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lunes, 25 de mayo de 2015

la cocina del diablo

Hasta el final del octavo episodio de la serie, el villano es un empresario que se enriqueció con el tráfico de personas, de drogas y de violencia a través de empresas fantasmas y lavado de dinero. Su apuesta actual es el mercado inmobiliario. Tiene comprada a la policía y la justicia de uno de los barrios emblemáticos de Nueva York, Hell’s Kitchen (traducido: “la cocina del infierno”, hoy llamado Clinton, en el centro de Manhattan, sobre el río Hudson), donde se mueve en las sombras y tiene prohibido pronunciar su nombre: Wilson Fisk.

La serie se llama “Daredevil” y está basada en un cómic de Marvel. La figura del empresario como criminal inescrupuloso no es nueva, claro, pero en los últimos años, tras la Guerra contra el Terror y el escándalo de Lehman Brothers –los dos acontecimientos de nefastas consecuencias económicas y financieras–, la ficción televisiva y cinematográfica comenzó a escarbar en esos personajes que, como el Walter White de “Breaking Bad”, a la par de sus actividades como padres, esposos y amantes, llevan adelante un plan demoníaco. Es eso, incluso, lo que le dice el sacerdote católico a Matthew Murdock (Charlie Cox), el ciego que durante el día es socio de un humilde estudio de abogados y durante la noche es nuestro héroe y justiciero: el diablo camina entre nosotros de muchas formas.
“Daredevil” no es una de las mejores series que pueden verse –el 10 de abril pasado Netflix subió a su plataforma los 13 episodios de la primera temporada– porque nos enseñe a un empresario demoníaco, como sucedió ya en otras series, sino por cómo pone en escena su ejecución del Mal y cómo retrata en ese proceso a los personajes intermedios, a los que deben combatirlo y a los que, creyendo que lo combaten, le dan argumentos.
Aunque este análisis pretende ceñirse a la ficción que nos ocupa, no niega las posibles alusiones a las riñas políticas locales, tan afines a empresarios, jueces, policías, periodistas y dirigentes políticos.

martes, 19 de mayo de 2015

temor zombie

Esto es lo que sabemos hasta ahora de la prfecuela de The Walking Dead:
Los primeros videos de adelanto de Fear the Walking Dead (FTWD, que hasta hace un par de meses tenía el título provisorio “Cobalt”: precuela de la serie The Walking Dead, cuya quinta temporada culminó el 29 de marzo último) no revelaron mucho: se sabe que se trata de la ciudad de Los Ángeles en el mismo universo que The Walking Dead, pero en los prolegómenos del apocalipsis, cuando la gente piensa que el virus que revive a los muertos podría ser un brote de “gripe”.

Después de una conferencia telefónica con el productor ejecutivo Robert Kirkman, la revista cultural Vulture dio a conocer el lunes una mejor idea de que cómo transcurrirá la historia. Los principales protagonistas son Madison (Kim Dickens) y Travis (Cliff Curtis), dos maestros de Los Ángeles recientemente divorciados de sus respectivas parejas que se mueven juntos y están “muy enamorados”. Los dos tienen hijos de sus matrimonios anteriores: Madison tiene Alicia (Alycia Debnam-Carey), el niño de oro, y Nick (Frank Dillane), quien desertó de la universidad (quien será interpretado por Lorenzo Henrie). Aunque sin dejar caer ninguna bomba sobre esta precuela que se lanzará en el verano norteño (agosto-septiembre en nuestro hemisferio), Kirkman reveló más sobre la pareja protagonista y explicó cómo se verán los muertos andantes, recién afectados por el brote –a diferencia de los últimos episodios de la serie en curso, donde ya están muy deteriorados–, aunque aclaró que el show no se zambullirá en el misterio de qué originó la siniestra epidemia.
FTWD está ambientada en Los Ángeles en el inicio del brote. Kirkman aseguró a Vulture que la serie tendrá su propia mirada: “Una de las cosas que era realmente importante para nosotros desde el primer día fue que este show está solo –en lo que se refiere a la historia y los personajes. Queríamos que tuviese su propio rincón del universo. Incluso hay una diferencia obvia entre las dos series: FTWD está rodada digitalmente, en lugar de la película de 16 mm utilizada para The Walking Dead)”. El traslado de la acción a una bulliciosa metrópolis en medio del desastre también marca un cambio importante para la franquicia. “Al situar la acción en Los Ángeles es probable que vaya a haber más caos, especialmente en la primera temporada y la segunda porque estamos viendo cómo la civilización sucumbe”, dijo Kirkman y agregó: “La historia se va a mover muy rápidamente. Yo espero que sea más agitada que la primera temporada de The Walking Dead".

Un drama familiar

En lugar de un elenco de extraños unidos por las circunstancias, FTWD se centra en una familia mezclada que lucha para mantenerse con vida y permanecer juntos. Madison (Kim Dickens, de Gone Girl) y Travis tienen hijos de relaciones anteriores y planeaban casarse cuando ocurre el desastre. “Todas las complejidades y las luchas que vienen de esa dinámica familiar, y el establecimiento contra la caída de la civilización en la faz de la apocalipsis zombie, sólo hace las cosas mucho más interesante”, dijo Kirkman. “Esa es una de las muchas cosas que permiten a estas dos series que existan juntas sin ningún tipo de solapamiento.” Kirkman agregó que ve a esta pareja como algo nuevo y fresco para el género: “Una de las cosas con la que estoy realmente entusiasmado es que se trata de dos personajes que están muy enamorados. Con demasiada frecuencia, las series muestran la ruptura de las relaciones y la infidelidad. Este es un espectáculo que más o menos trata sobre dos personas que son un equipo, que se apoyan entre sí, que se respetan mutuamente, se aman “.

Muertos frescos

Los fans de la serie original han dado cuenta de que, conforme pasa el tiempo, los zombies se ven cada vez más podridos y grotescos. Con FTWD situado a sólo meses antes de que Rick Grimes –el sheriff que protagoniza The Walking Dead– despierte de su coma, se espera ver que los caminantes –los zombies– se parezcan más a los seres queridos revividos que los personajes no se animaban a matar en la primera temporada de The Walking Dead. “Los zombies no van a verse tan decaídos ni van a lucir de modo tan monstruoso”, dijo Kirkman y agregó: “Lo que va a hacer que la violencia en el programa y las diferentes cosas que pasan sean mucho más sorprendentes, porque vamos a estar tratando con zombies mucho más humanos. Creo que vamos a traer lo mejor de ambos mundos”.
Los aficionados se sentirán decepcionados con la esperanza de respuestas sobre los orígenes del brote de zombis. Cuando se le preguntó a Kirkman cuánto de FTWD revelará al respecto, fue contundente: “Casi nada. Sigo sosteniendo que no es un aspecto importante de la historia. Habrá una visión más amplia del mundo, y sin duda habrá aspectos la civilización desmoronándose que darán una mejor idea de lo que está ocurriendo aquí. Pero cavar para encontrar el arma humeante y darse cuenta de lo que hizo es muy poco importante para la historia general”. 

jueves, 14 de mayo de 2015

una pena

Siempre admiré y disfruté muchísimo de los Tiny Desk Concerts de la NPR por dos cosas: primero, el entendimiento de Bob Boilen con los músicos, la capacidad de definirlos y recibirlos por su enorme conocimiento de la música popular y, sobre todo, por su gran sensibilidad. Y, segundo, lo preciso de lo que busca la serie de grabaciones que la radio pública yanqui difunde: un espacio que es ni más ni menos que el de los escritorios de la redacción, todo lo que el músico va a realizar allí cae en ese set que trata de sacudirse el mismo set. Es decir, el lugar impone límites y esos límites vuelven al músico (una banda, un solista) un versionista de sí mismo, una versión propia, acaso más íntima, siempre otra, mientras la cámara (ahora hay dos cámaras pero hubo un tiempo en que solo había una) registra al detalle a cada uno de los presentes mientras tocan, como si la cámara estuviese allí para ponerle rostro a la música (que es lo que importa, porque los Tiny Desk Concerts eran parte del programa "All Songs Considered").
Lo prueba esta presentación de Conor Oberst, entre muchas otras.

Soñé con poder hacer algo así en alguno de los medios por los que suelo circular y veo que La Nación encaró algo parecido, aunque en el sentido contrario. Primero, puso a una periodista que parece una egresada de Letras; luego, montó un escenario en el que el artista queda aislado de la redacción, librado a sus mañas o, mejor, sin otra compañía que la de sus mañas, como en un escenario, con una cámara que tiene mucho más presente el espectáculo que el momento, y así. Una pena

miércoles, 13 de mayo de 2015

matilda en plan z

El lunes 20 de abril pasado Matilda estuvo en Plan Z, el programa que hacemos los lunes de 23 a 24 junto con Damián Schwarzstein y Valeria Rico Streiger en Radio Universidad (103.3).
Por suerte ese día estuvo con nosotros Julián Alfano, quien filmó y editó el video de ese encuentro que ahora compartimos acá.

lunes, 11 de mayo de 2015

la mujer tatuada y otra de spielberg

Blindspot se estrena en el otoño norteño (nuestro septiembre), los lunes en NBC. La trama recuerda a Prision Break y a The Blacklist. Una joven aparece con el cuerpo cubierto de tatuajes, desnuda y dentro de un bolso en Times Square. Aparece el FBI (de hecho, lleva tatuado en la espalda el nombre del agente del FBI al que hay que llamar) y sus agentes comienzan a rastrear en los tatuajes un mapa hacia, hacia... bueno, hacia algo así como un complot internacional cuya meta, esperamos, no sea algo tan demodé como asesinar a un presidente o hacer volar la Casa Blanca. En el Hollywood Reporter, creo –porque no tengo ganas de ir a buscar la nota– haber leído que se trataba del mayor atentado en "american soil" después del 11S. Nuestra mujer tatuada no recuerda quién es –le borraron por completo la memoria, según se asombran unos personajes enfundados en una bata de médicos–, pero habla chino, practica artes marciales y gatilla una pistola automática. "Y qué si no soy el mensajero, si estoy acá para ver algo o escuchar algo", pregunta ella al agente que la protege, o la vigila, o la guía o todo eso junto. 
A diferencia de Blacklist, lo único que hasta ahora me pareció prometedor del tráiler es el casting: la elección de Jaimie Alexander, con su belleza inquietante y su pose de alguien que trae un peligro me recuerda a la maravillosa Lena Headey en Game of Thrones o Dredd.
Veremos.


Y una mala noticia: Minority Report se convertirá en una serie en Fox, pero Steven Spielberg será el productor. No habiendo hecho ni una buena en el terreno de las series, no hay por qué pensar que esta vez sea diferente. 
En The Verge dicen que la acción se desarrollará diez años después de la época en que transcurre el film de 2002, cuando los precogs ya fueron liberados. Precisamente, el argumento de partida es el encuentro entre uno de estos monstruitos que predicen el futuro y un detective.

vuelve twin peaks

Gran novedad: retornará a las pantallas Twin Peaks con nueve episodios flamantes. El estreno de la serie en ABC cumplió 25 años el 4 de abril pasado. La célebre tira creada por David Lynch y Mark Frost tuvo una temporada y media (la cadena de televisión levantó su segunda temporada por la mitad) entre 1990 y 1991. Los ejecutivos de ABC notaron que la dupla Lynch-Frost estaba mucho más interesada en la recreación de atmósferas y diálogos estrambóticos que en resolver el interrogante principal de la serie: ¿Quién mató a Laura Palmer?
Sin embargo, algo del método creado por Lynch –que había perfeccionado su estilo en 1986 con la inquietante película Blue Velvet, que tuvo su estreno para la prensa ese año en Rosario en el cine El Cairo, una media mañana de mayo– y Frost sembró un camino que después retomaron Chris Carter en Los expedientes secretos X y hasta Los Soprano, según declaró su mismo creador, David Chase.
Al anunciar el regreso de Twin Peaks en la revista Vutlure, Matt Zoller Seitz subraya que la serie es a esta altura un canon y que cualquiera, aunque no la haya visto, sabe lo que es y qué significó.

Lynch se dedicaba a la pintura antes de ponerse detrás de una cámara, de ahí la exhaustiva devoción “estética”, visual de la serie y de muchas de sus películas –cabe aclararlo, de toda esa filmografía sólo nos interesan (El hombre elefante(1980), Blue Velvet y Una historia sencilla (1999)–, lo que suele convertirlas en una sucesión de cuadros, a veces más importantes que la historia en desarrollo.
El desarrollo de Twin Peaks –protagonizada por el agente del FBI Dale Cooper, interpretado por Kyle McLachlan, quien a su vez había protagonizado Blue Velvet– comenzaba a ser común en algunos films de fines de los 80 –un estilo sardónico, al borde de la parodia, lleno de extrañeza y en un tono en el que nunca resultaba del todo claro si los personajes o la puesta en escena era en broma o no–. De algún modo los grandes directores de eso que dio en llamarse Cine Clase B, de Roger Croman –el gran maestro– a John Carpenter, ensayaban una ironía similar en sus films, pero resultaba invisible para el público con ciertas pretensiones, que buscaba guiños cultos y de aire europeo en las películas que venían de Hollywood. Lynch llegó para satisfacer ese nicho.
Frost declaró a un periodista de The Guardian que la serie no se verá anacrónica cuando estrene en 2016 sus nueve episodios –aún no hay una fecha precisa–: “Creo que efectivamente seremos capaces de traducirla al lenguaje y la cultura actual sin problemas”, declaró. Por su parte, Lynch dijo en la misma nota que le resulta mucho más interesante lo que hoy se hace en televisión que lo que se realiza en cine.

El estreno de esta nueva Twin Peaks –detrás de la cual vuelven a estar Lynch y Frost– será en el canal de cable Showtime (por su pantalla pasan varias de las series que abrieron un magnífico camino en los últimos años: Homeland, Ray Donovan, etcétera). Todos coinciden en que su puesta al aire, hace un cuarto de siglo, inauguró una forma de hacer ficción en televisión que esparció su semilla entre realizadores como los citados Chase y Carter hasta Matthew Weiner (Mad Men) o Ryan Murphy y Brad Falchuk (American Horror Story) o Glen Morgan (Millenium y Expedientes secretos X). Veremos cómo se comporta el monstruo original entre sus brillantes vástagos actuales. 

jueves, 7 de mayo de 2015

los wachowski en netflix

Después de que Jupiter Ascending encontrara su brutal “descending“ en la crítica, los hermanos Wachowski se preparan para desembarcar en Netflix con Sense8, una serie cuya primera temporada tendrá 12 episodios que la cadena de TV on demand pondrá a disposición del público –sí, los doce episodios– el próximo 5 de junio.
Jupiter Ascending, lo pudimos ver, fue una especie de The Matrix pero á la Walt Disney: lo que Matrix tuvo de fascinante fue la cercanía siniestra con el mundo (una vez más cabe la cita de J.G. G.W. Ballard: “En el futuro el planeta más extraño será la Tierra”); en cambio, Jupiter vino a plantear más o menos lo mismo pero con extraterrestres: seres casi inmortales y poderosos que poseen planetas y arman y desarman a piacere la escenografía urbana, disponen de las vidas de los humanos y así. Sin embargo, hay entre los humanos elegidos destinados a traer un equilibrio en el universo.
Sense8 es algo similar: ocho extraños de ocho ciudades y culturas distintas del mundo que, luego de una muerte “trágica” (el calificativo es de Wikipedia) aparecen de repente conectados mental y emocionalmente en un salto evolutivo que tiene origen tecnológico: se transfieren sensaciones pero también sus habilidades: pueden ver lo que ve el otro, sentirlo y, sobre todo, protegerse entre sí.
Mientras nuestros ocho “sensates” –así los llaman– intentan hacerse una idea de lo que les sucede y qué significa esto para el futuro de la humanidad, un tal Jonas, hombre poderoso y misterioso, intenta juntar a nuestros héroes. Al mismo tiempo, otro personaje llamado Whispers despliega su vasta organización para dar caza a los sensates y asesinarlos. Cada episodio cuenta la historia de uno de estos muchachos, según le contaron los Wachowski a la prensa.
Bryan Bishop, cuya nota en The Verge nos hizo conocer el tráiler, comparó la nueva tira de los Wachowski con su film Cloud Atlas, cuyo co-director Tom Tykwer es parte del equipo de Sense8. Aunque Bishjop señala también que acaso el derrotero que seguirá el relato es el de la serie Héroes. Y concluye que a lo mejor la posibilidad de desarrollar su historia en el gran arco de los doce episodios les permitirá deshacerse de la idea de sobrecargar los planos con tanto diseño escenográfico y concentrarse en narrar la historia de modo más o menos claro.
Más allá de Héroes, las tramas con interconexiones humanas se desarrollaron con resultados poco felices en series canceladas como Touch y, ahora, con The Messengers en la cadena The CW: en la que unos ángeles creados a la medida del discurso llano de la iglesia evangélica y supermercadista estadounidense intentan frenar el avance del demonio sobre Texas; es decir, el orbe.
Veremos.

miércoles, 6 de mayo de 2015

dos series que empiezan en mayo

La buena noticia es que Matt Dillon protagonizará una serie de diez episodios que emitirá Fox a partir del 14 de mayo próximo. Se llama Wayward Pines y está basada en un best seller –que en realidad son dos libros, Pines y Wayward– de Blake Crouch. La mala noticia es que la produce y dirige M. Night Shyamalan: es un tipo de relato que el mismo Shyamalan ya transitó en The Village y el peligro mayor es que –según vimos en los tráilers que se difundieron– termine pareciéndose demasiado a aquél bodrio de principios de David Lynch de principios de los 90 que se extendió dos temporadas.
Dillon interpreta a un calificado agente del Servicio Secreto, radicado en Seattle, que acude a Wayward Pines, Idaho, a investigar la desaparición de otro agente. Pero ni bien llega a Wayward Pines un camión atropella el auto que conduce y termina en una sala del hospital. Allí aparece la enfermera Pam (Melissa Leo), más interesada en producir daño que en curar, según nos informa el Hollywood Reporter. En fin, de a poco nuestro héroe conoce una cerca electrificada que rodea el idílico pueblo y la imposibilidad de salir de allí: fue despojado de su identificación, de su teléfono y de todo lo que pueda contactarlo con el exterior. Además, nadie le cree que es quien dice ser. Mientras tanto, en Seattle, su esposa recibe la noticia de que hallaron el auto accidentado, pero que su esposo no estaba adentro en el momento del accidente. Como la mujer también fue entrenadora del SS, se pone a hacer averiguaciones por su cuenta. Ah, y actúa también  Juliette Lewis, la versión europeizada de Rosanna Arquette en los 90. Veremos.


La otra serie que estrena en mayo –el 28, ésta de 13 episodios– es Aquarius, protagonizada por David Duchovny: en la que un sargento de policía de Los Ángeles de 1967 (Duchovny) busca a una joven desaparecida y, guiado por un policía que trabaja de incógnito entre las comunidades hippies, llega a Charles Manson. Lo promisorio de la serie es esta vuelta al pasado cercano, poniéndolo en un umbral que, por irradación, vuelve el presente una vaporosa alternativa: si bien conocemos cómo termina la historia –lo mismo sucede en Mad Men, en Titanic– la intimidad del relato y su intriga vienen a desdibujar nuestra certeza.
El creador es John McNamara, quien tiene muchos pergaminos, aunque poco hemos visto de su producción.

de vuelta a "el hombre en el castillo"

No recuerdo bien cómo llegué a esta nota en Geekdad escrita por Tom Fassbender (quien viaja este año alrededor del mundo acompañado por su esposa y sus dos hijas y, se ve, se toma su tiempo para ver qué hay de nuevo en la caja lúcida). Pero me interesaría tomar nota de algunas cosas que leo aquí y no señalé cuando escribí sobre el piloto de El hombre en el castillo.
¡Guarda que lo que sigue tiene spoilers!

Dice Fassbender:
«En el libro –la novela de Philip K. Dick–, el hombre en el castillo se llama Hawthorne Abendson y es autor –dentro de la ficción– de una célebre novela antifascista, Pesado yace el saltamontes ("The Grasshopper Lies Heavy": también, "El saltamontes duerme pesadamente"), que es una historia alternativa a la realidad que viven los protagonistas. Aquí los nazis y los japoneses perdieron la Segunda Guerra Mundial y el Reino Unido emergió como la única potencia mundial dominante. La mera existencia del libro, que fue prohibido por los alemanes, actúa como un catalizador para la resistencia (que en los Estados Unidos alternativos de 1962) luchan contra la ocupación del Eje.
«En el piloto, The Grasshopper Lies Heavy es el principal recurso argumental, pero esta vez toma la forma de un noticiario antifascista de 16 mm que muestra una victoria aliada en la Segunda Guerra Mundial tal como las conocemos a través de la historia.

martes, 5 de mayo de 2015

disco dinamita

El jueves 27 de noviembre del año pasado Coki Debernardi, junto con Diego Popono Romero, Nahuel Marquet y Emiliano Cattaneo –los dos últimos de Degradé– se reunieron en el Museo Histórico Provincial Julio Marc –en el Parque Independencia– para una charla abierta que respondiera a la pregunta “¿Qué música tocás en un museo?” Con sus relatos callejeros, los músicos prefirieron correrse en su mayoría de ese espacio de algún modo cultual que es el museo y aludieron a cierto discurso con el que se sentían más cómodos, el de las preferencias, el de un pasado entre radial y escenográfico. Así, Coki Debernardi recordó el programa de Poli Román de los primeros 80, que escuchaba en Cañada de Gómez y en el que votó cuando Román convocó a elegir entre el fanatismo de Queen o el de Kiss. “Sólo se puede ser fanático de Kiss”, respondió Coki, disipando la idea de que haya algún otro fanatismo posible en el buen paladar musical.
César Coki Debernardi se nos muestra bastante en esa anécdota: primero, es el chico del pueblo que viene a la ciudad siguiendo la estela que esa misma ciudad desplegó en su zona; segundo, es un melómano, escuchó y creó su teoría del conocimiento a través de esa escucha; tercero, su relato recoge una historia que va más allá de la suya y trae la memoria de personas y personajes de la urbe y los hace contemporáneos (Poly Román y los hermanos Juani y Oscar Favre, como mencionará en esta entrevista, por ejemplo). Por último, Debernardi supo construir una escena en la que no sólo es un rocker, un músico, es también una voz que elabora su discurso “con” la música, pero necesariamente “en” la música.
“Chico Dinamita Amor”, el último disco de César Debernardi se presenta este viernes en el teatro del Centro Cultural Parque de España (Sarmiento y el río Paraná). Las tres canciones del álbum que pueden escucharse en el perfil de MySpace de Coki and The Killer Burritos datan de hace unos siete años, cuando el disco iba a llamarse “Kid Dinamita Love” y cuando Debernardi todavía era la figura de la banda de Fito Páez.
La entrada de Wikipedia que habla sobre Debernardi menciona a Rosario como su ciudad “natal”, lo que es erróneo pero hasta cierto punto. Si bien nació en Cañada de Gómez, Rosario es de alguna manera la ciudad de formación, despegue y elección. Aunque aclara: “Me gusta mucho ir a lugares que conozco –nos dice en una charla telefónica–, pero como que no le tengo mucho aprecio a los barrios, porque los querés si creciste y jugaste a la pelota ahí, y yo ya me mudé como 25 veces”

El tiempo pasa

Su último disco anterior, “Perdida”, data de 2005, de modo que pasó una década. Se lo decimos, pero Coki, en lo que podría ser su método más habitual de respuesta –tomar la pregunta y llevarla hacia otro lugar–, dice:
—También pasa rápido el tiempo, como que uno tampoco está en su casa diez años y un día se levanta y dice “Voy a hacer un disco”. Para mí no pasó tanto tiempo. En estos años estuvimos tocando y no sentí que necesitaba otro disco. Además, realmente no me salía casi nada que me gustara, ni las canciones ni las letras; y como no tengo ninguna urgencia artística –porque al fin y al cabo hago mi propio disco–, no lo viví como algo que tenía que hacer con urgencia. Mientras tanto, nos pusimos a laburar con Fito (Páez), pasaron como tres o cuatro años, lo mismo con los Killer, después se pasó la vida. Y después tenés que hacer un disco y encontrar un sonido, las canciones. Porque si bien tenía varios temas, los juntaba y no daban con la forma de un disco. Una vez que lo tuvimos lo grabamos. Hacer un disco también es pescar ese pez dorado, ¿no?

odisea americana

Lo que American Odyssey no aprendió de Homeland es que la "gran historia" se cuenta en los intersticios de la trama o, mejor, que la trama, que siempre será políticamente "obediente", concesiva para con cierto discurso de poder (el error será siempre individual y dejará libre de culpa y cargo al gran sistema), es una excusa para contar una historia de un de orden más privado, menos grandilocuente, en la que cuenta la trampa de la biopolítica: en lo más íntimo de nuestra vida se juega una forma de la política que toma posesión de nuestras decisiones, de nuestro cuerpo y nuestra frágil conciencia.
American Odyssey se estrenó el 5 de abril pasado en NBC –la cadena estrenará Aquarius, protagonizada por David Duchovny y ambientada en 1967 en torno al clan Manson, el 28 de mayo próximo– como un thriller bélico, contemporáneo y conspirativo.
Para empezar, uno de los sitios donde más cómodos nos sentimos leyendo reseñas de series, AVClub, no la reseña.

La sargento Odelle Ballard (Anna Friel) consigue exterminar una célula de un terrorista de Al-Qaeda o Estado Islámico –no importa realmente demasiado– en un país cerca de Mali, en el oeste de África, allí descubre, entre los archivos de una computadora, que esa célula recibe financiación de una gran empresa estadounidense. A la vez, ingresan en escena tropas de contratistas privados –lo que antes solía llamarse mercenarios– contratados por esa misma empresa para aniquilar al pelotón de marines que comanda Ballard. Ella sobrevive a un ataque nocturno con un drone en medio del desierto y a partir de allí comienza su "odisea" para llegar a casa, en medio de un territorio hostil y con sus superiores como verdugos. Mientras tanto, en Estados Unidos, su hija no se cree que su madre ha muerto, su esposo es un pelafustán y un grupo de hackers que interceptó el correo electrónico que ella envió al coronel a cargo de su misión ocupa las calles de Washington y, a la vez, es asediado por espías que quieren saber cuánto saben.
Bien, por fuera de la pobre Odelle, perdida en el desierto, todos son incompetentes y sus historias son tan insignificantes como altruísticas.
Todo lo que en Homeland era un compromiso individual y privado en torno a deseos y aspiraciones humanas –es decir, burguesas, acuñadas en el mismo molde que se acuña el capital–, acá son un dechado de virtudes: el revoltoso hijo de padre acomodado que busca la verdad, la hija que sabe en su corazón que su madre no ha muerto y cuida el fuego del hogar deshecho, frente a los malvado absolutos de la compañía de mercenarios, el alto jefe militar comprometido con el mal, y así.

La historia, pese a todo, es atrapante, pero como nos atrapaba una película de espías de los años 70: sin realismo cristiano.
Recién en el quinto episodio, el del domingo pasado, no sabemos si con alguna intención o no, se introdujo algo digno de notar: el hacker que consigue interceptar comunicaciones y documentaciones privadas desde el cuartucho en casa de su madre enferma, erra en la interpretación de la información que consigue, con lo que aparece –al menos en un análisis rápido, casi distraído– esta idea de que para interpretar un dato no sólo hay que asociarlo con otros, sino darle cuerpo a ese contexto en el que aparece.
Seguiremos viéndola un rato más.  

viernes, 1 de mayo de 2015

au revoir grooveshark

Ya no recuerdo desde cuándo uso Grooveshark, creo que desde hace diez años, la edad del servidor, en el que tenía guardadas listas de reproducción de todo tipo, desde bandas de series y películas hasta mezclas que unían el jazz con la música clásica del siglo XX. Dónde voy a encontrar de nuevo eso no lo sé y creo que el solo hecho de pensarlo ya me abruma y me desalienta.
Hay desperdigado en este blog una innumerable cantidad de enlaces y de reproductores insertados de Grooveshark que llevan a un álbum o una canción que aparecerán ahora como errores. Son los errores de un sistema que acaso da sus pasos definitivos hacia un cambio radical (como sucedió con Megaupload), a partir del cual Internet ya no será lo que conocimos.
Por supuesto que el odio que me produce el consejo (obligado por las grandes compañías musicales que siempre explotaron a los artistas) de ir hacia sitios como Spotify ya me hace descartarlos.
Grooveshark nos permitía escuchar la música como tal, sin la interferencia de un video y con reglas claras sobre cómo compartir y seleccionar nuestra música. Ignoro si Spotify o la hijaputez de Apple tienen algo similar, pero no pienso ni siquiera averiguarlo.
El juez Griesa, la lacra que sirve a los fondos buitre y a todas las grandes compañías, está detrás del cierre de Grooveshark. Una prueba más de que es imposible siquiera la felicidad más elemental dentro del capitalismo.
Au revoir, Grooveshark. Gracias.