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"I don't want to belong to any club that will accept people like me as a member." Groucho Marx en Groucho and Me (1959).
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domingo, 7 de octubre de 2018

la peste argentina

Mi esposa me leyó esta tarde este texto que podemos atribuir a Juan Bautista Ritvo, quien lamentablemente lo publicó en la red social de las abuelas. El mismo Ritvo escribió como prólogo al posteo: “Este es el editorial que sacamos en unas semanas en Conjetural”.

La peste argentina

Supongo que en todas las naciones del mundo, en mayor o menor medida, extensiva o intensivamente, el malestar se vuelve peste. ¿Qué quiero decir con esta metáfora que designó en otras épocas una horrorosa realidad?


Imagen tomada de Wikipedia: bombardeo de Plaza de Mayo sobre población civil indefensa, 16 de junio de 1955.

Algo que no es la omnipresente lucha de clases, que sigue siendo omnipresente aunque sus modalidades hayan cambiado notoriamente: la burguesía industrial está dominada por el capital especulativo y el desarrollo tecnológico expulsa cada vez más al trabajador manual mientras las llamadas, a falta de otro vocablo, clases medias, crecen con múltiples pseudódopos al ritmo de un turbio vals.


¿Qué decir de la inmigración del Medio Oriente y del África que ha perturbado, quizá para siempre, el sueño blanco y civilizado de Europa? ¿Qué decir de la expansión del denominado populismo de derecha que reune al pobrerío mentalmente indigente con satisfechos hombres de la intelligentzia?


Me acerco al tema: el término “peste” designa una realidad muy particular: al agrupamiento en ambos lados del frente de lucha –combate sordo y extravagante, pero combate al fin– de gente que no solo conspira contra sus intereses, sino que se pone la soga al cuello sin necesidad de verdugo, mientras practica un odio frenético al prójimo que no es, precisamente, aquel que la explota o oprime.

miércoles, 18 de julio de 2018

un provocador

En los tempranos 80 Juan Bautista Ritvo daba clases de “Teoría de la lectura” en la Facultad de Humanidades y Artes, unas clases colmadas en el primer piso del edificio de Entre Ríos al 700 en las que desplegaba su conocimiento sobre la retórica aristotélica y proyectaba “sombras múltiples” –según la fórmula borgeana– sobre el conocimiento contemporáneo. Psicoanalista, escritor, filósofo y polemista, Ritvo (Santa Fe, 1940, radicado hace largas décadas en Rosario) no se priva de intervenir en el espacio público. Sus interacciones más recientes en ese sentido llevaron a un discreto escándalo en Facebook, donde suele postear opiniones y lecturas, en el que militantes feministas se enfurecieron por sus posturas e incluso llegaron a proponer hace ya un año que se lo escrachara y se lo expulsara de la Facultad de Psicología, donde trabajó toda la vida y hoy da cursos de posgrado. Esta conversación con el maestro también aborda esas cuestiones.
—¿Por qué Facebook?
—Tengo una visión muy crítica de las redes sociales. En determinado momento decidí empezar a escribir porque había un público con el que tenía intercambios y, la verdad, me entretuve. Pero no todo lo que me interesa escribir lo pongo ahí. Sobre todo trato de hacer interacciones más bien cortas, a nivel político algunas y otras sobre estas cuestiones de la femineidad, pero creo que tiene límites muy estrechos.
—Vos mismo señalaste esos límites de lo que se escribe en redes sociales cuando te referiste a “efectos que nunca produce la lectura”.
—Seguro, además siempre es de lectura rápida, chisporrotera y chismosa, y a veces tiene efectos profundamente negativos, pero me sentí tentado simplemente por la provocación, porque incluso alguna gente ha salido a contestarme con los pies de punta, es un efecto buscado, aunque nunca les contesté.
—Incluso hubo un llamado de grupos feministas a hacerte un escrache.
—Sí es curioso porque todas las cosas de las que me acusaron eran frases aisladas sacadas de contexto, y creo que muchos de los que armaron el lío no tienen idea de lo que yo había dicho, fue más bien el rumor acerca de lo que había escrito. Además, saqué un libro que se llama “El silencio femenino”, ahí son muy claras mis posiciones y no tiene nada que ver con un ataque a la feminidad.
—Sin embargo tenés una posición muy crítica con respecto a la cuestión “queer”, nacida al calor del neoliberalismo.
—Sí, ahí sí; con respecto a la cuestión “queer” no dije demasiado, pero tiene que ver con una especie de confusión con respecto a esto de que “mi cuerpo es mío y hago con él lo que quiero”, una especie de anarquismo sexual francamente estúpido: nadie elige su posición sexual, uno elige muchas cosas pero no su posición sexual.
Fotografía tomada de la red social de Zuckerberg.

—¿Por qué no se elige?
—Por el determinismo psíquico, porque son las fantasías originarias en cada uno lo que te va determinando tu posición sexual y eso se termina de definir en la pubertad, es una cadena de determinismo que nos son ajenas. Por supuesto que a partir de cierto momento uno puede elegir muchas cosas esenciales para la vida, pero si hay que no se elige es la posición sexual. Lo que yo repudio es esa especie de masa adolescente de clase media de acoso, en los límites de la imbecilidad; la crítica mía fundamental ha caído sobre esto.

jueves, 8 de diciembre de 2016

el humor del alma, el rumor del mundo

Encuentro con Juan Bautista Ritvo, anoche. Cuenta que prepara una selección de ensayos del chileno Martín Cerda que acaso publique Nube Negra. Mientras, deja estos textos en su perfil de la red social:
«Gracias a los buenos oficios de amigos chilenos, descubrí a Martin Cerda, un ensayista extraordinario. Por ahora, como adelanto, transcribo un frase clave, que lo define a él al tiempo que define la calidad propia del ensayo, no como género, sino como excepción a lo genérico.
«"Preguntar, buscar, interrogar es, de un modo u otro, reconocerse perdido".
«O esta otra, complementaria con la anterior: "El escritor es, como Gustavo Flaubert, un hombre siempre ocupado en ir llenando una sucesión de hojas, exteriorizando el 'humor' de su alma y, al mismo tiempo, interiorizando el 'rumor' del mundo."
«Podríamos decir, uno se pierde cuando el humor es contaminado por el rumor del mundo, puesto que el rumor, insistente, carece de centro.»

Imagen tomada de LetrasEnLínea.

Y escribe Ritvo:
MARTIN CERDA: EL ENSAYISTA QUE DESCONOCÍAMOS
Antes de ser operado y sufrir un derrame cerebral que lo entregó a la sombra final, el ensayista chileno Martin Cerda alcanzó a borronear algunas líneas dirigidas a su amigo Guillermo Sucre:
“Originales quemados,
libros perdidos, la vida amenazada
desde fuera y desde dentro. Sólo
quisiera un poco de tiempo para justificar
esa sombra que es, despues de todo,
la escritura, o sus ruinas”.

jueves, 1 de diciembre de 2016

el sexo débil



El jueves 24 de octubre, en el Anexo de la UNR de Corrientes al 2000, Juan Bautista Ritvo conversó con Isabel Steinberg sobre “La feminidad y el feminismo”. Hubo grabación, pero Juan transcribió “la versión sintética” de su posición en su perfil en una red social. Y anunció: “Los desarrollos amplios tendrán su lugar en un libro que espero terminar antes de fin de año”.


En las polémicas actuales sobre el feminismo, lo que está en discusión, pero de manera solapada, es el fantasma del patriarcalismo, no su existencia efectiva. Discutir con argumentos científicos el denominado “patriarcalismo” es algo quizá necesario, pero solo preliminarmente; quedarse allí es tan inútil como inútil es intentar convencer a un creyente de que dios no existe.
En la carta 52, más precisamente a su fin y a propósito del ataque histérico, Freud recordaba el vértigo, el espasmo, el llanto, dirigidos a un otro, pero no a cualquiera, sino a aquel Otro prehistórico e inolvidable, imposible de emular.
Invirtiendo el signo, demonizando lo que aparentemente se ama (y se lo ama con la ambivalencia extrema y extravagante que el amplio espectro histérico admite), las mujeres abandonan por un momento ese fondo de silencio también él extremo, sileo, silencio de las profundidades de la caverna femenina que un gran misógino, Hesíodo, supo describir y sintomatizar en el seno de una cultura desaparecida, aunque sus mitos y poéticas fundamentales subsistan hasta hoy.
"Giaele e Sisara", ArtemisiaGentileschi (1620). Imagen tomada de Arte/Filosofía.