socio

"I don't want to belong to any club that will accept people like me as a member." Groucho Marx en Groucho and Me (1959).

viernes, 13 de abril de 2018

libertad


Bajo el título “La libertad no es gratis” (“Freedom isn’t free”), Adam Kotsko publicó este jueves en su blog:

“Una recomendación: cada vez que alguien use el término «libertad» de un modo que parezca hipócrita, intentemos sustituirla por «privilegios tradicionales» (y, cuando use «libre», por «tradicionalmente privilegiado»). El verdadero significado aparecerá a menudo en su lugar.

“Un gran ejemplo es el debate sobre la «libertad de expresión», cuando nos sorprendemos al descubrir que los reaccionarios usan el término de modo oportuno a favor suyo, sin que les importe los derechos de libertad de expresión de los activistas pro-palestinos, comunistas, etc., simplemente hagamos el cambio designándolo como «expresión de privilegios tradicionales» y voilà, ¡todo se vuelve transparente!”

martes, 10 de abril de 2018

alien

Durante casi veinte años se dedicó a viajar. Para los que lo tratábamos de cerca, en el trabajo, en reuniones de amigos, su charla fue siempre la del colega cercano, el compañero con el que se intercambiaban comentarios y opiniones que iban desde libros hasta coberturas periodísticas cercanas. Pablo Bilsky nunca necesitó hablar de sus viajes para transmitir conocimientos ni experiencia. Allá estaban, los viajes, así como se tiene una biblioteca o una colección de discos, se tiene un pasaporte lleno de sellos.
Hace tres años, cuando publicó su primer libro, Herodes, que transcurre en una Rosario onírica, asolada por una guerra que trae los fantasmas de la historia reciente y lejana, era obvio para sus lectores que la principal operación de la literatura de Bilsky era el lenguaje o, mejor, ese extrañamiento que se produce cuando se fuerzan las palabras, cuando las palabras son expelidas por un paisaje que se volvió ajeno. “Crónicas”, ese libro de hace tres años se presentaba como crónicas: a falta de un género para esa experiencia orgiástica de lenguaje y extranjería, en la que un linyera que se travestía aparecía muerto en Granadero Baigorria y los vecinos le atribuían haber combatido en Malvinas, Herodes se presentaba como una crónica. Y lo era, una crónica de la sinrazón histórica.
En China (Baltasara Editora, Rosario, 2018), que se presenta este jueves a las 19 en Facultad Libre Rosario (9 de Julio 1122), Bilsky ensaya también unas crónicas, la de sus viajes por varios continentes, de La Habana a Nueva York, de Liverpool a Jerusalén, de la Atenas de los disturbios contra el ajuste a la Varsovia contemporánea, ultraderechista y xenófoba. Sólo que estas crónicas, a diferencia de la anterior, ya no son sobre la sinrazón histórica sino, acaso, para decirlo con una cita oscura y reconocible, crónicas sobre los sueños de la razón que producen monstruos.
Imagen de Franco Trovato Fuoco