The Walking Dead (“los muertos ambulantes” según la traducción literal) o Los muertos vivientes, según el título con el que se conoció el primer episodio de la serie el lunes 1 de noviembre pasado en Fox, está basada en la historieta escrita por Robert Kirkman y dibujada por Tony Moore y Charlie Adlar. Como todos sabemos el muerto viviente es siempre una metáfora: de los refugiados, de los marginados, de los soldados que van a guerras inverosímiles (como los del magnífico episodio Homecoming, de Joe Dante —2005—), de los anónimos votantes, etcétera. De modo The Walking Dead es otra aventura de gente que trata de sobrevivir a un mundo lleno de zombies.
La producción de la serie televisiva —estrenada simultáneamente en Estados Unidos y América latina— tiene al frente a Frank Darabont, el director de cine que mejor adaptó a Stephen King y un devoto de este tipo de ficciones, heredero confeso —según se encarga de citar en sus films— de John Carpenter. George Romero, quien creara en 1968, con su film La noche de los muertos vivientes, el concepto actual de zombie —hasta entonces las versiones de estos seres provenían de ficciones ambientadas en Haití y referían a un cuasi poseso del vudú—, se negó a dirigir uno de los episodios de la serie de tevé.
Bien, The Walking Dead entonces es una especie de road-serie (en lugar de road-movie): un pequeño grupo de sobrevivientes viaja a través de Estados Unidos en busca de un nuevo hogar lejos de las hordas de zombies. Con el Tea Party de un lado y los marines regresando de Irak por el otro, Darabont tiene todavía para varias temporadas.
Ahora, el plano del recorrido que el excomisario Rick Grimes (interpretado por Andrew Lincoln) y su grupo realizan por Estados Unidos puede recorrerse en Google Maps.
Jason McDonald creó un mapa completo, con crónicas y detalles de nacimientos, muertes, apariciones, eventos y locaciones de los 78 episodios de la historieta original The Walking Dead. Resulta por lo menos inquietante comprobar en un mapa real esta trayectoria fantasmal y fantástica en la que se cruzan zombies y seres humanos presas de la mayor desesperación.
No es la primera vez que aparece en Google Maps un plano de una ficción, sucedió también con el recorrido de Holden Caulfield, el protagonista de El guardián en el centeno, la más célebre novela del finado J.D. Salinger, entre otros.
Claro que el contenido del mapa, para quienes recién se meten con el primer episodio televisivo, se adelanta a lo que va suceder en la serie.
The Walkind Dead cambia, al menos en ciertos aspectos, esa mirada sobre el mundo "zombie". Primero, extendiendo temporalmente el maniqueísmo zombie-humano. Como se observa en la serie, los zombies carecen de identidad y cada uno de ellos es uno igual a los demás; los humanos se atomizan en busca de "soluciones" que preserven la especie: los unos quieren comerse a los segundos, los segundos quieren eliminar de este mundo a los primeros. Luego, si el mundo está lleno de zombies, estos humanos lucharán por preservar los pequeños espacios no contaminados; si el espacio es el centro del conflicto, la atomización de los humanos se estipula desde la miserabilidad de la conducta de algunos al heroísmo de otros; si los zombies solo aspiran al alimento (que son los humanos), los humanos aspiran a sobrevivir. No hay moral en los primeros, y es esencialmente moral el dilema de los segundos. En esta serie, los zombies, más que una metáfora de alguna minoría, son el reflejo pasado y futuro de la especie humana. Del pasado en esa conducta animal e insaciable del alimento, o economía en exceso; del futuro porque no dejarán de ser muertos, aún vivientes. Ante ellos, un grupo de humanos pone en juego, siempre en una situación límite, toda clase de conductas, y en tales situaciones solo queda espacio a la tragedia. Algunos tenderán una mano, otros, literalmente se la cortarán. En el medio, los cuerpos de los que queden solo buscarán perpetuarse en un horizonte tan desgarrador como inhumano.
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