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"I don't want to belong to any club that will accept people like me as a member." Groucho Marx en Groucho and Me (1959).

sábado, 25 de diciembre de 2021

Navidad con Chris Hedges



Llega otra temporada navideña plagada de altas tasas de Covid-19 y el temor de infectar a los más cercanos, esta vez en medio de una escasez de suministros y otros problemas económicos. Mientras un capitalismo estadounidense desbocado intenta vendernos el consumismo como la respuesta a nuestras crisis actuales, incluso ahora, el periodista y ministro presbiterano ganador del premio Pulitzer Chris Hedges nos recuerda que el verdadero significado de la Navidad no tiene nada que ver con los obsequios que se pueden comprar. Hedges se une a Robert Scheer en el “Scheer Intelligence“ de esta semana para discutir qué experiencias personales le revelaron de qué se trata la festividad cristiana, así como qué piensa del cristianismo estadounidense en su versión actual y más frecuente.

“La Biblia fue utilizada por sistemas de poder para perpetuar todo tipo de injusticias y persecuciones desde que la Iglesia cristiana fue institucionalizada en el siglo III por Constantino, quien era un dictador brutal”, dice Hedges. “[Una vez que el poder] cautivó esencialmente esta ideología, fue [y] ha sido utilizado a lo largo de la historia para llevar a cabo todo tipo de lo que yo llamaría [actos] heréticos. [Y] yo llamaría herejes de la derecha cristiana; han aculturado los peores aspectos del capitalismo e imperialismo estadounidense y la supremacía blanca con la religión cristiana.

“Jesús, si viviera en la sociedad contemporánea, sería indocumentado, porque no era ciudadano romano; vivía sin derechos, bajo la ocupación romana”, añade el columnista de ScheerPost. “Jesús era una persona de color; los romanos eran blancos. Los romanos clavaron a Jesús y a otras personas de color en cruces de la misma manera en que los rematamos en el corredor de la muerte, o los fusilamos en las calles por la policía militarizada. Y a los romanos los tenía sin cuidado la importancia religiosa de Jesús; lo mataron como insurrecto, como revolucionario, porque temían el radicalismo del evangelio cristiano, que tanto desafiaba la cultura romana.

“El estado romano miró a Jesús de la misma manera que el estado estadounidense miró a Malcolm X o Martin Luther King”, concluye. “Y, como se demuestra a lo largo de la historia, los profetas a menudo son asesinados”.

Esta es la conversación completa entre Scheer y Hedges mientras el anfitrión le pregunta al reverendo cómo reconocer el uso indebido del cristianismo, así como cómo desafiar directamente la inmoralidad con las propias acciones, culminando en una parábola navideña personal pero profundamente universal del propio Hedges.

Hola, soy Robert Scheer con otra edición de Scheer Intelligence, esta vez obviamente vinculada con la Navidad. Y tengo a mi reverendo favorito, el reverendo Chris Hedges quien, en primer lugar, tuvo un padre que fue un ministro presbiteriano; fue a la Harvard Divinity School, fue ordenado años más tarde después de una carrera en periodismo. Es una persona a quien recurrir sobre lo que dice la religión y, en particular, sobre el cristianismo. Ha escrito sobre el fascismo cristiano; comprende toda su complejidad. Así que voy a tirarle ésto. Recuerdo un lema de mi juventud: había algunas personas en el lado religioso de las cosas que decían que querían devolver a Cristo en Navidad, que esta festividad se había comercializado totalmente y que Cristo quedaba fuera de ella. Así que comencemos con eso. ¿Cuál es la relevancia de la Navidad para esta religión nacional nuestra, qué es?

—Ah, bueno, esa es probablemente una crítica justa; se ha comercializado por completo, y como cada vez menos personas tienen alguna relación con la Iglesia institucional, probablemente se trata sólo de eso. Pero la historia real de la Navidad me recuerda cuando estaba en un campo de refugiados en Honduras para guatemaltecos que habían huido de los combates a principios de la década de 1980. Eran todos campesinos, muy pobres, que vivían en el barro, en tiendas de campaña proporcionadas por la ONU. Y estaban todos colgando tiras de papel de colores, porque decían que por la noche iban a celebrar lo que se conoce como el Día de los Santos Inocentes. Ese es el momento en que Herodes, para evitar el nacimiento del Mesías –según la Biblia–, mata a los hijos de Belén; pero María, José y el niño Jesús son advertidos y huyen.

Ahora, esa es una historia –es de Mateo– que yo podría recitar de memoria. Escuché a mi padre leerla en los servicios de Navidad todas las noches; vivíamos en una pequeña ciudad agrícola en el norte del estado de Nueva York. Pero les pregunté, bueno, ¿por qué es un día tan importante? Y dijeron, bueno, porque ese es el día en que Cristo se convirtió en refugiado. Y me di cuenta del poder de esa historia para alguien que tuvo que huir con sus hijos de los ataques asesinos del ejército guatemalteco y los escuadrones de la muerte. Tenía un significado completamente diferente al que tenía para alguien que vivía con relativa comodidad en una comunidad agrícola en el norte del estado de Nueva York.

Y entonces creo, y creo que James Cone, el gran teólogo, ha dado en la tecla en este punto: que el evangelio fue escrito, en sus palabras, para los crucificados de la tierra, y que ellos ven en estas historias de persecución y finalmente crucifixión, un mensaje que se pierde entre las personas que no sufren ese tipo de opresión.

Chris Hedges

—Entonces, esta es la visión positiva del evangelio y del cristianismo. Y sé que fuiste ordenado oficialmente para que pudieras ser más eficaz en tu trabajo en las cárceles, con los presos, etc. Y, obviamente, la historia que acabás de contar es la de brindar fuerza y ​​comprensión a los más desposeídos. Y el Papa católico actual se entrega a ese mensaje. Asimismo, hay otro lado del impacto del cristianismo, vos escribiste sobre el fascismo cristiano, y sabemos que el antisemitismo también fue alimentado por algunas percepciones del evangelio.

Y recuerdo que cuando era niño, y es una de las razones por las que acudo a vos en estas ocasiones, tuve una relación muy ambigua –al igual que muchas personas, y ciertamente muchas que no eran cristianas– en esta festividad. Y recuerdo que cuando era niño, la canción que cantábamos y que nos gustaba mucho era “Sueño con una blanca Navidad” (“I’m Dreaming of a White Christmas“). Y fue un sueño de familia e inclusión y amor y apoyo, y todos lo cantaron; era muy popular y lo había escrito un judío, Irving Berlin, que tenía un nombre diferente cuando empezó; Israel fue su primer nombre. Y sin embargo, al investigarlo solo para esto, pensé bien, ¿qué pasa con esta canción? Y solíamos pensar que era un poco extraño, porque en ese momento muchos de nuestros vecinos católicos pensaron –bueno, algunos de ellos–, pensaron que los judíos habíamos matado a Cristo. Y yo era de una familia mixta; mi padre había nacido luterano y mi madre era judía. Sin embargo, de vez en cuando me responsabilizaron por este deicidio, y ya se sabe: “vos mataste a nuestro Señor”.

 

Y parecería haber una ironía ahí. Fue una época positiva, fue una época en que, de alguna manera, los judíos no fueron incluidos. Sin embargo, Irving Berlin, quien escribió esa canción, estaba casado con una mujer católica que iba a la iglesia todo el tiempo. Pero no fue hasta 1965 cuando el Papa Juan dijo oficialmente que los judíos no eran responsables, y fue en 2011 cuando el Papa Benedicto XVI lo dijo oficialmente. Así que esta acusación de antisemitismo alimentado por deicidio fue utilizada por los nazis de manera muy eficaz durante la Segunda Guerra Mundial. Entonces, ¿por qué no comentás un poco sobre esa contradicción?

—Bueno, la Biblia ha sido utilizada por los sistemas de poder para perpetuar todo tipo de injusticias y persecuciones desde que la Iglesia cristiana fue institucionalizada en el siglo III por Constantino, quien fue un dictador brutal, un dictador salvaje. E intentaron codificarla, es decir, la Biblia proviene del término griego “ta biblia”, que significa “libritos”. Así que había todo tipo de libros, libros gnósticos, historias matriarcales e historias que fusionaban las costumbres paganas romanas con la religión cristiana, y uno entraba y sacaba lo que quería. Bueno, eso no se reunió en una doctrina formal hasta el siglo III. Ninguno de los evangelios, por supuesto, fue contemporáneo de la vida de Jesús.

Y así, una vez que el poder cautivó esencialmente a esta ideología, fue y ha sido usada a lo largo de la historia para llevar a cabo todo tipo de lo que yo llamaría herejías, los llamaría herejías de derecha cristiana. Que han aculturado los peores aspectos del capitalismo e imperialismo estadounidense y la supremacía blanca con la religión cristiana. Los nazis, por cierto, hicieron lo mismo con la llamada Iglesia cristiana alemana. Pero solo una lectura atenta de la Biblia desafía mucho de eso. Y Jesús, si viviera en la sociedad contemporánea, sería indocumentado, porque no era ciudadano romano; vivía sin derechos, bajo la ocupación romana. Jesús era una persona de color; los romanos eran blancos. Los romanos, ya sabés, clavaron a Jesús y a otras personas de color en cruces de la misma manera en que hoy los rematamos en el corredor de la muerte, o los fusilamos en las calles por la policía militarizada.

Y a los romanos les tenía sin cuidado la importancia religiosa de Jesús; lo mataron como insurrecto, como revolucionario. Porque temían el radicalismo del evangelio cristiano, que desafiaba tanto a la cultura romana. Entonces, el estado romano miró a Jesús de la misma manera que el estado estadounidense miró a Malcolm X o Martin Luther King. Y como se demuestra a lo largo de la historia, a menudo se mata a los profetas. Entonces, sí, tenés razón. Se ha pervertido y se ha utilizado. Quiero decir, desde la Inquisición hasta las Cruzadas y el antisemitismo llevado a cabo contra los judíos en Europa, se ha utilizado con bastante eficacia para dar una especie de santificación al genocidio, el asesinato y la opresión. Pero no creo que eso esté de ninguna manera de acuerdo con las enseñanzas de Jesús o con la vida que llevó Jesús.

—Bueno, está esta competencia sobre lo que básicamente es el legado de Jesús –y sé que hay un proyecto para descubrir realmente qué se le puede atribuir. Dejame ir al grano aquí. ¿Existió Jesús? ¿Cuál es la documentación, si lo hizo, de lo que dijo? ¿Qué terreno, o qué diferentes terrenos, son los correctos? De mis favoritas, una de las ideas más importantes atribuidas a Jesús está en la parábola del buen samaritano, pero me han dicho que solo está en Lucas. No tiene el mismo significado si hubiera estado en todos los evangelios, etcétera, etcétera. Así que entrás ahí y, ya sabés, tenés a la gente de la iglesia de la prosperidad diciéndote, no, ése es el verdadero Jesús, él quiere que te hagas rico y seas feliz.

Entonces, ¿qué es lo que nos pone en pugna aquí? Y la razón por la que te planteo esto –sé que podés irritarte cuando lo planteo–, es que me preocupa que, en primer lugar, estas ideas sean mal utilizadas por diferentes personas. Pero también, ¿de dónde sacamos la ética y la moral sin religión? Esa es una pregunta que muy a menudo no se plantea, básicamente, en una cultura secular. Pero al menos en nuestras religiones tradicionales existe una noción de responsabilidad; hay una noción de juicio, hay una noción de que tu vida tiene que sumar en algún tribunal sumario de significado, valor y ética. Y la sociedad secular se enfrenta a la realidad de que tal vez no haya un núcleo ético, moral.

—Bueno, se puede tener ética sin religión. Quiero decir, no sé que Kant sea considerado un religioso; Aristóteles, Sócrates, quiero decir, todo tipo de figuras buscaban perpetuar o propagar la vida ética, que no necesariamente provenían de una tradición religiosa. Creo que donde la religión es probablemente más poderosa es cuando se trata del misterio, lo sagrado y lo trascendente, y todas estas fuerzas que existen para todos nosotros. La búsqueda de una vida con sentido, la lucha con nuestra propia mortalidad. Y eso casi siempre, creo, te empuja a usar algún tipo de lenguaje religioso. Pero ya sabés, las élites del poder en todas las sociedades –no solo en la sociedad cristiana– siempre han buscado –y esto era cierto con el Islam, con el Budismo, con todo lo demás– han buscado cooptar líderes religiosos para servir a sus intereses, y esos líderes religiosos están bien compensados, a menudo, y esencialmente integrados en la estructura de poder. Billy Graham sería un ejemplo de eso.

Pero creo que siempre han existido estos elementos radicales en cualquier sociedad, estos elementos religiosos radicales –por supuesto, éramos amigos con Daniel Berrigan, el gran sacerdote católico radical– que creo que se ha aferrado a los problemas centrales planteados por todas las grandes religiones del mundo, y trató de llevar una vida religiosa. Pero a menudo no solo desafiaron a los principales centros de poder, [sino que] crearon antagonismos entre ellos y las estructuras religiosas institucionales. Mi propio padre enfrentó eso al defender los derechos LGBTQL en los años setenta cuando la Iglesia no reconocía la igualdad de las personas LGBTQL en términos de ordenación, matrimonio o cualquier otra cosa. Y fue atacado despiadadamente por eso, aunque había pasado casi 40 años como ministro parroquial.

Así que llega a esta idea sobre la que escribe el teólogo Paul Tillich, todas las instituciones, incluida la Iglesia –escribe Tillich–, son inherentemente demoníacas. Entonces, de muchas maneras, creo que para acercarnos más al radicalismo de —y al tema central de la empatía y el ministerio, como mencionaste, el Buen Samaritano, el ministerio para los que sufren— volvamos a Cone, al crucificado de la tierra; y eso a menudo tiene que hacerse desafiando las mismas instituciones religiosas a las que uno puede pertenecer, que muy bien pueden expulsarlo. Quiero decir, Spinoza, que era judío, fue excomulgado. Ya sabés, a menudo se ve a estas figuras –especialmente a los reformadores radicales– como herejes, son condenados como herejes.

—Entonces, decidiste ordenarte y fuiste a la Escuela de Teología de Harvard, que es, supongo, el centro de la conciencia protestante sobre la ética histórica. Y lo hiciste al ingresar a las prisiones –la gente conoce tu escritura, saben que escribiste bastante sobre cárceles, pero también que te has dedicado los últimos, ¿cuántos, 15 años?, a la enseñanza en las prisiones. Y la religión surge todo el tiempo.

Y una cosa que diferencia ciertamente al cristianismo –y estamos aquí para hablar sobre la Navidad–, digamos, de Aristóteles u otros, es la noción de rendir cuentas (accountability). Y rebelión. Porque lo que se tiene en, al menos la imagen percibida de Jesús, la forma en que Martin Luther King o el padre Berrigan se refirieron a él, fue como un rebelde. Desafiando a la autoridad. Si vas a Aristóteles, tenés una autoridad defensiva, ciertamente una autoridad griega. Y ya sabés, e incluso a Confucio, del Buen Emperador. Y al menos lo que fue convincente, digamos, para King, como un muy buen ejemplo –por cierto acá está la Iglesia Bautista Negra en oposición a la Iglesia Bautista blanca–, fue la noción de Jesús como un instrumento de justicia. De aceptación, de preocupación por los menos entre nosotros. Y es un mensaje muy poderoso en el que queda afuera de mucho de lo que considera filosofía de la conveniencia: ya sabés, haz a los demás lo que te harías a ti mismo. Aquí hay una noción, no: eres responsable de preocuparte por los menos entre nosotros. Y todos tenemos un alma, y ​​así sucesivamente. Y eso me parece que es lo que se ha perdido en el cristianismo moderno.

—Bueno, ese es el corazón de la historia de Navidad, es realmente, creo, una especie de lección sobre cómo ser humano. Acerca de arrodillarse ante un recién nacido indefenso, vulnerable, despreciado y pobre. Así es, y es por eso que los romanos estaban tan aterrorizados. Porque invirtió los valores tradicionales romanos. Que nos llama a proteger, ya sabés, usemos el término bíblico, los más pequeños entre nosotros. Y no solo a los más pequeños entre nosotros, sino que son demonizados y rechazados. Entonces, ese es el poder, para mí, de todos modos, de la historia de Navidad.

—A ver, no espero que tengas todas las grandes respuestas, y que te burles de vez en cuando, decís que parece que yo menciono esto más que vos. Pero tus escritos sobre el fascismo cristiano, el mal uso o el uso del cristianismo para apoyar básicamente el racismo y la xenofobia, etc., sugieren que ese es un elemento muy poderoso en los Estados Unidos contemporáneos en este momento.

—Bueno, es predominante. Quiero decir, la Iglesia principal de la que salgo está muriendo; cada año los números disminuyen, las iglesias cierran. Y así es esta fusión de la iconografía y el lenguaje del estado con la iconografía y el lenguaje de la Iglesia cristiana. Entonces es la sacralización del poder estatal, pero las peores formas de poder estatal, del capitalismo. Por ejemplo, toda la idea de que Dios recompensa o Jesús recompensa a los justos significa que si vivís en la pobreza, las privaciones y el sufrimiento, merecés lo que recibís. No necesitás sindicatos, no necesitás atención médica, no necesitás vacunas; es un Jesús mágico. Y eso es muy atractivo para las personas que se sienten apartadas del resto de la sociedad. Porque lo que viene con eso es un llamado a la santa venganza contra estas fuerzas satánicas que han creado este mundo disfuncional a su alrededor. Esa es una parte muy grande del mensaje de la derecha cristiana, y por qué ese tipo de violencia santa es una parte integral –o creo que una parte muy atractiva–, para las personas que sienten, quiero decir, no incorrectamente, que han sido desposeídos por una sociedad que ya no los necesita ni se preocupa por ellos.

—Bueno, esta combinación de oportunismo por parte de fuerzas muy poderosas —corporaciones, el estado— y un mensaje para la gente que está desesperada por su condición tiene precedentes en otras sociedades. Y en particular, y quiero terminar con esto, pero cuando hablamos del fascismo cristiano, me refiero al eco que hay de la Alemania nazi. Y cuando lo mencionás, la gente dice, vamos, eso es una exageración; bueno, creo que cada vez más personas en los Estados Unidos reconocen, ya sabés, incluso una sociedad muy próspera –es que Alemania había sido en diferentes momentos de su historia contemporánea, bien educada, etc.–, puede volverse loca. Y puede alojar lo que parecerían ser ideas contradictorias. Puede tener, como hizo Alemania, ciencia sólida y claridad y lógica y demás, y sin embargo participar en una guerra religiosa contra los judíos, principalmente, y luego contra otros, o “el otro”. Y lo vemos ahora en los Estados Unidos. Quiero decir, eso es básicamente sobre lo que estuviste escribiendo; es la combinación del Estado capitalista, racional y calculador, que era Alemania, con este atractivo religioso primitivo y verdaderamente irracional.

—Correcto. Y hay similitudes muy aterradoras. Como que Hitler, a los ojos de esta Iglesia cristiana alemana, era el Volk Messiah (el mesías del pueblo): era un instrumento de Dios. La misma opinión que los evangélicos de derecha tenían sobre Trump. Y luego buscó a aquellos que fueron demonizados por el colapso económico de Alemania, especialmente judíos y comunistas, y en términos religiosos se convirtieron en agentes de Satanás.

Nuevamente, eso se repite en los Estados Unidos. Quiero decir, estudié con el gran erudito James Luther Adams, que tenía 80 años cuando yo estaba en la Harvard Divinity School, y había estado en Alemania –era bilingüe– en 1935 y 1936, y de hecho abandonó la Universidad. de Heidelberg y trabajó durante un año con la Iglesia Confesional, en la clandestinidad, con Bonhoeffer, Niemöller, Schweitzer, todas estas figuras, hasta que fue detenido por la Gestapo y expulsado. Y nos trazó estos paralelos con la derecha cristiana; de hecho, fue la primera persona a la que escuché usar el término “fascista cristiano”. Solía ​​decirnos, cuando tengan mi edad, todos estarán luchando contra los fascistas cristianos; todos teníamos veintitantos años, y aunque ciertamente fue uno de los eruditos más brillantes con los que he trabajado, Pensé que incluso entonces estaba siendo hiperbólico. Bueno, por supuesto, resulta que vio lo que estaba sucediendo mucho antes que nosotros.

Así que por supuesto que Trump no tenía ideología; fueron los fascistas cristianos quienes llenaron ese vacío ideológico. Y lo que viene a continuación en 2024 puede que no sea Trump, pero probablemente será una figura parecida a Trump, como Pompeo o DeSantis u otra persona; Tom Cotton, no lo sé. Pero sospecho que estarán mucho más arraigados dentro de este movimiento —Trump no estaba incorporado en absoluto— y, no sin espanto, probablemente más competentes. Y creo que con el regreso de estos fascistas cristianos al poder, el tema primordial, dado el intento de censura y el 6 de enero y la creencia de que las elecciones fueron robadas, será un reinado de venganza, una venganza realmente aterradora.

—Vamos a concluir sobre esto, pero en mi opinión, este es el dilema esencial, en realidad, de la condición humana. En realidad, no tenemos una historia de quiénes somos, qué somos, por qué estamos aquí, de qué se trata la vida, qué es la mortalidad. Tenemos, ya sabés, intentos; lo científico va lejos, pero al final no logra decirte de qué se trata, la mortalidad, etc., y el significado. Y luego tenés esta variedad de religiones en competencia que pueden retorcerse y cambiarse. Y entonces tenés gente citando, ya sea el Antiguo o el Nuevo Testamento o lo que sea, o un budismo que puede ser opresivo, puede ser liberador, cualquiera de estas religiones. Y realmente, cuando se trata de moralidad, estamos en una tierra de nunca jamás. Y sos un tipo que está tratando de hacer valer un imperativo moral. Y a veces me decís, básicamente, que ya no estás en la religión como guía. Entonces, ¿por qué no sacamos una conclusión de eso? ¿Qué debe pensar la gente de la condición humana?

—Bueno, el imperativo moral, en realidad, el imperativo categórico, éso en realidad viene de Kant. Creo que realmente el problema es que, si querés hablar en términos religiosos, es la ley de Dios versus la ley humana. Y luego Martin Luther King, creo, habló sobre esto con bastante elocuencia: que tenemos el deber de desafiar la ley humana cuando está en conflicto con la ley de Dios. Y eso puede ser muy empoderador. Solzhenitsyn escribe en Archipiélago Gulag sobre los más capaces psicológicamente de soportar los gulags, y dijo que eran los chechenos, que eran musulmanes practicantes, y los cristianos, los que no preguntaban si era práctico; solo preguntaban si estaba bien. Y a menudo morían en mayor número. Pero tenían una especie de sentido o vínculo que les permitía o les daba una especie de protección contra muchas de las fuerzas opresivas que los rodeaban.

Y H. Richard Niebuhr tenía una gran cita, decía: “La religión es algo bueno para las personas buenas y algo malo para las personas malas”. Hay todo tipo de charlatanes, y las ondas de radio están llenas de ellos, que abusan de la religión para manipular la desesperación de la gente como, creo, está sucediendo con la derecha cristiana. Y luego están esas magníficas figuras; no olvidemos que tanto Martin Luther King como Malcolm X salieron de una religiosidad fuerte, tenían una fuerte orientación religiosa. King escribe sobre ello al final de Strength to Love. Y creo que, especialmente en los momentos extremos, diría que ese tipo de orientación hacia el mundo, que he tenido desde que nací, es muy liberador y te da una especie de sentido del bien y del mal, y un sentido de dirección que te permite al menos aferrarte a vos mismo.

—Entonces, finalmente, cuando entendemos, digamos, que el Papa lava los pies de los prisioneros y demás, quiero ponerte en esta imagen, Chris Hedges. No es fácil entrar en estas cárceles. No es fácil soportar esas condicionesen las que trabajás, y mucho menos ser un prisionero. ¿Y esta es tu conexión con tu padre? ¿Es allí donde vas a meditar y pensar en esto?

—En toda mi carrera como periodista, me coloqué en situaciones de extrema opresión: El Salvador durante la guerra, Gaza, Sarajevo. Y la prisión, ir a las cárceles cuando regresé del extranjero, mantiene ese tipo de continuidad. Creo que eso es lo que siempre he hecho, y creo que eso surge de mi trasfondo religioso y de mi entendimiento de que uno debe estar con los crucificados de la tierra. Y que a menudo, si uno realmente apoya a los oprimidos, serán tratados como los oprimidos.

Y eso en realidad es un gran consuelo, porque, ya sabés, solía trabajar para el New York Times cubriendo las historias más importantes del mundo. Y si escribía una historia en la portada del Times y al día siguiente el Departamento de Estado tendría que realizar una rueda de prensa al respecto. Bueno, eso ya no pasa. Me han expulsado. Y, sin embargo, creo que esa comprensión muy clara de lo que significa la vida me da mucho consuelo, y no una sensación de pérdida, sino una sensación de... ya sabés, no quiero usar la palabra “logro”, pero con la sensación de que soy capaz de ser quien debo ser.

—Entonces, finalmente, sos el hijo de tu padre. Tu padre, el ministro, estaría orgulloso de vos; estás orgulloso de tu padre. Y no es exclusivo de la tradición cristiana, pero hay algo en las religiones que puede producir responsabilidad (en el sentido de “accountability”: rendir cuentas). ¿Y no es esa la lucha principal, que no dejemos que dominen el arribismo, el oportunismo y el individualismo de cierto tipo? ¿Que hay responsabilidad, un rendimiento de cuentas moral?

—Sí, pero aún más, no se puede enseñar moralidad. Tenés que demostrarlo. Entonces, quiero decir, vi a la gente abandonar los sermones de mi padre cuando hablaba en medio del Movimiento de Derechos Civiles o en contra de la Guerra de Vietnam. Y luego, por supuesto, la Iglesia lo expulsó por defender los derechos de LGBTQL; fue expulsado.

Y recuerdo que estaba en Colgate, y él tenía una gran iglesia en Syracuse; le dijeron que dejara de hablar sobre la igualdad para las personas de LGBTQL, y en su lugar celebró un servicio de Pascua para la comunidad de LGBTQL en la ciudad de Syracuse, y vino a buscarme. Dijo que probablemente esta sea la última vez que me escuchen predicar. Y se levantó y dijo: el matrimonio es un sacramento; no es una recompensa por ser heterosexual, y cualquier iglesia que no honre el sacramento del matrimonio no merece llamarse cristiana. Y lo crucificaron por eso, la iglesia a la que dedicó su vida. Y así es como se transmite la moralidad.

Entonces, sí, porque lo vi; y vi que implica sacrificio, y si no hay sacrificio, probablemente no sea muy moral. Y así es: ya sabes, es mi voz, pero son las palabras de mi padre. Y en la religión cristiana, eso se llama resurrección.

—De acuerdo. Concluyamos esto. ¿Es correcto decir que esta es una parábola de Navidad? ¿Es ese el uso correcto de la palabra? ¿Pueden las personas compartir esto con sus hijos o nietos, reverendo?

—Sí, sí. Tenés que actuar moralmente; no podés enseñarlo. Tenés que hacerlo, si vivís la vida moral, eso es lo que perpetúa la vida moral de quienes te rodean. Como dijo Daniel Berrigan, lo bueno atrae lo bueno.

 

Robert Sheer: Bien, ésto es todo para esta edición de Scheer Intelligence. Agradezco a Christopher Ho de KCRW por poner esto al aire, y a Natasha Hakimi por escribir las introducciones, Joshua Scheer por encargarse de la producción, Lucy Berbeo por hacer la transcripción. Y la JWK Foundation en memoria de Jean Stein, una periodista muy independent y moralmente comprometida, por ayudar a financiar estos programas. Nos vemos la semana que viene con otra edición de Scheer Intelligence. 

 

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Editor | 24 de diciembre de 2021 a las 8:36 am | Etiquetas: american christianschris hedgeschristianschristmasfeaturedright wing christiansrobert scheerscheer intelligence | Categorías: Chris HedgesRobert ScheerSI Podcast | URL: https://wp.me/pbNvZt-3hu

 

Host:
Robert Scheer

Producer:
Joshua Scheer

Introduction:
Natasha Hakimi Zapata


Nota bene: El original de esta traducción puede leerse acá. Se respetaron todos los hipervínculos incluidos en el texto (que es la transcripción de una conversación que puede escucharse acá) y se agregaron otros para mejor comprensión del contexto, sobre todo las referencias a nombres de teólogos y religiosos conocidos en EEUU.