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martes, 30 de abril de 2013

dormir



La promocionaban en el sitio de la AMC como “De los productores de Breaking Bad”, así que empecé a mirar Rectify anoche (va por el tercer episodio de la primera temporada y se emite los lunes desde el 22 de abril pasado). La historia es así: Daniel Holden tenía poco menos de 20 años cuando fue acusado de violar y asesinar a su novia Hannah, de 16, en el pueblo donde habían crecido, Paulie, Georgia. Allí vuelve tras haber permanecido 19 años en prisión, el corredor de la muerte, luego de que lo desvinculara un análisis de ADN sobre una muestra de semen del caso guardada desde entonces. Su familia, que lo despidió cuando Daniel estaba todavía en la secundaria, se encuentra con un hombre extraño, silencioso, que estuvo más tiempo encerrado de lo que vivió afuera.
Las primeras escenas son, sencillamente, magistrales: Daniel (un impresionante Aden Young) recién salido de la cárcel, viaja hacia el pueblo natal en el auto junto con su hermana Amantha (Abigail Spncer). Las imágenes apenas se recuestan en ese paisaje rural que atraviesa una carretera delgada, próxima. Él dice que tiene sueño, y que preferiría dormir. Y eso hace. Esa escena es una clave: enfrentado a la variedad y la vastedad del mundo, nuestro héroe decide dormir.
He pensado sobre esta serie, la primera que desarrolla el Sundance Channel, según leemos en Wikipedia, como en la serie de “la escritura”. Es decir, Daniel debe escribir una vida que pasó dormido; pero también su hermana, su madre: eso que la familia es en tanto organización de lo familiar y próximo fue teñido por una capa de extrañeza que trastorna el mundo. Todo, dentro de la historia, dibuja el universo familiar: el pueblo chico, la casa y el negocio de los Holden; y es la presencia de Daniel la que viene a desdibujarlo.
La serie de la escritura porque, además de desentrañar la intriga primera –quién mató a Hannah–, el misterio mayor –como ya lo hemos visto en otras grandes series– gira en torno a esa ausencia que Daniel trae con su misma presencia. Daniel es siempre, en cada escena, el que duerme, el que va a despertar, y en esa inminencia del despertar se desarrolla de algún modo la escritura. No porque haya algo soñador, estúpidamente relajado en el acto de escribir; sino porque para escribir (recordemos a Marguerite Duras) hay que construir una soledad, ausentarse como se duerme, no necesariamente como se sueña. Daniel regresa a su casa familiar, a su pueblo natal como ausente porque al irse era aún quien iba a ser y, de vuelta, es quien ya no es. Dormir esa esa transición de una ausencia a otra.
Last but not least, la escribe, dirige y produce Ray McKinnon, a quien vimos encarnar a Lincoln Potter en la cuarta temporada de Sons of Anarchy.



N.B.: Es decir, la trama de Rectify es en gran parte su escritura; trata acerca de cómo se escribe una historia. No muerto, Daniel es un ausente de su historia. Como espectadores, vemos desarrollarse la primera trama en la que un zombie debe escribir quién es. También, debido a un artilugio doméstico (alguien dejó el mundo a principios de los 90 y retorna en 2013), es una historia que de alguna manera podría ser un viaje en el tiempo. Pero en lugar del pasado, que es lo que siempre suele estar presente en ese tipo de relatos, acá importa el futuro. Precisamente porque se escribe para un futuro, como en El archivo de Egipto.

lunes, 29 de abril de 2013

madre de dragones




Justo usaba la red social protestante, ayer al caer la noche, cuando la presidenta Cristina Fernández de Kirchner comenzó a postear comentarios sobre Games of Thrones. Más allá de las cosas que levantaron todos los medios desinformados (sobre la serie, se entiende), CFK hizo una pregunta que acaso resulta desatinada por un lado pero llena de indicios por otra- Puso: “Game of Thrones. ¿Mi personaje favorito?: la Madre de Dragones. Seguro se queda con Robb Stark ¿o con Jon Snow?” Se refiere, claro al personaje favorito de la gran mayoría, Daenerys Targaryen, quien en su destierro peregrino salió del fuego al final de la segunda temporada con tres pequeños dragones. Daenerys, a su vez, protagonizó en el capítulo del domingo anterior, el cuarto, una escena impresionante al liberar a los esclavos que había comprado para armarse de un ejército. Pero aún sin haber leído los libros (cosa que no nos interesa hacer: la serie es lo suficientemente buena como para prescindir de esa fiebre adolescente), está bastante claro que el señorito Stark y el inmaculado (por lo menos hasta el episodio 5) Jon Snow, van rumbo a otros lechos. Es más, podría decirse que el tal Snow, dentro de la serie, ha jugado hasta este último episodio el papel que Chacho Álvarez jugó en la política argentina de principios de fines de los 90.
Bien, pero si hay una contracara de Daenerys en la serie, que varias veces ha sido leída en clave política y tuvo, incluso, una seria incursión directa en la política estadounidense cuando al final de la primera temporada vimos entre las cabezas montadas en una pica el perfil de George W. Bush (lo reseñamos acá), lo que convierte a la serie en un espacio de reflexión política acaso más fértil que los libros; decíamos que si hay una contracara de Daenerys no habría que buscarla en Cersei Lannister (la magistral Lena Headey), sino en Margaery Tyrell, quien está a punto de casarse con el odioso rey Joffrey y llevó a la ciudad real la razón populista. Porque lo que Daenerys practica es algo mucho más radical, ligado a su propia experiencia como exiliada, esclava y extranjera. Ella, como quienes están fuera del gran muro que protege al reino de los bárbaros, habita la pérdida del reino. Si la señorita Tyrell es populista, hay que decir que Daenerys, a quien escuchamos y vimos lanzar la orden: “Maten a sus amos” ("Slay the masters", una de las frases políticamente más diáfanas que existen), es socialista. Veremos cómo dirime CFK su admiración “estética” por la “Madre de los Dragones” con su práctica política.  





Fernando Canabal compuso este martes (30 de abril de 2013) esta imagen:

domingo, 28 de abril de 2013

contrato matrimonial



El 10 de abril pasado, a partir de un comentario en mi columna V.O.S. (en MTQN), con Tati Mainardi (‏@tatimainardi) intercambiamos algunas impresiones en la red social protestante sobre la serie The Americans, que este miércoles emite el último episodio de la primera temporada. 
Imagen tomada de Fimaffinity.

El asunto acá es el matrimonio, tema que está presente en algunas otras series, las mejores, a nuestro entender, y que podría formularse así: en la medida en que el capitalismo domina de forma ilimitada todos los horizontes de la vida, la pareja –“…the naked man and woman/ are just a shining artefact of the past”, según los versos de Leonard Cohen–, ese núcleo al que solemos atribuir las comuniones del amor, el respeto, el cuidado, la unión, se vuelve extraño, obsoleto, a menos que se reduzca a una empresa. Lo había señalado ya Patricia Highsmith cuando observaba allí un pacto de clase sobre el que se sostiene el orden y la moral burguesa. “El concepto de la libertad burguesa [es] un concepto –leemos a Ernst Jünger, en El Trabajador– destinado a transformar todos los vínculos en relaciones contractuales a plazo”. Alguna vez, al escribir sobre Highsmith, hallé esta fórmula para poner en un lema la visión del mundo de Highsmith: “El hombre –escribió León Bloy– tiene lugares en su corazón que todavía no existen, y para que puedan existir entra en ellos el dolor”. En Highsmith sería: “El burgués –mejor aún, el hombre en el capitalismo– tiene lugares en su corazón que todavía no existen, y para que puedan existir entra en ellos el crimen”.
En The Americans, Elizabeth y Philip Jennings (Keri Russell y Mathew Rhys) son un matrimonio que cría con cuidado amor a sus dos hijos y viven en un suburbio de Washington en el año 1981. Tienen una agencia de viajes y son vecinos del agente del FBI Stan Beeman (Noah Emmerich) y su familia. Los Jennings, en realidad, ni siquiera están casados, sino que su matrimonio, aunque sus hijos lo ignoran, es una pantalla: su verdadero trabajo es como espías de la KGB. Philip, según el conflicto de la primera parte de la primera temporada, se ha enamorado de Elizabeth, quien suele ser, en la pareja, la más fiel a los ideales del partido y la Unión Soviética, la más dura e inflexible. Ella acepta en un momento eso que le propone su compañero: meterse en la relación. Pero entonces pasan otras cosas: algo así como delaciones en el interior de la pareja, aparece una antigua novia de él, también como agente camuflada, con la que se ve en otra ciudad. Él le miente a Elizabeth, los dos tienen, a su vez, sexo con otras personas para conseguir información; los dos actúan, fuera de la cocina del hogar, otros personajes. Los dos saben asesinar y urdir complots como lo requiere la historia de la serie, claro; es decir, no necesariamente como sucedía en la Guerra Fría.
Sin embargo, el engaño que de modo permanente urden, tiene ese límite, el dela promesa del amor y el deseo. No importa que ella se prostituya ni que él pase la noche junto a una mujer a la que le ha hecho creer que pueden tener una relación para saber qué sucede en el interior de la oficina del FBI. En un momento, el núcleo argumental de The Americans no es la confrontación entre Estados Unidos y la Unión Socviética en torno al escudo antimisiles que está montando Ronald Reagan, sino esa guerra privada que se desarrolla al interior de este matrimonio fraguado. Como si sostener ese matrimonio de mentira fuese, a fin de cuentas, la verdadera aventura. Además, Elizabeth y Philip viven la representación de América. Cuando se separan, cuando esos l{imites de lo que supone la vida en pareja los lleva a separarse (y esta es una observación de Mainardi), él le dice que pueden seguir haciendo su trabajo juntos porque los matrimonios se separan y remata: “Este es un país moderno”. Ese es el verdadero drama de The Americans, como el de Breaking Bad –en el que vimos a Skyler, la esposa de Walter White, enredarse en su plan de lavado de dinero y producción de metanfetamina y sostener las apariencias como si se tratara de un próspero negocio familiar–: la modernidad, o el capitalismo moderno, o cómo las utopías de ese capitalismo –prosperidad, movilidad social, libre empresa– son a fin de cuentas su veneno.

jueves, 25 de abril de 2013

extraño aniversario

Natalia Litvinova me escribe: "Estaré allá, para la presentación, el 26 de abril, y mirá, justo para el aniversario de Chernobil". Es que la primera vez que nos pusimos en contacto, antes de que viniera al XIX Festival de Poesía, le había preguntado por los recuerdos de su familia (que es de Gómel, a unos 50 km) sobre el accidente de Chérnobil. Puse ese intercambio en esta entrada. Ahora es ella misma la que recoge la voz de su madre, a quien vi en fotografías, cuando usaba Facebook (yo usaba, acaso Natalia aún lo usa), que me recordaron algo de esa presencia "agreste" de mi familia rusa: la cosa familiar envuelta en la espesura de un paisaje interminable y lejano. En esas fotos, la madre y las tías de Natalia estaban descalzas, y había otra foto en la una mujer posaba en un retrato con un uniforme del servicio militar. Me recordó algo que he visto en mi padre, en algunos de mis parientes de esa rama familiar (las fotos me lo recordaron, el uniforme, los pies desnudos sobre el pasto), algo que aún debo formular y me acerca a ese pasado de las fotografías como a una habitación de mi casa.
Natalia, decía, recogió ahora la voz de la madre y su recuerdo de Chérnobil en esta entrada de su blog Casa ajena (cómo envidio ese nombre).
Claro, podemos escuchar también a Natalia este viernes a las 20 en Sarmiento1490, cuando presente Rocío animal, el libro de poesía publicado por La Pulga Renga.

nuevo disco, vieja banda

Iggy Pop y James Williamson, guitarrista original de los Stooges, volvieron a juntarse para grabar el álbum Ready to Die, que saldrá el 30 de abril, según leo en la NPR, donde podemos escuchar el disco entero.
Imagen tomada de la NPR: "David Raccuglia/Courtesy of the artist".

martes, 23 de abril de 2013

columnista

Esta tarde en MTQN, en nuestra columna VOS (Versión Original Subtitulada: abajo el podcast de la emisión anterior), donde hablamos de Orphan Black. La foto es de Florencia Coll.

progenie

Viendo Orphan Black, que va recién por su cuarto episodio (de la primera temporada, se entiende): una muchacha que se enreda en la vida de otra que resulta ser su clon. Muchas cosas para decir sobre la modernidad de la serie y, sobre todo, la modernidad del elenco, empezando por la particularmente bella Tatiana Maslany. Particular porque en sus rasgos hay algo de extranjera, de recienvenida y solitaria, que parecen ser las características del héroe de la biopolítica. En fin. Pero esta breve entrada sólo quiere reparar en esto: la serie es en esencia canadiense, es decir, europea (la produce la BBC America) y fue creada por Graeme Manson, que aparte del film Cube desarrolló Endgame (dato a tener en cuenta). A diferencia de sus pares estadounidenses, preocupados por los desajustes de la política, la ley y el orden (los espías actúan en el mundo real, los narcos trafican en el mundo real y así –por "mundo real" nos referimos a esa imaginería del crimen como fundador de realidades), los creadores de ficciones europeos parecen preocuparse por su supervivencia, su progenie. Como en la olvidable y reciente Utopia (de la BBC), o Continuum (también canadiense, cuyo primer episodio de la segunda temporada se lanzó este fin de semana pasado), la ciencia ficción canaliza acá las inquietudes que mezclan la genética con la política. Habrá que hilar fino y seguir rastreando. 

lunes, 22 de abril de 2013

vecinos invasores

Como para saber por dónde andamos, veo Vecinos en guerra por canal 5 de Rosario (debe ser de Telefé). Leí o escuché algo cuando empezó hace ¿dos semanas, una? Esto del pasado que vuelve y una mujer que ha falsificado su vida, etcétera. Nada de eso que oí está presente en el desarrollo del episodio, y lo poco que puede haber de ficción queda de inmediato arruinado, arrasado por ese costumbrismo insoportable de la tevé vernácula: todos quieren ser reales al modo en que es real alguien que está fuera de esa historia y está en ninguna historia. Gritan, putean y hablan como las madres de algunos compañeritos de mi hijo, no como los personajes involucrados en esa historia. Pero como parece que alguien le pasó el dato del metalemnguaje, han concebido algunos bufones, como el personaje que hace Juan Pablo Geretto, cuya "realidad" oscila entre la parodia y la imitación, entre Sapag y los realitis del baile, el canto y los sueños: En esa oligofrenia suelen desarrollarse la mayoría de las ficciones televisivas aregentinas.

jueves, 18 de abril de 2013

ballard prevalece


Un correo de Caja Negra Editora, nos avisa que tendremos el enorme placer de leer nuevamente a uno de los autores más citados en esta bitácora (acá, acá, acá, acá y acá), J.G. Ballard, de quien esa editorial publicará Para una autopsia de la vida cotidiana. Conversaciones, con traducción de Walter Cassara y prólogo de nuestro gran Pablo Capanna. Las interacciones con Caja Negra (cuyos libros –éste, o éste otro– disfrutamos muchísimo), más los intercambios con Matías –uno de los editores– en su blog, anunciaban algo bueno, no necesariamente feliz como este volumen.
Reproduzco lo que, estimo, debe ser la contratapa de esta Autopsia, para señalar que ni siquiera en la anotación breve, meramente informativa y hasta propagandística, Ballard puede ser tomado a la ligera: «Este volumen reúne cuatro entrevistas publicadas originalmente en la emblemática revista contracultural norteamericana ReSearch que exhiben de manera privilegiada la lucidez con la que el escritor británico J.G. Ballard diagnosticó el destino del siglo XX, a la vez que lo revelan como un inquietante profeta que nos alerta desde el pasado sobre los males de nuestro tiempo: la locura como último refugio de la libertad en una era signada por el aburrimiento, la introyección de la tecnología en nuestras psiquis y afectos, la colonización total de la vida privada por el paisaje mediático o la sustitución del erotismo por esa conjunción de abstracción, deseo y eficiencia que implica la imagen pornográfica. (Las negritas son nuestras.)
«En estas charlas íntimas, lúcidas y descontracturadas, Ballard nos enseña el catálogo de obsesiones en torno a las cuales construyó una literatura que transformó para siempre el discurso de la ciencia ficción, enfatizando el carácter definitivamente alienígena del paisaje en el que vivimos.»

Comencé a leer a Ballard en el secundario, en unos tomos gordos, con páginas de papel de arroz que, estimo, serían de la editorial Aguilar. Ni sabía quien era, pero en particular El mundo sumergido, su primera novela, que en aquél tomo estaba junto con otras dos, me fascinó y me dejó exiliado, al terminar, de un paisaje que busqué más tarde en otros libros, otras películas.
Volví a Ballard hace unos quince años, después de leer una nota en la que Marcelo Cohen escribía sobre Noches de cocaína. Recuerdo no tanto los argumentos de Cohen como su "compromiso", por llamarlo de algún modo, con la lectura de Ballard: se lo lee para estar al tanto, para saber dónde está uno. Sus libros, sobre todo los últimos, nos ofrecen la única verdad de la literatura, aquella que convoca palabras para crear mundos, lamentarse y rogar por ellos.

martes, 16 de abril de 2013

better call saul

Imagen de Ursula Coyote, tomada de AMCtv.

"Al fin y al cabo, una buena serie puede juzgarse por su precuela", dice la revista Rolling Stone que dijo Bob Odenkirk, quien encarna en Breaking Bad al abogado Saul Goodman ("Better call Saul"). De acuerdo a la nota, Odenkirk podría protagonizar una suerte de precuela o derivado de Breaking Bad (spinoff), guionado y desarrollado, incluso, por Vince Gilligan. Rolling Stone se basa en realidad en declaraciones de Odenkirk tomadas por un cronista de la revista Vulture, Allí leemos que la escena final de la serie (Breaking Bad, se entiende), que veremos –torrents mediante– a partir de octubre tiene entre sus personajes a Goodman y, según el mismo actor, su participación es tan memorable como su entrada al show, cuando rescató a Badger de un interrogatorio. La serie, como el slogan de Goodman, podr{ia llamarse Better call Saul. Saul, como recordamos, tiene varias frases que están gloriosamente a mitad de camino entre el consejo, la reflexión y la tensa ironía que provoca el miedo. Por ejemplo, aquella que le dice a Skyler: " If you're committed enough, you can make any story work. I once told a woman I was Kevin Costner, and it worked because I believed it" ("Si uno está lo suficientemente comprometido, puede hacer que funcone cualquier historia. Una vez le dije a una chica que yo era Kevin Costner, y funcionó porque yo me lo creía").

domingo, 14 de abril de 2013

paseos

Nos quitaron una hora a la Calle Recreativa de los domingos, de modo que el paseo de cada fin de semana con los niños se vuelve de a poco una cosa mormona: en vez de levantarnos cómodamente a las 9.30-10 para salir a bicicletear hasta las 13, debemos hacerlo media hora antes, con lo que nos gusta trasnochar con series y lecturas los sábados. De modo que este domingo hallamos un circuito alternativo con los gurises. Tras el Cruce Alberdi, agarramos la vereda sobre Alberdi, entramos al parque Scalabrini Ortiz, tomamos la Costanera y de ahí le damos derecho hasta la Isla de los Inventos. Es probable que el próximo domingo lleguemos más lejos.
Julio, Vicente, Juani y Eugenia, en una parada para jugar en la Costanera y Presidente Roca.



sábado, 13 de abril de 2013

it works

Funciona. Al fin una a favor.

viernes, 12 de abril de 2013

folletín

El lunes 8 de abril pasado, una semana después de que terminara la tercera temporada de The Walking Dead, una de las series más populares y más pijoteras de los últimos tiempos (hay que decir que el enfrentamiento entre el gobernador y el grupo liderado por el sheriff Rick Grimes –acaso el personaje principal de la tira, protagonizado por Andrew Lincoln– consumió unos diez episodios en los que pasó tan poco que los televidentes mismos, durante la emisión, fueron volviéndose zombies frente a la pantalla), en el mismo sitio de la cadena AMC, que produce y emite la serie en su país de origen, se publicó una entrevista a Robert Kirkman, productor ejecutivo y escritor de la serie pero, además, autor de la historieta original en el que se basa una de las ficciones hoy más vistas de la televisión. 

Kirkman, imagen tomada de AMCtv.com.
 
En la entrevista, Kirkman respondió a preguntas hechas por los seguidores y fans de la serie, que le hicieron llegar sus inquietudes a través de un formulario abierto en el sitio. Dijo ahí que en la cuarta temporada, que se verá a partir de octubre de este año, ningún personaje estaría seguro, es decir, cualquiera podría morir, incluso Rick Grimes, a quien vimos sudar, alucinar y divagar en la última temporada.
Las series son el gran folletín del siglo XXI. El folletín, la novela por entregas que se popularizó junto con la difusión de los diarios desde mediados del siglo XIX –a lo que contribuyó, desde luego, el largo alcance de la alfabetización universal con la que el proletariado podía leer su “contrato social”–, era el modo en el que se leía el mundo en clave de aventura para las masas que entonces comenzaban a tener un registro de la experiencia vinculado al cosmopolitismo de las grandes ciudades. Muchas novelas que hoy leemos como clásicos fueron folletines. Por ejemplo, Pinocho, de Carlo Collodi, o Juan Moreira, de nuestro enorme Eduardo Gutiérrez. Los mismos diarios que hacia 1880 –por poner una fecha– publicaban las sagas de forajidos rurales y punteros políticos como Moreira, recibían cartas de lectores que se indignaban por las acciones del héroe, o pedían detalles o, simplemente, rogaban que se prolongara la vida de alguien con quien se habían encariñado.
Kirkman, en el blog del sitio de AMC (que no es, de modo alguno, un gran medio de comunicación, apenas un espacio para las inquietudes de los seguidores) dijo esto de que ningún personaje estará seguro en la cuarta temporada, ni siquiera Rick Grimes, para señalar los caminos divergentes que tomó la saga televisiva con respecto a la historieta que él también escribió y que casi todos los televidentes de The Walking Dead conocen (se encuentra completa, en español, acá). Pero los lectores del sitio lo tomaron como un anuncio de que el sheriff Grimes podría morir en la próxima temporada. De modo que los comentarios no se hicieron esperar y, como una horda de zombies, se abalanzaron sobre las palabras de Kirkman y llegaron a más de 200 en un solo día: la gran mayoría le advertía al autor que si mataba a Grimes, pese a los días y horas invertidos en la serie, dejarían de verla. Otros se quejaban por la muerte de Milton (uno de los personajes de la tercera temporada, el asesor más cercano del Gobernador, quien juega de villano en estos episodios de la saga): “justo cuando comenzaba a ponerse interesante”, lamenta TWDfan. Otro comentarista, AracilJuan, acusa a Kirkman de no respetar a la actriz Laurie Holden (quien interpretó desde la primera temporada a la bella y sufrida Andrea) al darle una muerte similar a la de otro personaje que despedimos ni bien terminaba la primera entrega de episodios. El comentarista Scavenger es más explícito en su amenza e invoca a dos personajes casi centrales: “Si Daryl muere, hacemos un piquete. Si Rick muere, marchamos”. Y así.
En la segunda parte de la entrevista, Kirkman, ya advertido, se limitó a anticipar que Daryl (el personaje que usa la ballesta, representante de esa suerte de sub-casta social que en Estados Unidos –donde transcurre The Walking Dead, por cierto– se conoce como white trash –basura blanca–: blancos anglosajones pobres, incultos, racistas y violentos) probablemente protagonice una romance en la nueva temporada. Lo que generó nuevas intrigas en los comentaristas, esta vez con un tono más amable.