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viernes, 7 de julio de 2023

ruperta

En septiembre de 2019, en el marco del Festival Internacional de Poesía (que lamentablemente reemplazó su sitio web por su participación en redes sociales), Bernardo Orge se acercó al Centro Cultural El Obrador para contactarse con referentes de la comunidad qom de la zona oeste de Rosario y a partir de allí mantuvo conversaciones con Ruperta Pérez, Arsenio Borgez y Samuel Romero en sus respectivas casas. De esas charlas surgieron los textos publicados en la plaqueta, que se leyó en una visita de representantes del Festival junto con invitados de esa edición en El Obrador.

Aquí se reproduce el texto de Ruperta tal como se publicó en esa plaqueta.












martes, 14 de julio de 2015

la lengua de la infancia

Un viernes de hace dos semanas Arturo Carrera presentó en Rosario Vigilámbulo, tres tomos de casi 700 páginas que reúnen su poesía con un extenso prólogo de Sergio Chejfec, quien sugirió al poeta ordenar su obra de forma no cronológica, sino de adelante hacia atrás. “Una tarea literaria que va mostrando sus raíces”, dirá Carrera en esta entrevista.
Para la presentación de Vigilámbulo en Richieri 452 –el espacio que administra Lila Siegrist, escritora, artista plástica, fotógrafa, editora y alumna de Carrera– estuvo el poeta FranciscoGaramona, quien editó en Mansalva algunos de sus libros últimos y fundamentales.
Carrera anticipa Vigilámbulo al presentar el XXI Festival Internacional de poesía de Rosario, en agosto de 2013 en el CCPE.

Los más resistentes a la lectura de las palabras de un poeta pueden tranquilizarse: Carrera no es sólo un poeta o es, además de poeta, el autor de un “programa de la filosofía futura”, según lo declara un admirado Daniel Link: en su obra leemos de algún modo su biografía y, en ella, algo así como la biografía de una Nación, una familia que siempre está naciendo, callando y pronunciándose desde los márgenes (sus poemas son una mitología de su pueblo, Pringles –donde también nació y a donde siempre vuelve su amigo César Aira–, allí aparecen sus hijos, su abuela, su parentela y sus amigos). 
Como nos gustaría que todo Carrera estuviese reunido en estos tres tomos publicados por editorial Adriana Hidalgo (que viene reuniendo lo mejor de la poesía argentina en sendos volúmenes, desde Olga Orozco o Francisco Urondo a Diana Bellessi, Juana Bignozzi o TamaraKamenzsain), nos incomodamos al descubrir que no están sus ensayos, ni las anotaciones que hicimos a las páginas de Carrera en esos libritos que constituyeron su obra hasta ahora. Pero, además, la obra de Carrera se extiende también a la de sus alumnos a través de las clases que imparte desde hace décadas.
La charla empieza con el humor amable de Carrera, que trae a colación la ventilada vanidad de los poetas y pasa a una escena de su infancia que oyó entre otros relatos familiares: como su madre estaba bajo tratamiento médico, su abuela lo lleva a él, de muy pocos meses, en el subterráneo de Buenos Aires. Entonces la mujer escucha que un grupo de jóvenes comenta que esa señora es la madre más vieja que ha visto. Lo paradojal, dirá Carrera, es que su abuela se convertiría, en efecto, en la más vieja de las madres poco después, cuando la madre del poeta muriese meses más tarde.
Fotografía de Sebastián Freire.

—¿Cuál es la relación entre esa anécdota y esa memoria que se construye en tu poesía?
—No hay diferencia, creo que la poesía se alimenta de esos años donde las cosas, como dijo Cesare Pavese, suceden de una vez y para siempre. Y eso en realidad para la poesía es lo que él vuelve a llamar mito. Creo que de esos mitos y esa mitología se va construyendo y tejiendo la memoria del poeta. Y es a eso a lo que muchas veces me aferro para contar distintas aventuras o distintos momentos de mi infancia. Que en realidad quizá no sea mi propia infancia, quizá, como dice Deleuze, cuando uno dice infancia se refiere a la infancia del mundo y esa es la única infancia que puede recuperar la literatura.

domingo, 28 de septiembre de 2014

lenguaje e intemperie

Leí por primera vez a Pedro Mairal (Buenos Aires, 1970) en 2005, cuando apareció El año del desierto. Con fascinación lo leí. Luego llegó Salvatierra (2008), su tercera novela, un texto sugestivo, hecho de pequeños detalles que salpican los días del protagonista a partir de la observación de una pintura casi infinita que pintó su padre, donde el suspenso corre con una serenidad no ajena de pavura. Lo mismo que el río Uruguay, que corre en la tela pintada por Juan Salvatierra, el pintor mudo, a lo largo de unos 60 años.

El sábado pasado, en el Festival de Poesía, escuché a Mairal por primera vez leer poesía, y encontré en el poema que leyó, Cipriano, ecos de toda esa cosa que habita la literatura de nuestro escritor. También Cipriano fue tirado a los once años de un caballo y, si bien no enmudeció, es un hombre analfabeto en quien Mairal ve al “último paisano”. Escribe: “Yo –que no entiendo y me pregunto/ y me contesto y me contradigo–/ pienso en usted y entiendo algunas cosas,/ pienso en usted y en mí andando juntos/ y busco algo en las nubes que ve la gente viva./ ¿Cómo mira el cielo un mensual viejo?
Una felicidad poder escucharlo y ahora compartir ese largo poema:

Cipriano

El Cristo de neón que dominaba
la sala velatoria en Gualeguay.
Cada generación dice haber visto al último paisano,
al hombre auténtico.
Usted nació en el Médano, en la Punta del Monte,
un caballo tobiano lo aplastó a los once años,
tirado medio muerto al lado del camino y el caballo pastando.
Y usted pisaba los cardales descalzo, Cipriano,
es cosa de costumbre nomás.

martes, 19 de agosto de 2014

rosario blues

La edición 2013 del premio municipal de poesía Felipe Aldana arrojó seis libros (una circunstancia inédita): dos primeros premios, otro primer premio para la categoría menores de 21 años, dos menciones y el segundo galardón otorgado a Folk, de Bernardo Orge (Rosario, 1988).
Folk es un libro de poemas con algo así como un eje vertical certero: un amigo ha muerto y esa ausencia, esa pérdida, además de convertirse en el principio de algo, envuelve la percepción de todo un paisaje que es a la  vez espacial y temporal. "Envejecí en ese colectivo, mirando la avenida/ cuando Alejandro vivía y aún cabía pensar/ que quien respeta la pureza de las cosas/ busca más bien la desafección que el afecto", escribe Orge en el poema inaugural. El libro es, así, tanto el relato de esa desafección curada con ausencia y un dolor que evita nombrarse, como el tránsito entre los lugares, los temas y las líneas precisas del universo del "folk" y, en ese punto, es tal vez de los más particulares poemarios surgidos en Rosario en los últimos años (y, hay que agregar: gracias a esa maravilla exploratoria de la poesía de la ciudad y su zona que es el concurso Felipe Aldana, que esta vez tuvo un jurado ejemplar: Mirta Rosenberg, Laura Wittner y el bahiense Mario Ortiz).
Folk procede como en aquella máxima del poeta: "la realidad es sólo la base, pero es la base". Es decir, dados los datos reales, lo que se juega aquí es cierto reordenamiento del sentido, cierta construcción a partir de esa base. Cada poema registra de algún modo momentos de una experiencia compartida. Quien narra está de alguna manera a un costado: por algo de aquella desafección que trae la pureza de la ausencia, pero también por el afecto sin pie que dejó esa muerte. La geografía en que transcurren esos registros son los viajes hechos en una camioneta, desde las Salinas hasta Córdoba, Pérez o una dirección en calle Donado, en Fisherton, en la caja de aquella u otra camioneta, con las luces de la calle de Rosario encandilando a ese que habla en el poema, iluminándolo, pero en otro tiempo, porque la iluminación no es sino (como dice el poema inaugural: "recuerdo del recuerdo".
Le pregunto a Orge si es así, si el título "Folk" proviene de ese universo de la canción folk: esa trama de milagro cotidiano que se urde entre vecinos, amigos y seres familiares. Me responde que sí y agrega: "Porque tiene reescrituras de varios tópicos del folk, pero además por el viejo significado de folk en inglés –ese cercano a camarada o compañero– que, bueno, como se habla tanto de la amistad y de los límites de la amistad, vino bien. Además el folk –nuestro folklore también– tiene esa ambigüedad hermosa: entre la precisión toponímica, los nombres de lugares, flora, etcétera, y la imprecisión referencial de ese léxico lleno de palabras que pueden significar mil cosas –blues, ramblin', road, border. Eso me encanta".
Y es cierto, Folk es tanto el paisaje del viaje como la evocación de nombres que señalan una zona afectiva: la calle Donado, el río Quilpo, el Chino, la terraza donde se secan unas plantas y se cocina el asado, el Parque Independencia, la cochería Caramuto.
 Hay temas que son como estribillos que se repiten, por ejemplo los "pibes": hijos de vecinos, unos chiquilines que avanzan en cueros por la calle y el narrador, el yo del poema señala como a una criatura fuera de sus fronteras. Leemos sobre ese pibe que revolea la remera: "Debe trepar los árboles bien, pensás,/ y debe ser un inútil con las nenas –ah,/ no parece como si muchos pueblos/ en donde sentiste lo mismo/ de repente fueran este?"
Ese fin de infancia, fin de mundo, paraíso perdido, está señalado de forma permanente pero, con él, se señalan también las huellas para retornar, sólo que de otra manera.
Orge me escribe y me adjunta un enlace que me lleva a uno de los temas que son, dice, "parte de la banda sonora del libro", es un blues de Townes Van Zandt en el que alguien abandona su lugar y dice que pone rumbo a Nuevo México, que allí va a vagabundear hasta regresar al lugar del que partió. Esa desolación cunde en los poemas de Folk: la de alguien que deambula porque sabe a dónde vuelve. Ese saber, ese recuerdo de un recuerdo es todo y es a la vez, apenas una línea de una larga canción; una línea a la que sigue otra, y otra, y así a lo largo del camino.
Orge, entre M.A. Petrecca y M. Moscardi.

Escribe, en un poema que habla de regalarle a los vecinos un frasco de aceitunas del parque: "Hay frutos que precisan sanarse/ antes de dejar el reino de los adornos/ y unirse al de los manjares". Así también el poema juega a no adornar, a ser él mismo un alimento.
Folk, me parece ahora, es de esos libros increíbles, casi milagrosos, en los que el poema nos alcanza porque creemos escuchar en él la canción que creíamos olvidada y perdida.
White Freight Liner Blues by Townes Van Zandt on Grooveshark
Bernardo Orge cursó el profesorado en Letras en la UNR. Integra la antología 30.30, poesía argentina del siglo XXI. Junto con Agustín Alzari, Ernesto Inouye y Matías Piccolo publicó 40 esquinas de Rosario

sábado, 30 de noviembre de 2013

cleffa takahashi

Ahora, durante el mes de diciembre, la Editorial Municipal de Rosario presentará los tres libros ganadores del último concurso de Poesía Felipe Aldana, que este año incluyó la categoría “menores de 21 años”. Entre esas tres obras conoceremos una firmada por Cleffa Takahashi. Cleffa, nos explica ella misma, se pronuncia Kurefura en japonés. Pero ni Cleffa ni Kurefura son los nombres con los que figura en el registro civil Sol Agostina Figueroa, de 15 años, única ganadora del Aldana en su categoría.
101: Memorias de un pianista, el libro por el que recibió ese primer premio, es a la vez un relato disfrazado entre los poemas que narra las impresiones de cuatro personajes: Kurefura, Kieko, Zero y Aoi, “producto de una misma persona con un trastorno de personalidad múltiple”, como los define la autora. De hecho los poemas llevan la voz de quien habla, a excepción del último, “Fusión”, firmado por Kieko y Kurefura.

DISTRESS AND COMA by the GazettE on Grooveshark Cassis by the GazettE on Grooveshark
Toradora - Capitulo 1 [Sub Español por YunaDiamond
Conocimos a Sol, es decir a Cleffa, a fines de septiembre pasado en la Plataforma Lavardén, cuando se desarrollaba el XXI Festival Internacional de Poesía y ella leyó, como ganadora del Aldana, algunos de sus poemas. En un saco blanco, con un mechón de pelo color violeta y unos grandes lentes de marco azulino, leyó en una de las mesas inaugurales del encuentro junto con José Ignacio Sainz –ganador en la categoría mayores– ante un público que la ovacionó encantado. Más tarde recorría la feria de editoriales de la planta baja del edificio con su tía, que debe llevarle tres o cuatro años. Había comprado El gato del infierno, de Stephen King, Ataque de pánico, de Juan Xiet (“lo terminé de leer y se transformó en una especie de biblia, lo difundí por entre mis amigos y también lo amaron”, nos escribiría más tarde), y Léame, de Nicolás Di Candia. Entonces nos presentamos, conversamos sobre su fascinación por la cultura “pulp” (popular y masiva, en la que cabe la música, las historietas y el cine) japonesa; “asiática”, diría ella. Nació en San Miguel de Tucumán en 1998. Cursa el secundario en el Instituto Politécnico Superior de Rosario, donde dos de sus profesoras de Idioma Nacional, Celeste Gascón y Marisa Ponisio, la alenataron a presentarse al Aldana. “No tengo autores favoritos –nos dijo, aunque agregaría luego que no quiere dejar de mencionar a sus manga preferidos: Kuroshitsuji y Toradora–, sí me gusta leer, es algo que me enseñaron mis padres desde chiquita. Y del animé me gusta un género que se llama gore: es violento, digamos, con mucha sangre; policiales misteriosos. Y si no, también me gustan mucho los animé románticos. Cada género está en un extremo”.


Intercambiamos correos electrónicos. Desde entonces, y de manera más bien esporádica, nos escribimos algunas líneas a medida que surgían curiosidades. Casi sin notarlo, un día leemos en un mensaje suyo a propósito del libro que escribió: “Son poemas porque hablan en su propio idioma”, que viene a ser ya una clásica definición de poesía: el poeta es quien construye un idioma propio. Y así fuimos armando esta entrevista.
—¿Qué tal el Politécnico en relación con tu actividad literaria?
—¿El poli? Para mí el Poli es lo mejor que me pudo haber pasado en todo sentido. Es una escuela que, con sus defectos y todo, amo. Pude empezar de nuevo ahí, es muy especial. Tengo muchos amigos con los que comparto intereses, y eso me resulta muy motivador, porque es un apoyo que antes no tenía.
La experiencia de la exigencia académica y la carga horaria no son un trastorno ni mucho menos; no es imposible de llevar. Y hasta sentís que el Poli es tu casa de tanto que pasas ahí. Para ser una escuela técnica, no es “cuadrada”. Quiero decir, tiene bastante espacio para actividades de otro estilo, por ejemplo, las jornadas donde se hacen distintas actividades deportivas, de baile, dibujo, canto, charlas de diversos temas y otras cosas; el Poliacústico y el Polirock; hay talleres de fotografía y de teatro; y muestras de dibujos. Siempre te sorprende. 

lunes, 30 de septiembre de 2013

micrófono abierto

Homs fotografiado por Guillermo Borella.

Conozco a Darío Homs desde el año 1984, cuando ingresamos al primer año común de la facultad de Humanidades y Artes. Con sus altos y bajos, nunca nos hemos desviado del camino de la amistad. De modo que lo que vaya a decir de él debe ser encomillado de entre el gran texto del afecto y la relación personal.
Tengo por lo menos tres de sus cinco libros (desde Yo vi llorar a Dios Tilt), en los que se lee una poesía que mezcla conceptos y rabia ("fue la peor de las estancias humanas,| la de la raza que no pudo jamás escuchar música..."). Sin embargo, su trabajo más "acabado", es decir, el trabajo en el que podríamos seguir el dibujo de una obra, es quizás el de la plástica: los cuadernos Rivadavia pintados con fibra o las animaciones en distintos formatos digitales (si no me equivoco, desde archivos ".gif" a ".avi") que parten también de sus dibujos, en la mayoría de los casos con tintas domésticas (esto es, tintas cuyo uso requiere la destreza doméstica, a diferencia de óleos, por ejemplo). Allí Darío ensaya sobre formas, colores, y letras, acaso con un aire pop, acaso en el mismo sentido que su amigo Aurelio García apela al pop. Y acaso también con cierta cosa kitsch, al menos en el sentido en el que Gillo Dorfles se refiere al kitsch: una pieza que muestra su procedimiento, que se descubre o se desnuda de ese tratamiento, antiguamente sublime, que venía a recubrirla (cito de memoria: ¿no sería Bloch el que escribió eso?). Pero no sé si puedo o me cabe señalar estas cuestiones. Lo que Darío nos muestra en esas imágenes que se mueven es su inagotable ingenio, su refinada capacidad lúdica y su ironía. Poesía eléctrica les llama a esas animaciones en las que leemos por momentos una línea, una letra o, sencillamente, el dibujo de una geometría casi caligráfica sobre una hoja de cuaderno. Sí, tiene de poesía algo así como un gesto estridente, el aura del trabajo artesanal que percibimos en los cuadros de ciertos artistas plásticos. No tiene, claro, la voz. Con todo este trabajo en torno a las ilustraciones animadas, Darío ha preferido dejar de lado la voz. "Manifestar sin elegancia es menoscabarse a uno mismo como artista", había escrito Darío en el texto del catálogo de la muestra que Aurelio expuso en el CCPE en septiembre de 2011. No, claro, no opone "manifestarse" a "elegancia", pero es cierto que, con las imágenes, Darío eligió la elegancia. Todo lo inacabado, urgente y a veces furibundo que resultan sus poemas queda disfrazado en las animaciones que, además, tienen música.
De modo que cuando el viernes pasado se presentó en una mesa del 21 Festival de Poesía de Rosario (acompañado por una anémica lectura de Selva Dipasquale) y el técnico a cargo de emitir en una pantalla gigante su Poesía eléctrica no pudo hacer que funcionara lo que cualquier pibe de cuatro años sabe hacer funcionar en la maquinita de su casa, es decir, que la imagen y el sonido salieran juntos, Darío quedó librado a su propia voz sobre el escenario y su performance, como él mismo dijo en un momento, se volvió una de las mejores "manifestaciones" que pude presenciar de Darío en los últimos años. A la salida, un buen y generoso amigo de Darío y mío estaba indignado por la prodigiosa falla técnica (lo de prodigiosa es un adjetivo que me permito yo, en retrospectiva). "¡Claro, todo funciona si se trata de poner un micrófono para que lean sus pelotudeces!", bramaba. Sí, eso sabe hacer el Festival, abrir un micrófono. Muchas veces, como en el caso de Darío, las cosas también salen con elegancia.

Parte de la intervención de Homs en el Festival. Audio recogido por Sonidos de Rosario.

viernes, 27 de septiembre de 2013

zurita habla de poesía argentina


Antes de entrar a Plataforma Lavardén, donde se realiza el XXI Festival Internacional de Poesía de Rosario, Raúl Zurita nos habló este jueves (26 de septiembre) brevemente de su relación con la poesía argentina. Uno de los poetas contemporáneos que más le interesa es Sergio Raimondi. A la noche, durante la cena, nos enteraríamos de que no lo conoce ni lo vio jamás. Que sólo lo ha leído.
 

miércoles, 25 de septiembre de 2013

"efectos" del festival de poesía



El poeta y escritor santafesino Francisco Bitar, junto con Daiana Henderson y Gervasio Monchietti, editor de 30.30. Poesía argentina del siglo XXI, respondió al fin nuestras tres preguntas sobre la antología que reúne a treinta poetas de treinta años de distintos lugares del país.
Francisco Bitar, Daiana Henderson y Gervasio Monchietti durante la edición de 30.30.

Desde el hotel –arroja un “acá” en su mensaje desde el servidor de Hotmail que ubicamos en Rosario– resuelve el cuestionario de un tirón. Así, las preguntas: ¿Hay alguna influencia notoria entre los 30 seleccionados de los movimientos poéticos inmediatamente anteriores o de fines del siglo XX? ¿Qué característica de la escritura destacarías? En el prólogo se menciona que entre los materiales acopiados había muchos blogs. ¿Cómo funciona el blog –y ahora las redes sociales– en estas escrituras?¿Notaste que el Festival de Poesía de Rosario ha influido en algo en estos autores? Estas preguntas, decíamos, agrupadas en tres puntos, son como el lejano eco de este breve ensayo que Bitar mastica una fresca tarde de septiembre, a horas del comienzo del XXI Festival Internacional de Poesía de Rosario.
Escribe Bitar: “«Mi tradición son mis contemporáneos», dijo (Martín) Gambarotta en una oportunidad. Si bien sus contemporáneos, los de Gambarotta, no son los nuestros –si es que puedo considerarme parte de la generación antologada; capaz estoy nel mezzo del camino–, podemos decir que hay premisas poéticas en común. Sin embargo, es mucho más interesante preguntarse por las diferencias entre una y otra generación. Creo, sobre todo, que en los 90 hay mucha intención de marcar la cancha y que, por lo tanto, el libro como afán de obra, en muchos casos como obra instauradora (¿cuántos Waste lands hay en los 90?: así, de movida, puedo contar unos 4 ó 5), tiene mucha más concentración, proyección y pregnancia. Eso, con esta nueva generación de poetas, se libera bastante, se relaja, y en ello los blogs y las redes sociales tienen mucho que ver. Entre estos nuevos poetas se privilegia el poema por sobre la obra, obra que en los 90, en muchos casos, tiene la forma de poema-libro. ¿Por qué el poema por sobre el libro? Porque el texto debe funcionar como anotación, debe poder mostrarse como objeto acabado de manera urgente, debe poder «subirse», «postearse». El privilegio del poema por sobre el libro genera una ventaja inmediata para nosotros como antologadores: es mucho más sencillo recortar poemas que fragmentos de poemas y creo que esta es una diferencia entre esta antología y, por ejemplo, Monstruos, de (Arturo) Carrera. 30.30 es un libro de poemas. Por estos motivos, por esta despreocupación respecto a la necesidad de formar parte de una generación y de darle cuerpo, las propias voces parecen hablar de un modo más bajo aunque para nada balbuceante. De todas maneras, en el cuadro completo, la frase de Gambarotta sigue funcionando, y en esto el Festival de Rosario ocupa un lugar central, estratégico. El Festival tiene mucho de encuentro (por lo afectivo), de reunión (por su aspecto táctico) y de congreso (por la puesta al día de lo que se está pensando respecto de la poesía argentina en distintas partes del país). Lo mejor del Festival, a mi parecer, está afuera de las lecturas, en estos otros «efectos» del Festival.”

miércoles, 21 de agosto de 2013

21

Esta tarde en el CCPE asistimos a la presentación de lo que será el XXI Festival Internacional de poesía de Rosario, que se hará entre el 26 y el 28 de septiembre próximo en Plataforma Lavardén y el Centro Cultural Roberto Fontanarrosa.
En la mesa de este martes leyeron, bajo la invocación gongorina de Martín Prieto, Tamara Kamenszain, Arturo Carrera y Héctor Piccoli.
Acá algunos fragmentos de sus intervenciones.

martes, 20 de agosto de 2013

la previa del festival

Este martes (20 de agosto) a las 19, en el Túnel 4 del CCPE, se realizará el anuncio de la programación completa de la nueva edición del Festival de Poesía de Rosario, y se inaugurará una muestra celebratoria de los 400 años de la publicación de las Soledades. Los poetas invitados son Arturo Carrera, Héctor A. Piccoli y Tamara Kamenszain. La exposición Góngora. La estrella inextinguible desvela la figura de este gran poeta y analiza más de cuatro siglos de influencia del universo gongorino en la literatura universal a través de dos centenares de piezas entre cuadros, manuscritos, grabados, dibujos, cartas, esculturas, instrumentos musicales, tapices, partituras, carteles, libros, y revistas.

miércoles, 1 de mayo de 2013

Identikit del poeta secreto rescatado en el Festival de Poesía de Rosario

por Ezequiel Alemián, en Clarín, Buenos Aires

Con una obra muy breve e intensa, exigente, melancólica y casi inhallable, Juan Manuel Inchauspe es uno de los poetas secretos más influyentes. Escritores más jóvenes como Alejandro Rubio, Fabián Casas o Carlos Battilana han señalado la importancia que tuvo para ellos la lectura de Inchauspe, cuya Obra poética , su edición, constituye el principal acontecimiento del 18 Festival Internacional de Poesía que se está realizando en Rosario.

A casi 40 años de su muerte, los poetas jóvenes cuestionan a Alejandra Pizarnik

por Ezequiel Alemián, en Clarín, Buenos Aires

Cuatro aperturas tuvo ya el 18° Festival Internacional de Poesía de Rosario , pero seguramente tendrá un solo cierre. El martes abrió Paco Ibáñez con sus canciones sobre textos de Jorge Manrique y el Arcipreste de Hita; el miércoles primero fue Rafael Ielpi, director de una de las sedes, y después Miguel Lifschitz, intendente de la ciudad. El jueves fue el turno de Martín Prieto, director de otra de las sedes. Prieto dejó inaugurada además una maravillosa muestra de collages de Eduardo Stupía, especialmente preparada para este encuentro, que el domingo a la noche se despedirá de Rosario con la puesta en escena de Mujeres terribles , obra de Marisé Monteiro y Viviana Uriarte que indaga en la extraña amistad que mantuvieron Silvina Ocampo y Alejandra Pizarnik.

Secreto encanto de la palabra

Desde hoy en el C. C. Bernardino Rivadavia, un notable seleccionado de poetas argentinos y extranjeros pondrá el cuerpo para un encuentro en el que no sólo abundarán las lecturas, sino también mesas para un amplio debate sobre el género.

por Silvina Friera, en Página 12, Buenos Aires

Los poetas parecen cumplir al pie de la letra con la divisa del XVI Festival Internacional de Poesía de Rosario, que empieza hoy en el C. C. Bernardino Rivadavia: “Todos aquí para mirar arder y consumirse este fuego”. Es un verso de Juan L. Ortiz, poeta entrerriano a quien se le dedica esta edición, a treinta años de su muerte, con paneles de debate, un ciclo de cine y una muestra del artista plástico Adolfo Nigro. En la Casa de Santa Fe, en Buenos Aires, algunos comienzan a encender la llamita anticipando una programación que contará con la participación de Philip Meersman (Bélgica), Eduardo Millán (Uruguay), Reynaldo Jiménez y Rocío Silva Santisteban (Perú), Marit Kaldhol (Noruega), James Fenton y Niall Binns (Inglaterra), Jaime Huenún Villa (Chile), Arturo Gutiérrez Plaza y María Auxiliadora Alvarez (Venezuela), Elkin Restrepo (Colombia), Guilherme Zarvos (Brasil), Fabio Morábito (México), Jean-Luc Steinmetz (Francia) y Peter Sirr (Irlanda). Entre los argentinos se destacan Fabián Casas, Rodolfo Fogwill, Alberto Muñoz, Mirta Rosenberg, Jorge Fondebrider, Anahí Mallol, Carlos Battilana, Perla Sneh, Sergio De Matteo, Marilyn Contardi, Reynaldo Castro y Alejandra Correa, entre otros. El cierre, el próximo sábado, quedará en manos de Juan Carlos Bustriazo Ortiz, trovador secreto de La Pampa, que acaba de publicar Herejía Bermeja.

Dar nombre a lo innombrado

En su XIX edición, el encuentro estará dedicado a la figura de Raúl González Tuñón, y reunirá a medio centenar de poetas de distintos países. Con un nuevo grupo de curadores, se han consolidado sus tendencias renovadoras.

por Beatriz Vignoli, en Rosario 12, Rosario

“Hay millones de cosas que todavía no tienen nombre. Hay límites de todo tipo que impiden que ciertas cosas tengan nombre. El gran trabajo de la poesía es dar nombre a lo que no tiene nombre todavía. Así que tenemos trabajo para millones de siglos”. Así respondió el poeta Juan Gelman a la pregunta de por qué usa neologismos en algunos de sus poemas, en la conferencia de prensa en el Centro Cultural Parque de España de Rosario el 4 de agosto. Esa noche, él y el trío de Rodolfo Mederos presentaron en el Teatro Príncipe de Asturias el recital de poesía y tango Del amor, que con dirección teatral de Cristina Banegas y arte de Juan José Cambre hizo de anticipo de la XIX edición del Festival Internacional de Poesía de Rosario, que se lanza hoy y que, como ya se anticipó el domingo en Rosario/12, estará dedicado a Raúl González Tuñón.
El de La rosa blindada (1936), libro de este autor que reúne los elementos fundacionales de su épica, es el nombre que eligieron para su editorial Gelman, José Luis Mangieri y Juan Carlos Portantiero, donde se publicaron las primeras ediciones de algunos libros de Gelman. “Juan Gelman había estado en Rosario por última vez en 1996, en el Festival Internacional de Poesía, que desbordó su sede (del CCBR)”, recuerda en su blog uno de los nuevos curadores del Festival, Pablo Makovsky. Es el tercer año a partir del recambio generacional de organizadores en la pata municipal del Festival, y el aire fresco se nota. Talleres, descentralización, un logo estable y nuevo diseño; un ágil sitio web creado por Máximo Merlat, con una película de Florencia Castagnani y una galería de fotos por Giselle Marino; lecturas de trasnoche, voces jóvenes, feria de editoriales, son iniciativas que en parte ya estaban presentes en las ediciones anteriores cuya única sede era el Centro Cultural Bernardino Rivadavia; éste sigue siendo sede, aunque la principal ahora es el CCPE y estas tendencias renovadoras se han consolidado.

Las palabras y las cosas

El XIX Festival Internacional de Poesía de Rosario reunió a cincuenta poetas de todo el país y de diversas partes del mundo. El editor de Rastros fue invitado a participar y tomó apuntes desde el corazón de un evento que ya es referencia a nivel mundial.
Miércoles. Oso panda. 
por Santiago Alassia en La Opinión, Rafaela, Santa Fe


Llego a Rosario a media tarde. Pegado al hotel hay un local de El pez volador que tiene los tres tomos de la poesía completa de Alfredo Veiravé. “¿Quién gozará estas islas de imaginar cuando ya no estemos? // Mudez, tartamudeo, registro de las angustias de una conversación / que nadie escucha, la poesía.” De una época difusa retengo estos versos desordenados del entrerriano, y me entran ganas de comprar el primer tomo. Pero el joven de barba que trabaja detrás del mostrador me advierte que la cosa es tres o nada. El precio me hace temblar un poco, así que ya. Nada. Opto por un ensayito de Malraux y le pido que me indique un bar tranquilo y cercano para sentarme a leer. Esta vez el tipo se amiga, me manda a Pasaporte, un encanto. Es una esquina rodeada por un cerco hecho de plantas que se parecen a cañas de bambú, y a uno se le antoja que en cualquier momento va a salir un osito panda a juguetear y comerse las hojas. Hay luz tenue, grietas en las paredes que arman un dibujo a su manera y, enfrente, al otro lado de la angosta callecita, medio tapado por lapachos, se puede ver un edificio antiguo que parece no terminar nunca. Impresiona tanto silencio a tres cuadras de la peatonal, a dos del río. Esto es una melodía, pienso, caer en buenas manos. Un rincón para quedarse a vivir. Así que ahí me quedo, acurrucado en esa constelación que se teje entre el libro, mi mesita, el café y las escalinatas lúgubres del edificio. Cuando me doy cuenta, leo en el programa que en este mismo sitio se realiza La Previa, una primera ronda de lecturas como para ir preparando el clima festivalero. Levanto la cabeza y miro alrededor. Jóvenes rugbiers, señoras paquetas y hombres de traje que han salido a tomarse un vermouth. Nadie parece tener mucha cara de poesía, así que le pregunto al mozo. “Son aquéllos”, me indica, con el brazo extendido y el dedo señalando hacia el interior del bar. El que estaba en otra parte era yo, como siempre. 

jueves, 25 de abril de 2013

extraño aniversario

Natalia Litvinova me escribe: "Estaré allá, para la presentación, el 26 de abril, y mirá, justo para el aniversario de Chernobil". Es que la primera vez que nos pusimos en contacto, antes de que viniera al XIX Festival de Poesía, le había preguntado por los recuerdos de su familia (que es de Gómel, a unos 50 km) sobre el accidente de Chérnobil. Puse ese intercambio en esta entrada. Ahora es ella misma la que recoge la voz de su madre, a quien vi en fotografías, cuando usaba Facebook (yo usaba, acaso Natalia aún lo usa), que me recordaron algo de esa presencia "agreste" de mi familia rusa: la cosa familiar envuelta en la espesura de un paisaje interminable y lejano. En esas fotos, la madre y las tías de Natalia estaban descalzas, y había otra foto en la una mujer posaba en un retrato con un uniforme del servicio militar. Me recordó algo que he visto en mi padre, en algunos de mis parientes de esa rama familiar (las fotos me lo recordaron, el uniforme, los pies desnudos sobre el pasto), algo que aún debo formular y me acerca a ese pasado de las fotografías como a una habitación de mi casa.
Natalia, decía, recogió ahora la voz de la madre y su recuerdo de Chérnobil en esta entrada de su blog Casa ajena (cómo envidio ese nombre).
Claro, podemos escuchar también a Natalia este viernes a las 20 en Sarmiento1490, cuando presente Rocío animal, el libro de poesía publicado por La Pulga Renga.

domingo, 20 de enero de 2013

"ampliar el recinto de la lengua"

Mirta y Elena en Buenos Aires, en 2008, en la previa del XVI FIPR.

Habíamos escuchado a Mirta Rosenberg leer sus maravillosos últimos poemas. Acá, Osvaldo Aguirre reproduce la entrevista a Mirta que publicara hace una semana, en la que habla de esos textos, de la escritura y la vida. 
A la pregunta "En el libro hay referencias a Gertrude Stein, Iris Murdoch, Olvido García Valdés, James Fenton. ¿Cómo funcionan los textos ajenos en la escritura propia?", Mirta responde: "Al igual que las traducciones, las lecturas adquieren para mí valor inspirador, me facilitan la construcción del poema, me dan pie para ampliar el recinto de la lengua, más allá de la intertextualidad. Esas, mis lecturas “aplicadas”, acaban por ser para mí una suerte de “paisaje interior” de la lengua, que identifica rasgos únicos, diferentes, a los que quiero hacer lugar en mis propios versos, eliminando en lo posible (gracias al trabajo de desarticulación que implica tanto la lectura como la traducción, que me brindan parámetros y modelos más “objetivos”) todo sobrante o desecho que siempre es producto de mi propia falibilidad poética, del exceso de insistencia y del deseo de figuración del yo".
Hay que leerla entera.

viernes, 5 de octubre de 2012

la voz del paisaje interior

La excepcional lectura de Mirta Rosenberg, parte de su libro El paisaje interior, al cierre del XX Festival Internacional de Poesía de Rosario, el sábado 22 de septiembre pasado en el teatro Príncipe de Asturias del CC Parque de España. La grabación, impecable, es de Adolfo Corts (Sonidos de Rosario), quien desde hace ya tres años lleva adelante el registro de audio del Festival; me la envió entera, es decir, los poco más de 17 minutos de lectura en un archivo mp3 que dividí en seis partes con el Switch para poder subirlo a GoEar. 

"Primera parte del libro que se llama «Cosas que se vuelven nombres»". Lee: "Será la autobiografía..."
 
Dice: "El título es el primer verso". Lee: "Veinte años de mi vida..."

"Les cuento por qué se llama El paisaje interior...", dice Mirta. Lee: "Madrugada y viento...", "Ahora, más cerca de la tierra..." y "La casa se convirtió en mi madre..."
 
Lee: "No sé por qué/ veo más..." y "Caer de culo..."
 
Lee: "Bajó mi centro/ de gravedad..." y "Es la infatuación..."
 
Lee: "Dichosa aquella, Witold Gombrowicz..." Y de la sección (del libro) "Bestiario íntimo", lee: "Una hiena en mi vereda".

lunes, 1 de octubre de 2012

la poesía en el cine

Durante el último Festival Internacional de Poesía de Rosario coordinamos con Juan Manuel Alonso la charla de Ángel Faretta sobre “La poesía en el cine”, en el Túnel 4 del Centro Cultural Parque de España, el sábado 22 de septiembre de 2012.
Ángel Faretta en su lectura, el 20 de septiembre pasado, en el Teatro Príncipe de Asturias. A su izquierda, Olvido García Valdés. Foto de Willy Donzelli.

Comienza así:
“La epifanía es la revelación de algo alto en un marco que no necesariamente lo contiene. La más famosa es la de los reyes magos. Y por qué se le llamó epifanía, porque los reyes magos van a ver a lo que creen el rey del mundo, que lo es al menos para los creyentes, ¿y dónde encuentran a Cristo? En un establo, rodeado de bosta y animales, entonces esa es la primera epifanía, es la aparición de algo alto pero en un marco que o niega. Entonces sería eso la primera poesía, la aparición de algo alto en un marco que generalmente lo niega, o sea, el uso de las palabras. La poesía también… me acuerdo que Murena –yo admiraba mucho, no siempre– en su último libro, La metáfora y lo sagrado, recuerdo un simple ejercicio del zen, que por ejemplo el maestro para enseñarle al discípulo lo absurdo, o lo aparencial del mundo simplemente a veces necesita desplazar algo a la mano, algo cotidiano a otro lugar, y él da el ejemplo de un salero, al que generalmente tenemos en la mesa cerca de la mano,  si el maestro pone el salero en el suelo no es que no lo va a ver el discípulo, pero va a ver la irrupción de algo distinto, algo diferente. La canción de Gilda que dice: “No se piensa en el verano cuando cae la nieve” ya es poesía, ya tenemos el choque de dos imágenes. El cine ya de por sí tiene un elemento, sobre todo el cine clásico, que es el fundido encadenado, cuando una primera imagen se disuelve y sobre ella aparece una segunda, ahí ya tenemos un elemento de poesía. Generalmente no es poesía cuando se intenta graficar o fotografiar los elementos ya constituidos como poéticos. Y muchas veces los poetas, los grandes poetas, aunque han sido pocos han fracasado en el cine. Yo admiro muchísimo a Pasolini como poeta, francamente como cineasta no, porque precisamente quería volcar imágenes literarias en el cine y el cine eso se lo come, inmediatamente.”

Acá el podcast de esa charla dividido en tres partes.

Parte 1 de 3

Parte 2 de 3

Parte 3 de 3: el cine argentino. "Hubieron dos países que decidieron ser América, Argentina y Estados Unidos..."

jueves, 27 de septiembre de 2012

paisaje interior


El XX Festival: fue maravilloso, claro. Faltaron acaso esas descollantes "estridencias" centroamericanas (Alan Mills en el 2009, Frank Báez o Wingston González en 2010, Juan Dicent en 2011) que este año sólo chisporrotearon en la voz de Chilindrina de Maricela Guerrero. Hubo grandes momentos, desde luego, pero la lectura del cierre de Mirta Rosenberg (ya postearemos ese audio) me recordó cuánto de la poesía de Mirta es un faro: este auge en torno a las escrituras del yo podría justificarse sólo por esos poemas que leyó el sábado pasado entrada la noche en el teatro Príncipe de Asturias. Si mañana se terminara, si mañana mismo desapareciera de la faz de la tierra esta compulsión autobiográfica con la que caminamos entre tantas lecturas y tanta sed de escritura, y si sólo sobreviviera ese poema que Mirta leyó hace unos días, creo, sinceramente, que no haría falta recuperar otra cosa.
Mirta y Elena en la lectura previa del XVI FIPR en Buenos Aires, noviembre de 2008.