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domingo, 30 de marzo de 2014

artística

El tema me es por completo ajeno. No miré en su momento a las celebridades locales serpentear en un caño erguido en estudios de televisión y no pienso volver atrás. Creo que esas apuestas a quemar la libido argentina eran muy claras en su objetivo: un padre, un hijo podían compartir en la mesa familiar sus más calientes fantasías. Esto es diferente. El baile del caño en un programa llamado Ucrania tiene talento (sí, tratándose de Ucrania podríamos ir en otra dirección, ¿no?) se parece más a esas exhibiciones de patín artístico en las que se pretende patinar y hacer piruetas sobre el aura. En fin, visto así, como una suerte de cosa "artística", este baile del caño tiene el encanto de devolver –ya que no un aura– cierto resplandor que, a falta de sublimación, ofrece al menos un precipitado libidinal.
No menos curioso es cómo llegué a Anastasia Sokolova: a través de videos que relacionó YouTube cuando terminé de ver unas piezas de efectos especiales recomendadas en WTF-Microsiervos.

jueves, 20 de marzo de 2014

el mito del buen salvaje



1. Para terminar con BelieveLos niños con poderes, desplazados de familias disfuncionales, tuvieron un relativo auge en el cine y la televisión de los últimos años. Los mejores ejemplos en tevé han sido Dark Angel (2000-2002), sobre una adolescente modificada genéticamente y desertora de un programa para crear el soldado perfecto, producida por James Cameron, y Joan of Arcadia (2003-2005), alusión a Juana de Arco: una joven que habla con Dios. El caso más irritante y aburrido acaso es Touch (2012), la serie protagonizada por Kiefer Sutherland, que compone su personaje del mismo modo que el histérico Jack Bauer de 24, sólo que esta vez está a cargo de un niño autista que parece conectado con la humanidad entera. Todos vendrían a ser una suerte de derivados de X-Men, sin los uniformes y las danzas de moles de acero en el aire, se entiende: todos estos niños “especiales” vienen por un lado a desterrar la idea de que pueda haber algo revelador en la vida cotidiana, en las personas “regulares”; por otro, a afirmar que ya no hay padre, que eso que regía la ley y el orden se ha ausentado.

2. Otro de los temas recurrentes en la ficción del cine y la televisión actual es el de los muertos que no mueren, ya sea porque reviven como zombies o porque reaparecen tal como habían dejado el mundo hace un tiempito: unos zombies civilizados. El año pasado la televisión francesa estrenó una serie de doce episodios –prometedores por el clima que generaron sus primeros capítulos, cosa que no bastó para sostener el relato hasta los últimos– con este tema, Les revenants, los muertos de un pueblito alpino comenzaban a volver a casa sin saber que habían expirado. Brad Pitt, al frente de un equipo de gente más o menos conocida, formó la productora Plan B para producir Resurrection, que se estrenó el domingo 9 de marzo último. El argumento es más o menos el mismo, sólo que los muertos, en lugar de volver a Los Alpes regresan a Arcadia, Missouri. Y sí, además de los muertos tenemos al sheriff, a un agente de la Agencia Federal de Migraciones y a una médica joven, bella e inteligente.
En distintos medios y sitios de internet (la entrada de Wikipedia, entre otros), se insiste en que las dos series (la francesa y la flamante norteamericana) están basadas en novelas diferentes, cosa cierta en los detalles pero no en los grandes rasgos del argumento. Es probable que al no haberse demorado en tanta pincelada ambiental, Resurrection, la serie norteamericana, consiga un final más logrado para su primera temporada. Si no, nos perderemos incluso de las lindas postales.
El zombie es el monstruo de la biopolítica, metáfora de los caídos del sistema, el ser degradado, sin entidad civil; el refugiado, el apestado por la pobreza y la exclusión. Estos revividos, en cambio, son otra cosa: una laguna que el mundo contemporáneo no termina de llenar ni de vaciar. Son un vacío en espejo, radiación de la vida virtual que llevamos, en la que las cosas no terminan de irse, pero tampoco vuelven; nos conectamos con ellas a condición de que se mantengan en ese tiempo sin tiempo de la conexión.
Si alguien apreciado viniera a preguntarnos si vale la pena ver estas dos nuevas series, que reúnen a cabezas tan sobrevaluadas en su ejecución (Cuarón, Brad Pitt o Abrams), le diríamos que hay otras en curso mucho más valiosas. Pero si la pregunta fuese qué series resumen mejor las fantasías de la época, no dudaríamos en alentarlo a perder un par de horas semanales.

viernes, 14 de marzo de 2014

fernandito

Al entrar a YouTube para buscar el video de Fernandito tenía notificaciones del canal de Keshen8, con cuyos legos ultraviolentos ya nos hemos divertido. Entonces me encuentro con este material en torno al remanido debate "Mac o PC" que me recuerda, claro, el humor de Fernandito en sus mejores momentos: 

Como es un muchacho hecho a semejanza de la imagen, acaso convenga conocerlo por sus fetiches, como las hebillas de cinturones con encendedores:
En fin, Vicente lo tiene como una suerte de ídolo. A continuación, y gracias a la cámara del IPhone de Washington Lagostena, tenemos una foto en movimiento de nuestro amiguito.


martes, 11 de marzo de 2014

la ciudad transfigurada



Fotografías de Gastón Miranda.

Con los últimos calores de 2011, en una galería de calle Corrientes entre Tucumán y Catamarca se presentaba el Anuario. Registro de acciones artísticas, Rosario, 2010. Por primera vez la ciudad tenía una cronología de lo que había sucedido durante el año en el terreno del arte: muestras, intervenciones, publicaciones, encuentros a través de las crónicas de escritores, periodistas, críticos, artistas y fotógrafos. Lila Siegrist, Georgina Ricci y Pablo Montini –ideólogos de la publicación– ponían así la piedra fundamental de un proyecto editorial que seguirían más tarde Siegrist y Ricci: Yo Soy Gilda Editora. La fundación, ahora que la editorial ya tiene dos años, era doble: por un lado, relevar el territorio; por otro, construir sobre ese plano una ciudad según sus criterios editoriales.

La ciudad no es otra que Rosario, pero transfigurada, como corresponde a dos muchachas que siempre estuvieron vinculadas al arte y la literatura. Esa transfiguración se percibe en el local que hace tres semanas inauguraron en una de las galerías más tradicionales de la ciudad, hasta ahora invisibilizada, la Galería Dominicis, de Corrientes y Catamarca (Catamarca 1427, local 24, donde abren de martes a viernes, de 16 a 20). Allí, entre los locales que ofrecen las mil y una posibilidades del nebulizador, un taller de serigrafía que funciona entrada la tarde, un bar con barra y rejas corredizas que cierra a las tres de la tarde, el local de Yo Soy Gilda –comparte el espacio con otra de las grandes experiencias editoriales de los últimos años: la editorial Iván Rosado– es un lugar a descubrir, por lo que tiene para ofrecer y por la ciudad que quedó en una amable duermevela entre esas paredes.

Para la inauguración, a principios de marzo, Siegrist y Ricci no habían pensado en una muestra, pero casi sin proponérselo surgió Nocturnos, con trabajos de Lisandro Bella, Luján Castellani, Ariel Costa, Daniel García, Gastón Herrera, Virginia Negri y Orlando Ruffinengo. “Exposiciones que se leen, libros que se caminan, poemas que se cantan, obras que se conversan”, dicen la chicas de su espacio. Y no les fue mal. Vendieron obras y los artistas, con los que hay un vínculo afectivo, circulan por el lugar. “Producimos por ahí”, dice Ricci, es decir, a través de lo afectivo. Y remata: “Queremos pasarla bien”

El local surgió de una necesidad doméstica: liberar espacio en las casas de cada una, tener un depósito para los libros, una base de operaciones donde “juntarse” –sí, no hablan de reunirse–: “En casa –dice Siegrist– era muy cómodo, pero todo estaba atravesado por el plano de la intimidad, aumentaba la dispersión y se desconcentraba el pensamiento”.

Yo Soy Gilda es de las pocas editoriales que “encargan” libros. Así se lo planteamos y las chicas lo relativizan un poco. Sabían que Diego Giordano escribía sobre los músicos de rock que no llegaron a grabar un disco en los 80, le dijeron que querían ver, que hiciera un recorte, que entregara. Y de allí surgió Inédito, un libro que con la excusa de contarnos el lado B de la música pop rosarina en los 80, dibuja un retrato de la ciudad en esos años.

También sabían que Irina Garbatzky estudiaba desde hacía unos años la escritura de artistas; es decir, “el modo en que unos pintores, unos fotógrafos, unos cantantes, casi como olvidados de nuestra pregunta del presente ¿hacia dónde va la literatura? se dirigen hacia el poema, hacia el relato o hacia el diario, como hacia una zona evidente, disponible, obvia, como hacia un viejo hábito y también hacia una forma de amistad” (el encomillado es de la contratapa). De allí surgió Expansiones. Literatura en el campo del arte.

Allí, en la planta alta del local de la Galería Dominicis, nos muestran un cuaderno de Ángel Guido publicado en Buenos Aires en 1947 con dibujos de parques y jardines. Esa es la idea, convocar artistas para que exploren la ciudad, para que la refunden.

Lo de pedir textos, dice Ricci, acaso venga del Anuario. “En realidad, vemos qué está produciendo alguien, somos impulsoras de un proyecto; en todo caso, le damos un recorte”.

Sí, pero por qué el proyecto de una editorial, de producir libros y textos, de parte de gente tan vinculada al arte –los cuadros que adornan la oficina del local son grabados de Juan Grela o Arturo Schiavoni. Y Siegrist ensaya: “Es que en el estertor del procedimiento duchampiano –por Marcel Duchamp, quien ejerció una influencia definitiva en el arte contemporáneo al exaltar la fugacidad, lo coyuntural y lo conceptual–, la palabra funciona como un ancla a resoluciones sensibles y poéticas. Los artistas asaltan la palabra”.

—¿Y cómo va la editorial?

—En Yo Soy Gilda cada libro es un gusto que nos damos. La distribución es artesanal. Vemos que los contenidos están al nivel de cualquier editorial independiente de Buenos Aires, pero a la hora de ser recibidos en los grandes medios vemos que hay una mirada hegemónica que sigue sosteniéndose. Pero dejamos de sufrir por eso. Al venir de las artes visuales solíamos pensar que todo se agotaba en las presentaciones, pero el libro tiene una vida más allá de eso, dice Ricci.

La secretaría de Cultura nacional seleccionó a fines de 2013 a Yo Soy Gilda en un proyecto de subvenciones a pequeñas editoriales para que hagan su distribución en todo el país a través del Correo Argentino.
Entre los nuevos proyectos hay un libro del arquitecto Federico Ricci (sin parentesco con Georgina) sobre el hormigón armado y la arquitectura moderna en Rosario. Otro de Virginia Negri que relata la ciudad a través de las pinturas en sus muros. Otro de Maximiliano Masuelli sobre la pintura argentina hasta los años 80. Volvemos a señalar esta obsesión por la ciudad –incluso el primer libro del sello, Vikinga criolla, de Siegrist, es de alguna manera un paisaje interior de Rosario intervenido por postales de viajes y recuerdos de otros lugares. “La idea mitologizante de Rosario está incluso en el Anuario –dice–, en cuyas tapas se citan artículos de viejas publicaciones de arte de la ciudad”. A lo que Ricci agrega: “Nos creamos nuestra genealogía”.




domingo, 9 de marzo de 2014

simpatía interrumpida


¡Hermoso! Una hora de Massive Attack en Alemania. Muchos temas de Heligoland, pero también el clásico "Unfinished Sympathy" (minuto 44.25) cantado por una Deborah Miller Shara Nelson deslumbrante, conmovedora y sobrenatural. Desde Massive Attack y Daft Punk la música se "lee": no hay ya diferencia entre la cita, el homenaje y la intervención. Hacer música es "editar", es decir, no sólo construir un discurso sentimental, melancólico, que busca en el pasado el camino "no tomado", sino que halla en el presente (esos geniales músicos que convocan los dúos de editores) la otra vida. Cada canción de Massive Attack es una puesta al día.
Massive Attack introduce un "medievalismo" magistral en eso que puede llamarse la escena del rock (el trip hop y otras nomenclaturas me siguen pareciendo un manotazo de ahogado): borra no sólo la figura del autor, sino que elimina ese virtuosismo que vino a reemplazarla (desde Eric Clapton a Rick Wakeman) para volver a ubicar la virtud en el discreto lugar que siempre debió ocupar, el del puente, el pasaje. Creo que si Max Roach (acá nos lo dice de algún modo y acá lo escuchamos con Mingus) hubiera sido su contemporáneo hubiese elegido estar en el lugar de esos percusionistas.
Fotografía de Kristoffer Trolle.

jueves, 6 de marzo de 2014

cuando llegue el lobo


Hace rato que no me atrae demasiado The Walking Dead. Acaso me fastidia ese esquema que se repite cada vez que se pierde un villano. Pero debo decir que el último episodio, en el que Beth y Daryl quedan solos en la cabaña del bosque porque ella quiere emborracharse, lo que lo lleva a él a contarle lo que ha sido su vida en la montaña, con un padre que se pasaba el verano alcoholizado en una  mecedora, y así, hasta que ella le dice que debe dejar atrás la casa, prenderle fuego; esa escena al menos me hizo feliz. Además, la canción que suena es  "Up the Wolves", de The Mountains Goats, con la que camino los últimos cuatro años. Al fin y al cabo, uno no tiene por qué pedirle a la televisión, o a una serie de tevé, una presencia oracular. No siempre. Bastan también esos momentos en los que una canción llega para aliviar el día, recordándonos quiénes somos en ese vasto mundo que, al fin, pudimos reducir, alcanzar en el tamaño de una guitarra, una melodía, a la medida de nuestro deseo. 

"Our mother has been absent/ Ever since we founded Rome/ But there's gonna be a party/ When the wolf comes home", que en la poética de John Darnielle viene decir, más o menos: "Fundamos Roma y nuestra madre estaba ausente, pero igual habrá una fiesta cuando el lobo vuelva a casa". De eso se trata, de fundar Roma para hacer la fiesta.

Up the Wolves by The Mountain Goats on Grooveshark

miércoles, 5 de marzo de 2014

believe it or not

Imagen tomada del Hollywood Reporter.



Alfonso Cuarón, flamante ganador del Oscar a mejor director por Gravity, estrena el lunes 10 de marzo el piloto de Believe, una serie de televisión de ciencia ficción en NBC qué él mismo ideó y cuyo primer episodio dirigió. Según una nota del Hollywood Reporter, ya hubo cambio de guionistas. El prolífico JJ Abrams (productor ejecutivo) cuenta en esa misma nota que fue Cuarón quien tiró la idea de una niña con súper poderes que aún no maneja a voluntad y es perseguida por una organización poderosa (que encabeza un multimillonario premiado por acciones de beneficencia y encarna Kyle McLachlan, el actor fetiche de David Lynch), a su vez protegida por un grupo que no usa armas (“Somos los buenos”, dirá Delroy Lindo, el actor que protagoniza a Winter).
Lo cierto es que el episodio piloto está desde hace una semana en The Pirate Bay. Claro, Johnny Sequoyah, la niña que encarna a Bo, se lleva por ahora todos los laureles. Bo, en este episodio presentación, es rescatada de un hospital luego de que una mujer que la persigue intentara asesinarla en un accidente en el que mueren sus padres adoptivos. Quien la rescata es un reo que fue liberado ex profeso para esa misión y queda a cargo de la niña. Por qué el fugitivo, que además cumplía condena de muerte por dos homicidios que, deslizan, no cometió, se explica casi al final del episodio.
Cuarón, quien declaró a Esquire que sólo en el cine se recuerdan grandes momentos aunque las grandes historias parecen estar más en las series que en las películas actuales, no descolla muy particularmente en este primer episodio de Believe, aunque retoma, claro, sus obsesiones en torno a los niños, como en Los niños del hombre o El laberinto del fauno: la infancia puesta en el lugar de salvación de la humanidad, o algo así. Lo que en principio nos queda claro es que Cuarón no tiene aún la misma confianza en la televisión que en el cine. Por eso nos tira una escenas de estereotipo, con una mariposa azul y una fuga que sólo salva del ridículo la actuación al borde del chiste de Delroy Lindo.
Veremos.


Actualización del 7 de marzo, desde el teléfono: hay q decir que al menos el primer episodio termina de forma promisoria, con todos los protagonistas referidos a un padre o una madre, es decir, en el lugar de niños.

domingo, 2 de marzo de 2014

perdidos en el ártico


Ronald D. Moore, el creador de Batllestar Galactica –entre otras series–, está ahora al frente de Helix, cuyo noveno episodio se emitió el viernes pasado (28 de febrero), con el a veces tedioso Billy Campbell (el político suicida de las dos primeras temporadas de The Killing) como protagonista principal e Hiroyuki Sanada (el Dogen de la última temporada de Lost) como secundario y, según vimos hasta ahora, el villano
Helix es de alguna manera Lost, pero bajo tierra y sin tanta "ontología": unos científicos del Centro para el Control y Prevención de Enfermedades de EEUU (CDC, por sus siglas en inglés) llegan a una base de investigación biológica en el Ártico donde hubo un brote de una enfermedad extraña que vuelve a los pacientes incontrolables, una suerte de modificación biológica que les cambia el aspecto y, sí, les da un toque zombie, aunque más veloces y no privados por completo del habla. De todos modos, Steven Maeda (productor de Lost, Lie to Me y X-Files), el showrunner, ya aclaró que no se trata de The Walking Dead.
Nuestros héroes del CDC deben contener la infección, ya que la naturaleza extraña del virus y la agresividad de los portadores lo vuelven un riesgo para toda la humanidad. Metidos en lo profundo del casco polar, incomunicados con el resto del mundo debido a una falla en las comunicaciones, Moore y Cameron Porsandeh (el guionista y creador de Helix) aislan a los protagonistas en un poxo a merced de lo que pasa con el virus pero, también, de lo que les ocultan los directivos del lugar (Sanada entre ellos, a quien vemos en la presentación con una ambigua expresión y un discurso sospechoso cuando examina a un grupo de personas muertas en un laboratorio).
Las relaciones preexistentes entre Peter (hermano del personaje de Campbell) y una científica que algo ha tenido que ver con su hermano tensan también una cuerda emocional que aparece como una segunda línea de la historia. Sin embargo, Porsandeh declaró que, a diferencia de Lost, no habrá flashbacks que expliquen el pasado de un personaje, lo que lo llevaría a una puesta en escena de alta calidad fílmica que, hasta ahora, no vimos.
El canal es SyFy. "Helix", en inglés, significa tanto hélice como espiral (como el de los virus simples) y lleva el término infierno, hell. La serie tendrá una primera temporada de 13 episodios, cada uno correspondiente al transcurso de un día en la base del Ártico.