kansas, Missouri, Estados Unidos, quien hasta principios de los 90 se desempeñó como operador en Wall Street y funcionario del FMI y el Banco Mundial– y Paul Sliker se publicó –con su audio incluido– en el sitio NakedCapitalism*, en el que intelectuales y estudiosos de los sistemas económicos cuestionan los lugares comunes y las ideas más aceptadas de la economía y la política estadounidense. La charla culmina, de hecho, luego de que Sliker pregunta cómo repercute en la economía de Estados Unidos el hecho muy poco publicitado en ese país de que Argentina reciba uno de los más grandes préstamos de la historia del FMI.

Pero más estremecedoras resultan las respuestas de Hudson cuando define al presidente Mauricio Macri como un operador de los bancos de Wall Street en Argentina y describe las catastróficas consecuencias del acuerdo que su gobierno lleva adelante con el FMI (desde la emigración hasta la pobreza y los suicidios). Hudson, quien diseñó bonos a la medida de Argentina en los 90, insiste en el carácter predatorio de las clases dominantes nacionales, sólo interesadas en radicar sus fortunas en dólares fuera del país. Pero advierte: la Argentina macrista es acaso el gran ejemplo a seguir para todos los países que deciden actuar en contra de los trabajadores, lo que incluye, claro, a los Estados Unidos.  

—Paul Sliker: Michael, Argentina acordó recientemente un préstamo de 50 mil millones de dólares del Fondo Monetario Internacional. Es por lejos el más grande en la historia del FMI. Se supone que debe funcionar durante 36 meses. Argentina inició conversaciones con el FMI el mes pasado, después de tres alzas de tasas del Banco Central. A pesar de presionar los costos de endeudamiento por encima del 40%, esto no detuvo la caída del peso, que ahora cayó un 25% frente al dólar estadounidense.
Este acuerdo reflota una oscura historia para la mayoría de los argentinos con respecto al papel del FMI durante su devastadora crisis económica en 2001-2002. El FMI impuso severas medidas de austeridad, como de costumbre, dada su política básica antilaboral, por lo que la decisión de Argentina de regresar al FMI desencadenó enormes protestas nacionales en las últimas semanas.

A pesar de ser el préstamo más grande en la historia del FMI, no escuchamos nada al respecto en los medios de comunicación de EEUU, a no ser por el típico y breve informe en la prensa financiera. No hay un análisis político o económico actualizado de esto, en especial de la izquierda, a la que uno una mayor comprensión del hemisferio Sur, y contrarrestaría la filosofía de ajuste del FMI.

Antes de abordar el multimillonario acuerdo con el FMI, usted es uno de los principales expertos mundiales en préstamos del FMI y el Banco Mundial. Cuando estaba en el departamento de investigación económica del Chase Manhattan Bank, su función se especializaba en balanza de pagos, y su tarea era establecer la capacidad de pago de Argentina, Brasil y Chile. Para dar al lector una comprensión general del contexto histórico que lleva a lo que sucede hoy, ¿puede hacer un poco de historia sobre la última crisis económica argentina a principios de la década de 2000 y el papel del FMI en ese momento?

—Michael Hudson: La razón por la que hay tan poca discusión sobre los problemas de la deuda argentina o de otros países del Tercer Mundo es que casi nadie estudia la balanza de pagos (BDP). No existe un curso en contabilidad de balanza de pagos o incluso en Cuentas Nacionales de Ingresos y Productos (NIPA) en ninguna universidad de EEUU. Los propagandistas de la Escuela de Chicago siguen afirmando que si la moneda de un país se está depreciando, debe ser porque sus precios están subiendo. Pero eso es poner al revés la línea de la causalidad. Para los países deudores, como Argentina u otros de América Latina, la balanza de pagos tiene poco que ver con los precios internos, los salarios o el costo de producción. La balanza de pagos, y por lo tanto, la tasa de cambio, sucumbe por el servicio de la deuda.

jueves, 19 de julio de 2018

sharp objects

El artículo se publicó en el diario bostoniano The Atlantic, con el título: “Una podredumbre retorcida y hechizante”


Lo más inquietante de ver Sharp Objects sucede cuando comenzamos a advertir todas las cosas que no deberían estar allí. Puede ser una niña pequeña vestida de blanco, sentada en un sofá que estaba vacío hace unos segundos, o una araña que cuelga sobre la cama con un dosel de gasa en una habitación color púrpura brillante. Pero sobre todo son las palabras, talladas en grandes letras mayúsculas, como si emergieran a la superficie. DIRTY (sucio), escrito sobre el polvo del capó trasero del auto. BAD (malo), tallado en la superficie de un escritorio de madera. CURLS (rulos), en el tronco de un árbol añoso. HARMFUL (dañino), en el interior de la puerta de un Jeep que sólo vemos por un segundo. VANISH (desaparecer), en el blanco sarpullido de una cicatriz sobre la piel humana.

Como Big Little Lies (2017), los ocho episodios de Sharp Objects están dirigidos por el cineasta canadiense Jean-Marc Vallée y adaptados de la primera novela de Gillian Flynn, la autora de Gone Girl. Pero si Big Little Lies era un melodrama resbaladizo que cobraba vuelo por las excelentes actuaciones y la extraordinaria mirada de Vallée, Sharp Objects es gótico sureño del siglo XXI: explora el sombrío legado y la realidad a menudo escuálida de los pueblos pequeños de América. En las manos de su showrunner, Marti Noxon, y Flynn, quien escribió varios episodios, la serie se narra con una impronta literaria. Contiene tantos detalles grotescos y fascinantes –niños con pistolas, pisos con colmillos de elefante, un detective que carga una cabeza de cerdo en una bolsa de papel– que casi nos olvidamos del misterio central: alguien en la ciudad ficticia de Wind Gap, Missouri, está matando adolescentes y extrae con pinzas los dientes de sus cadáveres.

miércoles, 18 de julio de 2018

un provocador

En los tempranos 80 Juan Bautista Ritvo daba clases de “Teoría de la lectura” en la Facultad de Humanidades y Artes, unas clases colmadas en el primer piso del edificio de Entre Ríos al 700 en las que desplegaba su conocimiento sobre la retórica aristotélica y proyectaba “sombras múltiples” –según la fórmula borgeana– sobre el conocimiento contemporáneo. Psicoanalista, escritor, filósofo y polemista, Ritvo (Santa Fe, 1940, radicado hace largas décadas en Rosario) no se priva de intervenir en el espacio público. Sus interacciones más recientes en ese sentido llevaron a un discreto escándalo en Facebook, donde suele postear opiniones y lecturas, en el que militantes feministas se enfurecieron por sus posturas e incluso llegaron a proponer hace ya un año que se lo escrachara y se lo expulsara de la Facultad de Psicología, donde trabajó toda la vida y hoy da cursos de posgrado. Esta conversación con el maestro también aborda esas cuestiones.
—¿Por qué Facebook?
—Tengo una visión muy crítica de las redes sociales. En determinado momento decidí empezar a escribir porque había un público con el que tenía intercambios y, la verdad, me entretuve. Pero no todo lo que me interesa escribir lo pongo ahí. Sobre todo trato de hacer interacciones más bien cortas, a nivel político algunas y otras sobre estas cuestiones de la femineidad, pero creo que tiene límites muy estrechos.
—Vos mismo señalaste esos límites de lo que se escribe en redes sociales cuando te referiste a “efectos que nunca produce la lectura”.
—Seguro, además siempre es de lectura rápida, chisporrotera y chismosa, y a veces tiene efectos profundamente negativos, pero me sentí tentado simplemente por la provocación, porque incluso alguna gente ha salido a contestarme con los pies de punta, es un efecto buscado, aunque nunca les contesté.
—Incluso hubo un llamado de grupos feministas a hacerte un escrache.
—Sí es curioso porque todas las cosas de las que me acusaron eran frases aisladas sacadas de contexto, y creo que muchos de los que armaron el lío no tienen idea de lo que yo había dicho, fue más bien el rumor acerca de lo que había escrito. Además, saqué un libro que se llama “El silencio femenino”, ahí son muy claras mis posiciones y no tiene nada que ver con un ataque a la feminidad.
—Sin embargo tenés una posición muy crítica con respecto a la cuestión “queer”, nacida al calor del neoliberalismo.
—Sí, ahí sí; con respecto a la cuestión “queer” no dije demasiado, pero tiene que ver con una especie de confusión con respecto a esto de que “mi cuerpo es mío y hago con él lo que quiero”, una especie de anarquismo sexual francamente estúpido: nadie elige su posición sexual, uno elige muchas cosas pero no su posición sexual.
Fotografía tomada de la red social de Zuckerberg.

—¿Por qué no se elige?
—Por el determinismo psíquico, porque son las fantasías originarias en cada uno lo que te va determinando tu posición sexual y eso se termina de definir en la pubertad, es una cadena de determinismo que nos son ajenas. Por supuesto que a partir de cierto momento uno puede elegir muchas cosas esenciales para la vida, pero si hay que no se elige es la posición sexual. Lo que yo repudio es esa especie de masa adolescente de clase media de acoso, en los límites de la imbecilidad; la crítica mía fundamental ha caído sobre esto.

cafetín

Mi amigo Juan Pablo estuvo hasta hace dos semanas en Rosario. Con uno de sus alumnos, Nick, un muchacho de Iowa que estaba por primera vez en Argentina, fuimos a La Piamontesa a cenar, establecimos una relación y, producto de la charla, le envié más tarde enlaces con canciones de autores sobre los que habíamos hablado, desde Zitarrosa a Edmundo Rivero.
Entre esos tangos cantados por Rivero estaba "Cafetín de Buenos Aires", del que hallé una traducción en la web que me pareció de algún modo acertada. Allí el "cafetín" (not excatly a caffé, como le había dicho) deviene "tavern" (taberna), porque acaso no existió ni existe en los Estados Unidos o el mundo del Norte algo que se parezca a los cafetines que conocimos hasta los tempranos en 80 en el Río de la Plata.

Me escribe Juan Pablo: "Tavern por cafetín no es del todo afortunado. Un cafetín es (al menos así me lo imagino), un lugar solar, desde donde podés ver el mundo pasar. Una taberna es un lugar crepuscular, donde los que toman se sientan mirando a la barra –y al espejo de la barra– porque es un lugar más bien introspectivo –o de olvido. Dicho esto, no tengo ni idea cómo lo hubiese traducido yo, porque acá no hay algo como un cafetín, de modo que, desafortunado y todo, creo que taberna es casi lo único. Ambos son lugares masculinos, y en el mejor de los casos conversacionales, de modo que eso sí es acertado."
En la traducción, le digo, sopesé la densidad de esa letra. Volví a escuchar tangos con mi hijo los domingos a la noche, cuando íbamos a buscar a su hermana al hospital donde trabaja, cuando terminaba su turno y era muy tarde para que se tomara un colectivo. Me pareció que la actividad ameritaba que le inculcara esa fantasmagoría de un mundo desaparecido. Siempre Rivero (mi hijo –10 años entonces–, con disimulada preocupación llegó a preguntarme si Rivero había muerto: me conmovió la idea de que pensara que todo el tango cabía en Rivero, exactamente como me pasa a mí).
Cuando leí el comentario de Juan Pablo confundí lo solar y lo crepuscular con lo diurno y nocturno. Cuando su observación señala otra cosa y es exacta sobre todo por lo que el tango anuncia (no sólo esa letra: el tango en general): la desaparición de un mundo –y ese anuncio se hace al mismo tiempo que ese mundo desaparece: la Buenos Aires de los 30, el campo que cede a la urbe, la infamia, y así–; por lo tanto, el cafetín es un lugar solar en el sentido en que debe dar lugar a la visión de ese mundo que se esfuma y, a la vez, es un lugar crepuscular, porque es siempre un mundo evocado
La evocación de un mundo con la que se evoca también eso que el narrador del tango no llegó a ser. El tango es ontológico.

miércoles, 4 de julio de 2018

las noticias falsas desmantelan el diálogo público

por Andrea Capocci en Il Manifestó

Walter Quattrociocchi, 38 años, supervisa el laboratorio de Ciencia de Datos y Complejidad en la Universidad Ca’ Foscari de Venecia. Sus trabajos de investigación se citan en revistas especializadas, medios internacionales (The New York Times, The Guardian y otros), pero también en documentos importantes, como el Informe Global de Riesgos del Foro Económico Mundial de Davos. Cuando Laura Boldrini, presidenta de cámara del gobierno italiano anterior, creó un grupo de trabajo para combatir las noticias falsas en 2017, encabezó el panel de expertos.

Recientemente, Quattrociocchi publicó un libro, Liberi di crederci: Informazione, Internet e post-verita ("Libre de creer: información, Internet y post-verdad"), escrito junto con la periodista Antonella Vicini. El libro se basa en el trabajo del grupo interdisciplinario de investigadores dirigido por Quattrociocchi, compuesto por científicos informáticos, físicos y neurocientíficos. El ensayo aparece en un momento decisivo, ya que el debate político italiano parece monopolizado por los tweets del ministro del Interior, Matteo Salvini. Las noticias falsas en línea sobre inmigrantes, vacunas y la supuesta falsedad del alunizaje han existido antes de Salvini, pero si los ministros y subsecretarios difunden estas mentiras, entonces existe un mayor potencial de peligro.

Pero Quattrociocchi dice que luchar contra noticias falsas con reconstrucciones documentadas y pacientes es un esfuerzo inútil. "El teórico de la conspiración no interactúa con aquellos que desmantelan noticias falsas", nos dijo recientemente. "En un estudio de 2015 de 54 millones de usuarios de Facebook, demostramos que solo uno de cada 12 usuarios interactúa con quienes los contradicen. Aquellos que se adhieren a una teoría de la conspiración entran en una zona de confort donde "nadie contradice mis ideas". En ese punto, cualquier intento de negar las noticias falsas conduce a posiciones polarizadas, radicalizándolas".

—¿Cuál es la forma correcta de combatir la difusión de noticias falsas, entonces?

—El 91 por ciento de los temas que polarizan las discusiones de los medios también son temas de noticias falsas. Por lo tanto, desmantelar noticias falsas no es una tarea fácil y nadie sabe exactamente cuál método es el mejor. Debemos ser capaces de superar el llamado “confirmación de parcialidad”, que es la tendencia natural a creer en la información que confirma nuestras opiniones. Quizás la clave está en mostrar empatía con el interlocutor, ya sea que sea el lector de un periódico o el usuario de una red social.


lunes, 2 de julio de 2018

gótico argentino

El viernes 15 de junio pasado Mariana Enríquez estuvo en Oliva Libros (el enlace lleva a la filmación registrada en una red social), donde la entrevistó y la presentó Juan Pablo Dabove con el texto que se reproduce a continuación.

Mariana Enríquez y el gótico argentino contemporáneo


Mariana Enríquez es quizás la figura más importante de lo que podríamos denominar el gótico argentino contemporáneo. Para limitarnos a la literatura, podemos mencionar a Luciano Lamberti, a Diego Muzzio, a Samanta Schweblin (en Distancia de rescate y algunos de sus cuentos), a Patricia Ratto (en Trasfondo y, otra vez en algunos de sus cuentos), a Celso Lunghi, Mariano Quiroz (y el gótico nordestino –variante o ampliación del “gótico mesopotámico” del cual habló Mariana en algún momento, a propósito de su cuento “Tela de araña”– en el que podríamos incluir a Carlos Busqued, y a Miguel Prenz), a Tomás Downey, a Federico Falco quizás. Estos, entre muchos otros. Por ejemplo, podríamos pensar en los contribuyentes a la antología de Patricio Chaija Osario Común, y en general, a los autores del catálogo de Muerde Muertos, una entre varias editoriales que se dedica a publicar en el género. Desde luego, el gótico argentino no es un fenómeno aislado: es parte del ascenso del gótico en América Latina, en particular en México, Brasil y Colombia y desde luego, en el mundo donde las ansiedades de nuestra época (en particular, ansiedades con respecto al fin de lo humano como lo conocemos) se enuncian en el lenguaje del gótico, en la ficción y fuera de ella: apocalipsis zombies y de los otros, distopías, colapsos ambientales, epidemias, vastas conspiraciones secretas.